miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 66

Me muevo, abriendo los ojos a una brillante mañana de septiembre. Cálida y cómoda entre sábanas limpias y sedosas, me tomo un momento para orientarme y me abruma una sensación de Déjá vu. Por supuesto, estoy en el Heathman.

—¡Mierda! ¡Papá! —digo en voz alta, sintiendo con un desgarrador aumento de aprensión aferrarse a mi corazón para recordarme el motivo de mi visita a Portland.

—Hey —Zayn está sentado en la cama. Acaricia mi mejilla con sus nudillos, calmándome de inmediato— Llamé a Terapia Intensiva esta mañana. Ray pasó una buena noche. Todo está bien —dice reconfortantemente.

—Oh Dios, gracias —murmuro, sentándome.

Se inclina y presiona un beso en mi frente.

—Buenos días Anastasia —susurra y besa mi sien.

—Hola —murmuro. Está levantado y lleva una camiseta negra con vaqueros azules.

—Hola —responde, con una mirada suave y cálida— Quiero desearte un feliz cumpleaños. ¿Eso te parece bien?

Le sonrío tentativamente y acaricio su mejilla.

—Por supuesto. Gracias. Por todo.

Frunce el ceño.

—¿Todo?

—Todo.

Se ve momentáneamente confundido, pero pronto su mirada se agranda con anticipación.

—Toma.

Me pasa una pequeña y exquisitamente envuelta cajita con una diminuta tarjeta.

A pesar de la preocupación que siento por mi padre, siento la emoción de Zayn, y es contagiosa. Leo la carta.

Por todas nuestras primeras veces en el
primer cumpleaños de mi amada esposa.
Te amo.
Z x.

Oh Dios. ¿Qué tan dulce es eso?

—Te amo, también —murmuro, sonriéndole.

Sonríe.

—Ábrelo.

Desenvolviendo el papel cuidadosamente para no romperlo, encuentro una hermosa caja de cuero roja. Cartier. Me es familiar, gracias a los pendientes de la segunda oportunidad y mi reloj. Cuidadosamente abro la caja para descubrir un delicado brazalete de dijes de plata, o platino u oro blanco, no lo sé, pero es absolutamente encantador. Unidos hay varios dijes: una Torre Eiffel, un taxi negro de Londres, un helicóptero, Charlie Tango, un planeador, el Soaring, un catamarán, The Grace, una cama, ¿y un cono de helado? Lo miro, perpleja.

—¿Vainilla? —se encoge de hombros a modo de disculpa, y no puedo evitar reír. Por supuesto.

—Zayn, esto es hermoso. Gracias. Es lo mejor.

Sonríe.

Mi favorito es el corazón. Es un relicario.

—Puedes poner una foto de lo que quieras allí.

—Una foto de ti. —Lo miro a través de mis pestañas— Siempre en mi corazón.

Sonríe con su hermosa tímida sonrisa.

Miro los dos últimos dijes: una letra Z, oh sí, yo fui su primera novia en usar su primer nombre. Sonrío ante el pensamiento. Y finalmente, una llave.

—Para mi corazón y mi alma —susurra.

Lágrimas pican en mis ojos. Me tiro hacia él, envolviendo mis brazos en su cuello y saltando en su regazo.

—Es un regalo tan considerado. Lo amo. Gracias —murmuro en su oído. Oh, el huele tan bien, a ropa de cama limpia, loción corporal, y a Zayn. Como a casa, mi casa. Mis lágrimas comienzan a caer.

Él gruñe suavemente y me envuelve con su abrazo.

—No sé qué haría sin ti. —Mi voz se rompe mientras intento retener mis abrumadoras emociones.

Traga fuertemente y afianza su agarre en mí.

—Por favor no llores.

Sorbo mi nariz de forma no muy femenina.

—Lo lamento. Es que estoy tan feliz y triste y ansiosa al mismo tiempo. Es agridulce.

—Hey. —Su tono es suave como la seda. Echando mi cabeza hacia atrás, me besa suavemente en los labios— Lo entiendo.

—Ya lo sé —susurro, y vuelvo a recibir su sonrisita de recompensa.

—Desearía que estas fueran unas circunstancias más felices y estuviéramos en casa. Pero aquí estamos. —Vuelve a encogerse de hombros a modo de disculpa— Vamos. Después del desayuno, veremos a Ray.

Una vez vestida con mis nuevos vaqueros y camiseta, mi apetito volvió por un breve pero agradecido momento durante el desayuno. Sé que Zayn está complacido de verme comer mi barra de cereal y yogur griego.

—Gracias por pedir mi desayuno favorito.

—Es tu cumpleaños —dice Zayn suavemente— Y debes dejar de agradecerme. —Pone los ojos en blanco exasperado, pero con cariño, creo.

—Sólo quiero que sepas que lo aprecio.

—Anastasia, es lo que hago. —Se ve serio, por supuesto, Zayn al mando y en control. Cómo olvidarlo… ¿pero de ser diferente lo querría?
Sonrío.

—Sí, lo es.

Me mira confundido y luego sacude la cabeza.

—¿Vamos?

—Espera que me lave los dientes.

Sonríe.

—De acuerdo.

¿Por qué la sonrisa? La idea me molesta cuando voy al cuarto. Un recuerdo salta a mi mente. Usé su cepillo de dientes después de haber pasado mi primera noche con él. Sonrío y tomo su cepillo para recordar ese tiempo. Mirando mi reflejo mientras lo hago, me veo pálida, demasiado pálida. Pero bueno, siempre me veo pálida. La última vez que vine estaba soltera, ¡y ahora me casé a los veintidós! Me estoy poniendo vieja. Frunzo los labios.

Levantando mi muñeca, la sacudo, y los dijes en mi brazalete tintinean satisfactoriamente. ¿Cómo es que mi dulce Cincuenta siempre sabe exactamente qué regalarme? Inspiro hondo, intentando calmar las emociones que aún me embargan, y vuelvo a mirar mi brazalete. Seguro costó una fortuna. Oh… bueno. Él se lo puede permitir.

Mientras caminamos a los elevadores, Zayn toma mi mano y besa mis nudillos, acariciando al Charlie Tango de mi brazalete con el pulgar.

—¿Te gusta?

—Más que gustar. Lo amo. Mucho. Como a ti.

Sonríe y vuelve a besar mis nudillos. Me siento más ligera que ayer. Quizás porque es de mañana y el mundo siempre parece un lugar más esperanzador que en la muerte de la noche. O quizás es despertar de esa forma tan dulce con mi marido. O quizás es el saber que Ray ya no corre peligro.

Mientras entramos al elevador vacío, miro a Zayn. Sus ojos viajan rápidamente a los míos, y sonríe de nuevo.

—No lo hagas —susurra al cerrarse las puertas.

—¿Que no haga qué?

—Mirarme así.

—A la mierda el papeleo —murmuro con una risita.

Él ríe, y es un sonido tan despreocupado y juvenil. Tira de mí a sus brazos y besa mi cabeza.

—Algún día, alquilaré este ascensor por toda una tarde.

—¿Sólo una tarde? —Arqueo una ceja.

—Sra. Malik, es muy traviesa.

—Cuando se trata de ti, lo soy.

—Me alegra oír eso. —Me besa suavemente.

Y no sé si es porque estamos en este ascensor o porque no me ha tocado en más de veinticuatro horas o simplemente porque es mi intoxicante esposo, pero el deseo se libera y establece tranquilamente en mi estómago. Paso mis dedos por su cabello y profundizo el beso, empujándolo contra la pared y apoyando mi cuerpo en el suyo.

Gime en mi boca y toma mi cabeza, acunándola mientras nos besamos, realmente nos besamos, nuestras lenguas explorando el oh tan familiar pero al mismo tiempo oh tan excitante territorio que es la boca del otro. Acaricio su tan, tan hermoso rostro con mis manos.
—Anastasia—suspira.

—Te amo, Zayn Malik. No lo olvides —susurro mirando sus ojos mieles.

El ascensor se detiene suavemente y las puertas se abren.

—Vamos a ver a tu padre antes de que decida alquilar esto hoy. —Me besa rápidamente, toma mi mano, y me lleva al vestíbulo.

Cuando pasamos junto al mostrador, Zayn le da una discreta señal al amable hombre de mediana edad que está detrás del escritorio. Él asiente y levanta el teléfono. Miro a Zayn inquisitivamente, y me da su sonrisa secreta. Le frunzo el ceño, y por un momento parece nervioso.

—¿Dónde está Taylor? —pregunto.

—Lo veremos dentro de poco.

Por supuesto, debe estar cargando gasolina.

—¿Sawyer?

—Haciendo unos mandados.

¿Qué mandados?

Zayn evita la puerta giratoria, y sé que lo hace para no tener que soltar mi mano. La idea me gusta. Afuera es una mañana de verano, pero se siente el otoño aproximándose en el aire. Miro alrededor, buscando la camioneta Audi y a Taylor. Nada. La mano de Zayn se tensa en la mía, y lo miro. Parece ansioso.

—¿Qué ocurre?

Se encoge de hombros. El ruido de un motor me distrae. Es un ronroneo… familiar. Cuando me doy vuelta buscando la fuente del sonido, se detiene. Taylor está saliendo de un coche deportivo relucientemente blanco frente a nosotros.

¡Oh mierda! Es un R8. Miro a Zayn, quien me mira ansiosamente.

“Puedes comprarme uno para mi cumpleaños… uno blanco, creo.”

—Feliz cumpleaños —dice, y sé que espera mi reacción. Lo miro boquiabierta porque es todo lo que puedo hacer. Levanta una llave.

—Completamente lo has superado —susurro. ¡Me compró un maldito Audi R8! Santa mierda. ¡Y exactamente el que le pedí! Mi cara se rompe en una gran sonrisa, y mi diosa interior hace un salto mortal hacia atrás. Me balanceo entre un estado inapto y uno de completa emoción. La emoción de Zayn refleja la mía, y salto a sus brazos. Me levanta en el aire y damos vueltas.

—¡Debes tener más dinero que sentido común! —Le digo— Me encanta. Gracias. —Se detiene y me baja de repente, mirándome, por lo que tengo que aferrarme a sus brazos.

—Lo que sea por ti, Sra. Malik. —Me sonríe. Oh Dios. Qué demostración pública de afecto. Se inclina y me besa— Ven. Vamos a ver a tu padre.

—Sí. ¿Y puedo conducir?

Me sonríe de nuevo.

—Por supuesto. Es tuyo.

Me deja ir, y me apresuro a la puerta del conductor.

Taylor la abre para mí, con una gran sonrisa.

—Feliz cumpleaños, Sra. Malik.

—Gracias Taylor. —Lo sorprendo al abrazarlo suavemente, y me devuelve incómodo el gesto. Sigue ruborizado cuando me subo al coche, y cierra eficientemente la puerta una vez estoy adentro.

—Conduzca con cuidado, señora Malik —dice juguetonamente. Le doy una mirada asesina, pero incapaz de contener la emoción.

—Lo haré —prometo, poniendo la llave en el contacto mientras Zayn se acomoda a mi lado.

—Tómalo con calma. Nadie nos persigue ahora —advierte. Cuando giro la llave, el motor ruge a la vida. Miro los espejos retrovisores, y encontrándome en un extraño momento con poco tránsito, hago una perfecta maniobra de vuelta en U y me dirijo a OSHU.

—¡Whoa! —exclama Zayn alarmado.

—¿Qué?

—No quiero que termines en la unidad de cuidados intensivos al lado de tu padre. Desacelera —gruñe, en su tono de no discutir. Aflojo mi pie del acelerador y lo miro.

—¿Mejor?

—Mucho —murmura, intentando parecer consternado, y fallando miserablemente.

La condición de Ray era la misma. Verlo así me hace reconsiderar el viaje aquí. Realmente debería conducir con más cuidado. No puedes legislar por cada conductor ebrio de este mundo. Debo preguntarle a Zayn que fue del imbécil que chocó a Ray, estoy segura de que sabe. A pesar de los tubos, mi papá se ve algo cómodo, y creo que tiene algo más de color en las mejillas. Mientras le cuento sobre mi mañana, Zayn va a la sala de espera a hacer llamadas.

La enfermera Kellie viene, chequeando los monitores de Ray y tomando nota.

—Todos sus signos se ven bien, Sra. Malik —me sonríe amablemente.

—Eso es muy alentador.

Un ratito después aparece el Dr. Crowe con dos enfermeras y dice cálidamente.

—Señora Malik, es hora de llevar a su padre a radiología. Vamos a hacerle una tomografía computarizada. Para ver el progreso de su cerebro.

—¿Tomará mucho?

—Hasta una hora.

—Esperaré. Me gustaría saber.

—Claro, Sra. Malik.

Voy a la afortunadamente vacía sala de espera donde Zayn se está paseando hablando por teléfono. Mientras habla, mira por la ventana a la vista panorámica de Portland. Se vuelve hacia mí cuando cierro la puerta, y parece enfadado.

—¿Cuánto sobre el límite?... Ya veo… todos los cargos, todo. El papá de Anastasia está en terapia intensiva, quiero que le arrojes el maldito libro a él papá… bien. Mantenme al tanto. —Cuelga.

—¿El otro conductor?

Asiente.

—Algún estúpido camionero borracho del Sureste de Portland —bufa, y me sorprende su terminología y tono desconsiderado. Camina hacia mí, y se suaviza.

—¿Terminaste con Ray? ¿Quieres irte?

—Em… no. —Lo miro, aún atemorizada por lo que acaba de pasar.

—¿Qué ocurre?

—Nada. A Ray lo llevaron a radiología para una tomografía computada para comprobar el derrame en su cerebro. Me gustaría esperar por los resultados.

—De acuerdo. Esperaremos. —Se sienta y estira los brazos. Ya que estamos solos, me acurruco felizmente en su regazo.

—Así no imaginaba pasar el día de hoy —murmura en mi cabello.

—Yo tampoco, pero ahora me estoy sintiendo más positiva. Tu madre fue muy tranquilizadora. Fue muy amable de su parte venir anoche.

Zayn acaricia mi espalda y apoya su barbilla en mi cabeza.

—Mi madre es una mujer increíble.

—Lo es. Eres afortunado de tenerla. —Zayn asiente.

—Debería llamar a mi madre. Decirle lo de Ray —murmuro y Zayn se tensa— Estoy sorprendida de que no me haya llamado. —Me congelo un momento comprendiendo. De hecho, me siento dolida. Es mi cumpleaños después de todo, y ella estuvo cuando nací. ¿Por qué no llamó?

—Quizá lo hizo —dice Zayn. Saco mi BlackBerry de mi bolsillo. No hay llamadas perdidas, pero sí varios mensajes: deseos de cumpleaños de Kate, Justin, Mia, y Ethan. Nada de mi madre. Sacudo la cabeza.

—Llámala ahora —sugiere suavemente. Lo hago, pero no responde, sólo el contestador automático. No dejo un mensaje. ¿Cómo pudo mi propia madre olvidar mi cumpleaños?

—No está allí. Llamaré más tarde cuando sepa los resultados del escaneo del cerebro.

Zayn refuerza su agarre en mí, volviendo a acariciar mi cabello, y no hace comentarios por el poco amor maternal de mi madre. Siento más que escucho el zumbido de su BlackBerry. No me deja ponerme de pie sino que lo pesca incómodamente de su bolsillo.

—Andrea —espeta, otra vez todo negocios. Vuelvo a intentar ponerme de pie y me detiene, frunciendo el ceño y manteniéndome sentada por mi cintura. Me apoyo en su pecho y oigo su conversación.

—Bien… ¿a qué hora ?... ¿Y los otros… eh, paquetes? —Zayn mira su reloj—. ¿El Healthman ya tiene los detalles?… Bien… Sí. Puede esperar hasta el lunes por la mañana, pero envía un e-mail sólo por si acaso, lo imprimiré, firmaré, y te lo enviaré de regreso… Pueden esperar. Ve a casa Andrea… No, estamos bien… Gracias. —Cuelga.

—¿Está todo bien?

—Sí.

—¿Es esto tu asunto de Taiwán?

—Sí. —Se mueve debajo de mí.

—¿Peso mucho?

Bufa.

—No amor.

—¿Te preocupa la cosa de Taiwán?

—No.

—Creí que era importante.

—Lo es. El negocio depende de esto. Muchos trabajos están en riesgo.

¡Oh!

—Sólo tenemos que venderlos a las uniones. Ése es el trabajo de Sam y Ros. Por la forma en que está la economía, ninguno de nosotros tiene muchas opciones.

Bostezo.

—¿Te estoy aburriendo, Sra. Malik? —Vuelve a acariciar mi cabello, divertido.

—¡No! Eso nunca… es que estoy muy cómoda en tu regazo. Me gusta escuchar sobre tus negocios.

—¿Ah sí? —Suena sorprendido.

—Por supuesto. —Me muevo para mirarlo— Me gusta escuchar sobre cualquier pedazo de información que te dignes a compartir conmigo. —Sonrío, y me contempla con diversión y sacude la cabeza.

—Siempre hambrienta por más información, Sra. Malik.

—Dime —lo presiono mientras vuelvo a reclinarme en su pecho.

—¿Que te diga qué?

—Por qué lo haces.

—¿Hacer qué?

—Trabajar de la forma en que lo haces.

—Un chico tiene que ganarse la vida. —Sigue divertido.

—Zayn, haces más que ganarte la vida. —Sueno muy irónica. Frunce el ceño y se queda en silencio por un momento. Creo que no piensa divulgar más secretos, pero me sorprende.

—No quiero ser pobre —dice en voz baja— He hecho eso. No pienso volver ahí. Además… es un juego —murmura— Es todo sobre ganar. Un juego que siempre se me hizo fácil.

—No como la vida —murmuro para mí misma. Luego comprendo que lo dije en voz alta.

—Sí, supongo. —Frunce el ceño—. Aunque es más fácil contigo.

¿Más fácil conmigo? Lo abrazo más estrechamente.

—No todo puede ser un juego. Eres muy filantrópico.

Se encoge de hombros, y sé que se está poniendo incómodo.

—Respecto a algunas cosas, quizás —dice en voz baja.

—Amo al Zayn filántropo —murmuro.

—¿Sólo a él?

—Oh, amo al Zayn megalomaníaco, también, y al Zayn obsesionado por el control, al sexperto Zayn, al Zayn pervertido, al Zayn romántico, al Zayn tímido… la lista es interminable.

—Esos son muchos Zayn.

—Diría que al menos cincuenta.

Se ríe.

—Cincuenta sombras —murmura contra mi cabello.

—Mis Cincuenta Sombras.

Se endereza, toma mi cara, y me besa.


—Bueno, señora Sombras, veamos cómo lo está haciendo tu padre.

—De acuerdo.

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