lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 46.


—Ah, ¿sí? —susurro. Mi boca se seca todavía más, mi corazón golpeteando en mi pecho. ¿Por qué está vestido así? ¿Qué significa? ¿Todavía está enfadado?

—Así es. —Su voz es suave como un gato, pero está sonriendo con suficiencia cuando camina a zancadas más cerca de mí.

Dios, él luce caliente, con sus jeans colgando de esa manera, de sus caderas. Oh, no, no me voy a distraer por el Señor Sexo. Intento calcular su humor mientras camina hacia mí. ¿Enfadado? ¿Juguetón? ¿Lujurioso? ¡Bah! Es imposible de decir.

—Me gustan tus jeans —murmuro, él sonríe con una desarmadora sonrisa lobuna que no alcanza sus ojos. Mierda, aún está enfadado. Está usando estos para distraerme… se detiene frente a mí y soy chamuscada por su intensidad. Me mira, con amplios ojos indescifrables quemando en los míos. Trago saliva.

—Entiendo que tienes asuntos, Sra. Malik —dice sedosamente, y saca algo de su bolsillo trasero. No puedo apartar mi mirada de la suya pero lo escucho desdoblar un pedazo de papel. Lo sostiene en alto, y mirando brevemente en su dirección, reconozco mi correo electrónico. Mi mirada regresa a la suya, y sus ojos resplandecen con rabia.

—Sí, tengo asuntos —susurro, sintiéndome sin aliento. Necesito distancia si vamos a discutirlo. Pero antes de que pueda dar un paso atrás, él se inclina y desliza su nariz a lo largo de la mía. Mis ojos revolotean hasta cerrarse cuando le doy la bienvenida a su toque gentil e inesperado.

—Yo también —susurra contra mi piel, y abro los ojos ante sus palabras.

Él se endereza y me mira fijamente una vez más.

—Creo que estoy familiarizada con tus asuntos, Zayn. —Mi voz es irónica y él entrecierra los ojos, suprimiendo la diversión que destella ahí momentáneamente. ¿Vamos a pelear? Doy un paso atrás por precaución. Debo distanciarme físicamente de él, de su aroma, su mirada, su distractor cuerpo en aquellos sexys jeans. Él frunce el ceño cuando me aparto.

—¿Por qué volviste de Nueva York? —susurro. Terminemos con esto.

—Sabes por qué. —Su tono carga un tono de advertencia.

—¿Porque salí con Kate?

—Porque fuiste en contra de tu palabra y me desafiaste, poniéndote a ti misma en un riesgo innecesario.

—¿Fui en contra de mi palabra? ¿Así es como lo ves? —jadeo, ignorando el resto de su oración.

—Sí.

Empiezo a poner los ojos en blanco pero me detengo cuando él me mira seriamente.

—Zayn, cambié de opinión —explico lenta y pacientemente como si él fuera un niño— Soy una mujer. Somos conocidas por eso. Es lo que hacemos.

Parpadea hacia mí como si no entendiera esto.

—Si hubiera pensando por un minuto que cancelarías tu viaje de negocios… —Las palabras me fallan. Me doy cuenta que no sé qué decir. Estoy de nuevo catapultada sobre el argumento de nuestros votos. Nunca prometí obedecerte, Zayn. Pero detengo mi lengua, porque en el fondo estoy alegre de que haya regresado. A pesar de su furia me alegra que esté aquí en una pieza, enfadado y ardiendo frente a mí.

—¿Cambiaste de opinión? —No puede ocultar su despectiva incredulidad.

—Sí.

—¿Y no pensaste en llamarme? —Me mira seriamente, incrédulo, antes de continuar— Aún más, dejaste el detalle de la seguridad a un lado y pusiste a Ryan en peligro.

Oh. No había pensado en eso.

—Debí haber llamado, pero no quería preocuparte. Si lo hubiera hecho, estoy segura que me habrías prohibido ir y había extrañado a Kate. Quería verla. Además, aquello me mantuvo fuera del camino cuando Jack estuvo aquí. Ryan debería haberlo dejado entrar. —Esto es tan confuso. Si Ryan no lo hubiese hecho, Jack todavía estaría por ahí.

Los ojos de Zayn brillan salvajemente, luego se cierran, su rostro apretándose como si estuviera en agonía. Oh, no. Sacude su cabeza y antes de que lo sepa, me ha atrapado en sus brazos, empujándome duro contra él.

—Oh, Anastasia —susurra mientras aprieta su agarre en mí, de modo que apenas puedo respirar— Si algo te pasara… —Su voz es apenas un susurro.

—Pero no fue así —me las arreglé para decir.

—Pero podría haberlo sido. Morí mil muertes hoy pensando en lo que pudo haber pasado. No puedo recordar estar así de enfadado… excepto… —Se detiene de nuevo. ¿Oh?

—¿Excepto? —espeto.

—Una vez en tu viejo apartamento. Cuando Leila estuvo ahí.

Oh. No quiero pensar en eso.

—Fuiste tan frío esta mañana —murmuro. Mi voz se rompe en la última palabra mientras recuerdo la horrorosa sensación de rechazo en la ducha.

Sus manos se mueven a la base de mi cuello, liberando su agarre en mí, y tomo una profunda respiración. Él empuja mi cabeza hacia atrás.

—No sé cómo lidiar con esta rabia. No creo que quiera herirte —dice, sus ojos amplios y cautelosos— Esta mañana, quería castigarte, mucho y….

Se detiene, perdido en las palabras creo, o demasiado asustado por decirlas.

—¿Estabas preocupado de herirme? —Termino su oración por él, sin creer por un minuto que él me lastimaría, pero aliviada también. Una pequeña parte despiadada de mí temía que era porque no me deseaba más.

—No confiaba en mí mismo —dice calmadamente.

—Zayn, sé que nunca me lastimarías. No físicamente, de todas maneras.
—Agarro su cabeza entre mis manos.

—¿De verdad? —pregunta, y hay escepticismo en su voz.

—Sí. Sabía que lo que dijiste fue una vacía y frívola amenaza. Sé que no vas a sacarme la mierda a golpes.

—Eso quería.

—No, no lo querías. Simplemente pensaste que querías.

—No sé si eso es cierto —murmura.

—Piensa en ello —urjo, envolviendo mis brazos a su alrededor una vez más y olisqueando su pecho a través de la camiseta negra— En cómo te sentiste cuando me fui. Me has dicho con suficiente frecuencia qué te provocó eso. Cómo alteró tu visión del mundo, de mí. Sé a lo que has renunciado por mí. Piensa en cómo te sentiste por las marcas de las esposas en nuestra luna de miel.

Se paraliza, y sé que está procesando esta información. Aprieto mis brazos alrededor de él, mis manos en su espalda, sintiendo sus tensos músculos bajo su camiseta. Gradualmente, se relaja mientras la tensión se evapora lentamente.

¿Es esto lo que lo ha estado preocupando? ¿Qué me lastimará? ¿Por qué tengo más fe en él de la que tiene en sí mismo? No lo entiendo, seguramente hemos avanzado. Normalmente es tan fuerte, tan en control, pero sin eso, está perdido. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta… lo lamento. Besa mi cabello y vuelvo mi cara hacia la suya, y sus labios encuentran los míos, buscando, tomando, dando, rogando… ¿por qué? No lo sé. Sólo quiero sentir su boca en la mía, y regreso su beso apasionadamente.

—Tienes tanta fe en mí —susurra después de que se apartara.

—Así es. —Acaricia mi cara con la parte trasera de sus nudillos y la punta de su pulgar, mirando fijamente en mis ojos. Su rabia se ha ido. Mi Cincuenta está de vuelta desde donde sea que ha estado. Es bueno verlo. Miro tímidamente y sonrío con suficiencia.

—Además —susurro—, no tienes el papeleo.

Su boca cae abierta con divertida sorpresa, y me aprieta contra su pecho de nuevo.

—Tienes razón, no lo tengo. —Se ríe.

Estamos de pie en el medio del gran salón, atrapados en nuestro abrazo, simplemente sosteniéndonos uno al otro.

—Ven a la cama —susurra, después del cielo sabrá cuánto tiempo.

—Zayn, necesitamos hablar.

—Después —dice suavemente, con urgencia.

—Zayn, por favor. Habla conmigo.

Suspira.

—¿Sobre qué?

—Ya sabes. Me mantienes en la oscuridad.

—Quiero protegerte.

—No soy una niña.

—Estoy totalmente al tanto de eso, Sra. Malik. —Desliza sus manos por mi cuerpo y ahueca mi parte trasera. Flexionando sus caderas presiona su creciente erección contra mí.

— ¡Zayn! —Lo reprendo— Habla conmigo.

Suspira una vez más con exasperación.

—¿Qué quieres saber? —Su voz es resignada mientras me libera. Me desinflo… no quise decir que me soltaras. Tomando mi mano, se estira para recoger mi correo electrónico del suelo.

—Muchas cosas —murmuro, mientras lo dejo guiarme al sofá.


No hay comentarios:

Publicar un comentario