miércoles, 7 de agosto de 2013

Capítulo 77

Tengo una urgente necesidad de ir al baño. Abro mis ojos. Estoy en el ambiente estéril y limpio de una habitación de hospital. Está oscuro excepto por una luz lateral, y todo está en silencio. Mi pecho y cabeza duelen, pero más que eso, mi vejiga está repleta. Necesito orinar. Pruebo mis miembros. Mis brazos derechos, aúllo de dolor, y noto la intravenosa pegada al interior de mi codo. Cierro mis ojos rápidamente. Volteando mi cabeza, estoy agradecida de que obedezca mi voluntad, abro los ojos de nuevo.

Zayn está dormido, sentado junto a mí e inclinándose hacia mi cama en sus brazos doblados. Me estiro, agradecida una vez más porque mi cuerpo responda, y paso mis dedos por su cabello suave. Se despierta con un salto, alzando su cabeza tan de repente que mi mano cae débilmente en la cama de nuevo.

—Hola —hablo con voz ronca.

—Oh, Anastasia. —Su voz es ahogada y de alivio. Agarra mi mano, apretándola fuertemente y sosteniéndola contra su mejilla áspera y con barba.

—Necesito usar el baño —susurro.

Me mira boquiabierto y luego me frunce el ceño por un momento.

—Está bien.

Lucho para sentarme.

—Anastasia, quédate quieta. Llamaré a una enferma. —Rápidamente se pone de pie, alarmado, y se inclina por el timbre en la cabecera.

—Por favor —susurro. ¿Por qué me duele en todas partes?— Necesito levantarme.

Caray, me siento tan débil.

—¿Por una vez harías lo que te dicen? —espeta, exasperado.

—En verdad necesito orinar —digo con una voz áspera.

Mi garganta y boca están tan secas. Una enferma entra en la habitación. Debe estar en sus cincuentas, aunque su cabello es negro azabache. Usa unos pendientes de perlas extralargos.

—Sra. Malik, bienvenida de nuevo. Le haré saber a la Dra. Bartley que está despierta. —Camina hacia mi cabecera— Mi nombre es Nora. ¿Sabe dónde está?

—Sí. Hospital. Necesito orinar.

—Tiene un catéter.

¿Qué? Oh esto es asqueroso. Miro ansiosamente hacia Zayn y de nuevo a la enfermera.

—Por favor. Quiero levantarme.

—Sra. Malik.

—Por favor.

—Anastasia —advierte Zayn. Lucho para sentarme una vez más.

—Déjeme quitarle el catéter. Sr. Malik estoy segura que a la Sra. Malik le gustaría un poco de privacidad. —Mira deliberadamente hacia Zayn, echándolo.

—No me voy a ir a ninguna parte. —La mirada de vuelta.

—Zayn, por favor —susurro, estirándome y agarrando su mano. Brevemente él la aprieta y luego me da una mirada exasperada— Por favor —ruego.

—¡Está bien! —Espeta y pasa su mano por su cabello— Tiene dos minutos —le dice entre dientes a la enfermera, y se inclina para saber mi frente antes de darse la vuelta y dejar la habitación.

Zayn entra en la habitación dos minutos después mientras la Enfermera Nora me ayuda a salir de la cama. Estoy vestida en una delgada bata de hospital. No recuerdo ser desnudada.

—Déjeme llevarla —dice él y da zancadas hacia nosotras.

—Sr. Malik, puedo hacerlo —la Enfermera Nora lo reprende.

Él le dirige una mirada hostil.

—Demonios, ella es mi esposa. Yo la llevaré.

Lo dice entre dientes apretados mientras mueve el poste de intravenosa de su camino.

—¡Sr. Malik! —protesta ella.

Él la ignora, se inclina y gentilmente me levanta de la cama. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, mi cuerpo quejándose. Dios, me duele todo. Me lleva al baño mientras la Enfermera Nora nos sigue, empujando el poste de intravenosa.

—Sra. Malik, estás demasiado delgada —murmura de manera desaprobatoria mientras gentilmente me pone de pie.

Me balanceo. Mis piernas se sienten como gelatina. Zayn mueve el interruptor, y estoy momentáneamente cegada por la lámpara fluorescente que suena y titila para encenderse.

—Siéntate antes de que te caigas —espeta, todavía sosteniéndome.

Con indecisión, me siento en el retrete.

—Vete. —Trato de que se vaya.

—No. Sólo haz pis, Anastasia.

¿Esto podría ser más vergonzoso?

—No puedo, no contigo aquí.

—Podrías caerte.

—¡Sr. Malik!

Ambos ignoramos a la enfermera.

—Por favor —ruego.

Él alza sus manos en derrota.

—Me quedaré afuera con la puerta abierta. —Da unos cuantos pasos hacia atrás hasta que está justo afuera de la puerta con la enfermera enfadada.

—Date la vuelta, por favor —pido.

¿Por qué me siento tan ridículamente tímida con este hombre? Pone sus ojos en blanco pero lo cumple. Y cuando su espalda está volteada… me dejo llevar, y saboreo el alivio.

Hago recuento de mis heridas. Mi cabeza duele, mi pecho duele donde Jack me golpeó, y mi costado tiene un dolor pulsante donde él me empujó al suelo. Además, estoy sedienta y tengo hambre. Dios, realmente hambrienta. Termino, agradecida al no tener que levantarme para lavarme mis manos, ya que el lavabo está tan cerca. Simplemente no tengo la fuerza para levantarme.

—Terminé —gritó, secando mis manos en la toalla.

Zayn se da la vuelta y entra y antes de que lo sepa, estoy en sus brazos de nuevo. He extrañado estos brazos. Hace una pausa y entierra su nariz en mi cabello.

—Oh, te he extrañado, Sra. Malik —susurra, y con la Enfermera Nora enfadada detrás de él, me tiene de nuevo en la cama y me suelta, reacio, creo.

—Si ya ha terminado, Sr. Malik. Me gustaría revisar a la Sra. Malik ahora. —La Enfermera Nora está enfadada.

Se mueve hacia atrás.

—Es toda suya —dice en un tono más medido.

Ella jadea y regresa su atención a mí. ¿Exasperante, verdad?

—¿Cómo se siente? —me pregunta, su voz enlazada con simpatía y un rastro de irritación, lo cual sospecho que es a beneficio de Zayn.

—Dolorida, y sedienta. Muy sedienta —susurro.

—Le traeré un poco de agua una vez que haya revisado sus signos vitales y la Dra. Bartley la haya revisado.

Toma un tensiómetro y lo envuelve en mi antebrazo. Miro ansiosamente a Zayn. Él parece terrible, angustiado incluso, como si no hubiera dormido por días. Su cabello es un desastre, no se ha afeitado en largo tiempo, y su camisa está muy arrugada. Frunzo el ceño.

—¿Cómo te sientes? —ignorando a la enfermera, él se sienta en la cama lejos del alcance.

—Confundida. Dolorida. Hambrienta.

—¿Hambrienta? —Pestañea con sorpresa.

Asiento.

—¿Qué quieres comer?

—Cualquier cosa. Sopa.

—Sr. Malik, necesitará el permiso de la doctora antes de que la Sra. Malik pueda comer.

La mira de manera impasible por un momento y luego saca su Blackberry del bolsillo de sus pantalones y presiona un número.

—Anastasia quiere sopa de pollo… bien… Gracias. —Cuelga. Miro a Nora quien estrecha sus ojos hacia Zayn.

—¿Taylor? —pregunto rápidamente.

Zayn asiente.

—Su presión sanguínea está normal, Sra. Malik. Llamaré a la doctora.

Remueve el tensiómetro y, sin otra palabra, sale de la habitación, irradiando desaprobación.

—Creo que hiciste enojar a la Enfermera Nora.

—Tengo ese efecto en las mujeres. —Sonríe.

Me río, luego me detengo mientras dolor irradia en mi pecho.

—Sí, lo causas.

—Oh, Anastasia. Amo oírte reír.

Nora regresa con una jarra de agua. Ambos nos callamos, mirándonos mientras sirve un vaso y me lo entrega.

—Sorbos pequeños ahora —advierte.

—Sí, mamá —murmuro y le doy la bienvenida a un sorbo de agua fría.

Sabe perfecto. Tomo otro y Zayn me observa intensamente.

—¿Mia? —pregunto.

—Está a salvo. Gracias a ti.

—¿La tenían ellos?

—Sí.

Toda la locura por una razón. El alivio se mueve por mi cuerpo. Gracias a Dios, gracias a Dios, Gracias a Dios, está bien. Frunzo el ceño.

—¿Cómo la atraparon?

—Elizabeth Morgan —dice simplemente.

—¡No!

Él asiente.

—La capturó en el gimnasio de Mia.

Frunzo el ceño, todavía sin entender.

—Anastasia, te daré los detalles después. Mia está a salvo, todos los asuntos considerados. Fue drogada. Está aturdida y conmocionada en este momento, pero por algún milagro no fue herida. —La mandíbula de Zayn se tensa— Lo que hiciste… —Pasa una mano por su cabello—, fue increíblemente valiente e increíblemente estúpido. Te podían haber asesinado. —Sus ojos resplandecen con un miel deprimente y escalofriante, y sé que está reprimiendo su enojo.

—No sabía qué más hacer —susurro.

— ¡Podrías habérmelo dicho! —dice vehemente, cerrando sus manos en puño en su regazo.

—Él dijo que la mataría si se lo decía a alguien. No podía tomar ese riesgo.

Zayn cierra sus ojos, terror grabado en su rostro.

—He muerto cien veces desde el jueves.

¿Jueves?

—¿Qué día es?

—Casi sábado —dice, revisando su reloj— Has estado inconsciente por casi veinticuatro horas.

Oh.

—¿Y Jack y Elizabeth?

—En custodia policial. Aunque Hyde está aquí bajo vigilancia. Tuvieron que removerle la bala que le dejaste —dice agriamente— No sé en dónde está en el hospital, afortunadamente, o probablemente lo mataría yo mismo. —Su rostro se oscurece.

Oh mierda. ¿Jack está aquí?


Palidezco. Mi estómago vacío convulsiona, lágrimas manchan mis ojos, y un profundo estremecimiento me recorre.

—Hey. —Zayn se mueve a toda prisa hacia adelante, su voz llena de preocupación. Tomando el vaso de mi mano, cuidadosamente me envuelve en sus brazos.

—Ahora estás a salvo —murmura contra mi cabello, su voz ronca.

—Zayn, lo siento tanto. —Mis lágrimas comienzan a caer.

—Tranquila. —Él acaricia mi cabello, y yo gimoteo en su cuello.

—Lo que dije. Nunca iba a dejarte.

—Tranquila, nena, lo sé.

—¿Lo sabes? —Su admisión le pone fin a mis lágrimas.

—Lo averigüé. Honestamente, Anastasia, ¿en qué estabas pensando? —Su tono es tenso.

—Me tomaste por sorpresa —murmuro en el cuello de su camisa— Cuando hablamos en el banco, creíste que iba a dejarte. Pensé que me conocías mejor. Te he dicho una y otra vez que nunca me iría.

—Pero después de la forma atroz en la que me había comportado… —Su voz apenas se escucha, sus brazos se tensan a mí alrededor— Pensé por un corto tiempo que te había perdido.

—No, Zayn. Nunca. No quería que interfirieras, y pusieras la vida de Mia en peligro.

Él suspira, no sé si es de rabia, exasperación o dolor.

—¿Cómo lo descifraste? —pregunto rápidamente para distraerlo de su línea de pensamiento.

—Acababa de aterrizar en Seattle cuando el banco llamó. Lo último que escuché es que estabas enferma e ibas a casa.

—¿Así que estabas en Portland cuando Sawyer te llamó en el coche?

—Estábamos a punto de despegar. Estaba preocupado por ti —dice suavemente.

—¿Lo estabas?

Frunce el ceño.

—Por supuesto que lo estaba. —Pasa su pulgar por mi labio inferior— Paso mi vida preocupándome por ti. Tú sabes eso.

¡Oh, Zayn!

—Jack me llamó a la oficina —murmuro— Me dio dos horas para conseguir el dinero. —Me encojo de hombros— Tenía que irme, y esa pareció la mejor excusa.

La boca de Zayn se presiona en una fuerte línea.


—Y Sawyer te dio la salida. Está enfadado contigo. También.

—¿También?

—También como yo.

Me estiro y tentativamente toco su rostro, pasando mis dedos por su barba. Él cierra sus ojos, inclinándose en mis dedos.

—No estés enfadado conmigo. Por favor —susurro.

—Estoy tan enfadado contigo. Lo que hiciste fue monumentalmente estúpido. Bordeando lo insano.

—Te lo dije, no sabía qué más hacer.

—No pareces tener en cuenta tu seguridad personal. Y ya no eres sólo tú ahora —añade de manera molesta.

Mi labio tiembla. Está pensando en nuestro Pequeño Blip.
La puerta se abre, sorprendiendo a los dos, y una mujer joven afro-americana con una bata blanca sobre unos pantalones grises entra.

—Buenas noches, Sra. Malik. Soy la Dra. Bartley.

Ella me empieza a examinarme a fondo, poniendo una luz ante mis ojos, haciéndome tocarla con mis dedos, luego tocando mi nariz mientras cierro primero un ojo y luego el otro, comprobando todos mis reflejos. Pero su voz es suave y su tacto delicado, tiene un trato cariñoso con los pacientes. La enfermera Nora se une a ella, y Zayn camina hacia la esquina de la habitación y hace algunas llamadas, mientras ellas dos me atienden. ¡Es difícil concentrarse en la Dra. Bartley, la enfermera Nora y Zayn, al mismo tiempo! pero oigo como llama a su padre, a mi madre, a Kate y les dice que estoy despierta. Por último, deja un mensaje para Ray.

Ray. Oh, mierda… Un vago recuerdo de su voz vuelve a mí. Él estaba aquí, sí, cuando yo todavía estaba inconsciente.

La Dra. Bartley comprueba mis costillas, sondeando con sus dedos suavemente pero con firmeza. Me estremezco.

—Estos están magulladas, no fracturadas o rotas. Tuvo suerte, la Sra. Malik. —Quiero fruncir el ceño. ¿Suerte? Esa no es la palabra que yo hubiera elegido. Zayn la contempla hoscamente, también. Él vocaliza algo hacia mí. Creo que es temeraria, pero no estoy segura.

—Voy a recetarle unos calmantes. Los necesitará para esto y para el dolor de cabeza que debe tener. Pero todo está evolucionando como debe ser, Sra. Malik. Le sugiero dormir un poco. Dependiendo de cómo se sienta por la mañana, podemos dejar que se vaya a casa. Mi compañero, el Dr. Singh la atenderá a continuación.

—Gracias. 

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