lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 42.


—¿Puedo conseguirte algo antes de que vayas a la cama? —pregunta ella.
Me doy cuenta de cuán hambrienta estoy. —Me encantaría algo para comer.
Ella sonríe ampliamente. —¿Sándwich y algo de leche?

Asiento con gratitud y ella se dirige a la cocina. Ryan está todavía con el Oficial Skinner. En el vestíbulo el Detective Clark está examinando el desastre fuera del ascensor. Parece pensativo, a pesar de su ceño fruncido. Y repentinamente siento nostalgia… nostalgia por Zayn. Sosteniendo mi cabeza entre mis manos, deseo fervientemente que estuviera aquí. Él sabría qué hacer. Qué noche. Quiero arrastrarme en su regazo, tenerlo sosteniéndome y diciéndome que me ama, incluso aunque no haga lo que me dice… pero eso no será posible hasta esta noche.

Interiormente ruedo mis ojos… ¿Por qué no me dice acerca del incremento de la seguridad para todos? ¿Qué está exactamente en el ordenador de Jack? Él es tan frustrante pero justo ahora, simplemente no me importa. Quiero a mi esposo. Lo extraño.

—Aquí tienes Anastasia, querida. —La Sra. Jones interrumpe mi agitación interna. Cuando levanto la mirada, me tiende un sándwich de mantequilla de maní y jalea, sus ojos pestañeando. No he tenido uno de estos por años. Le sonrío tímidamente y ataco.

Cuando me arrastro finalmente en la cama, me acurruco en el lado de Zayn, vestida en su camiseta. Su almohada y su camiseta huelen a él y mientras me quedo dormida le deseo silenciosamente un viaje seguro a casa… y buen humor.




Despierto con un respingo. Hay luz y me duele la cabeza, palpitando en mis sienes. Oh, no. Espero no tener una resaca. Con cautela, abro mis ojos y observo que la silla de la habitación se ha movido y Zayn está sentado en ella. Está usando su esmoquin y el extremo de su corbatín está asomándose fuera del bolsillo del pecho. Me pregunto si estoy soñando. Su brazo izquierdo está tendido sobre la silla y en su mano sostiene un vaso de vidrio corto de un líquido ámbar.

¿Brandy? ¿Whiskey? No tengo idea. Una larga pierna está cruzada sobre su rodilla. Está usando calcetines negros y zapatos de vestir. Su codo derecho descansa en el brazo de la silla, su mano levantada hasta su barbilla y está corriendo lentamente el dedo índice rítmicamente adelante y atrás sobre su labio inferior. En la luz de la temprana mañana, sus ojos queman con grave intensidad pero su expresión general es completamente ilegible.

Mi corazón casi se detiene. Él está aquí. ¿Cómo llegó aquí? Debe haber dejado Nueva York la noche pasada. ¿Cuánto tiempo ha estado aquí viéndome dormir?

—Hola —susurro.

Él me considera fríamente y mi corazón tartamudea una vez más. Oh, no.

El mueve su largo dedo lejos de su boca, bebe el resto de su bebida y coloca el vaso sobre la mesita de noche. Medio espero que me bese, pero no lo hace. Se sienta, continúa considerándome, su expresión impasible.

—Hola —dice finalmente, su voz muy baja. Y sé que todavía está molesto. Realmente molesto.

—Estás de vuelta.

—Eso parece.

Lentamente tiro de mí misma a una posición sentada, sin quitar mis ojos de él. Mi boca está seca.

—¿Cuánto tiempo has estado sentado ahí mirándome dormir?

—El suficiente.

—Todavía estás enfadado. —Apenas puedo entablar las palabras.

Mira hacia mí, como considerando su respuesta.

—Enfadado —dice, como si probara la palabra, sopesando sus matices, su significado— No, Anastasia. Estoy mucho, mucho más allá de enfadado.

Trato de tragar, pero es difícil con una boca seca.

—Mucho más allá de enfadado… eso no suena bien.

Me mira fijamente, completamente impasible y no responde. Un duro silencio se extiende entre nosotros. Me estiro hacia mi vaso de agua y tomo un bienvenido sorbo, tratando de traer mi errático pulso bajo control.

—Ryan atrapó a Jack —pruebo una táctica diferente y coloco mi vaso al lado del suyo en la mesita de noche.

—Lo sé —dice glacialmente.

Por supuesto que sabe.

—¿Vas a ser monosilábico por mucho tiempo?

Sus cejas se mueven fraccionalmente registrando su sorpresa como si no hubiera esperado esta pregunta.

—Sí —dice finalmente.

Oh… bien. ¿Qué hago? Defensa… la mejor forma de ataque.

—Siento haber salido anoche.

—¿Lo sientes?

—No —murmuro después de una pausa, porque es la verdad.

—¿Por qué decirlo entonces?

—Porque no quiero que estés enfadado conmigo.

Él suspira pesadamente como si hubiera estado sosteniendo esta tensión por miles de horas, y pasa su mano a través de su cabello. Se ve hermoso. Enfadado, pero hermoso. Me empapo de él, Zayn está de vuelta, furioso, pero en una pieza.

—Creo que el Detective Clark quiere hablar contigo.

—Seguro que sí.

—Zayn, por favor…

—¿Por favor qué?

—No seas tan frío.

Sus cejas suben en sorpresa una vez más.

—Anastasia, frío no es lo que estoy sintiendo en este momento. Estoy ardiendo. Ardiendo con rabia. No sé cómo lidiar con estos… —Él ondea su mano buscando la palabra— sentimientos. —Su tono es amargo.

Oh, mierda. Su honestidad me desarma. Todo lo que quiero hacer es arrastrarme en su regazo. Es todo lo que he querido hacer desde que llegué a casa anoche. Al diablo con esto. Me muevo, tomándolo por sorpresa y subiendo torpemente en su regazo, donde me acurruco. Él no me aparta, que era a lo que le temía. Después de un latido, dobla sus brazos a mí alrededor y entierra su nariz en mi cabello. Huele a whisky. Por Dios, ¿cuánto bebió? También huele a gel de ducha. Huele a Zayn. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y toco con la boca su garganta, y él suspira, una vez más, esta vez profundamente.

—Oh, Sra. Malik. ¿Qué voy a hacer contigo? —Besa la parte superior de mi cabeza. Cierro mis ojos, disfrutando de su contacto.

—¿Cuánto has bebido?

Se queda quieto.

—¿Por qué?

—Normalmente no bebes licor.

—Esta es mi segunda copa. He tenido una noche difícil, Anastasia. Dale al hombre un descanso.

Sonrío.

—Si insistes, Sr. Malik. —Respiro en su cuello— Hueles celestial. Dormí en tu lado de la cama porque tu almohada huele a ti.

Acaricia mi cabello.

—¿Por eso lo has hecho? Me pregunté por qué estabas en este lado. Todavía estoy enfadado contigo.

—Lo sé.

Su mano acaricia mi espalda rítmicamente.

—Y yo estoy enfadada contigo —le susurro.

Hace una pausa.

—¿Y qué he hecho para merecer tu ira?

—Te lo diré más tarde, cuando ya no estés ardiendo por la rabia. —Beso su garganta. Cierra sus ojos y se inclina hacia mi beso, pero no hace ningún movimiento para besarme en respuesta. Sus brazos se tensan a mí alrededor, apretándome.

—Cuando pienso en lo que podría haber sucedido... —Su voz es apenas un susurro. Rota, cruda.

—Estoy bien.

—Oh, Anastasia —Es casi un sollozo.

—Estoy bien. Todos estamos bien. Un poco agitados. Pero Gail está bien. Ryan está bien. Y Jack se ha ido.

Él niega con su cabeza.

—No gracias a ti —murmura.

¿Qué? Me inclino hacia atrás, y lo miro.


—¿Qué quieres decir?

—No quiero discutir sobre eso ahora mismo, Anastasia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario