–Estoy
ansioso por leer el artículo, señorita Kavanagh –murmura Malik y se vuelve hacia mí, de pie junto a la
puerta–. ¿Podría caminar conmigo, señorita
Steele? –pregunta.
–Claro
–digo, totalmente desconcertada. Miro
ansiosamente a Kate, quien se encoge de hombros. Me doy cuenta de que Justin
tiene el ceño fruncido detrás de ella.
–Buen
día para todos –dice Malik mientras abre la puerta,
parándose a un lado para que yo pueda ir primero.
Infierno
santo… ¿qué es esto? ¿Qué quiere? Me detengo en el pasillo del hotel,
moviéndome nerviosamente mientras Malik sale de la habitación, seguido por el
Sr. Corte de militar en su traje impecable.
–Yo
te llamo, Taylor –murmura
a corte de militar. Taylor camina por el pasillo y Malik vuelve sus ardientes
ojos mieles hacia mí. Mierda… ¿Hice algo malo? –. Me preguntaba si te gustaría acompañarme a tomar café
esta mañana.
Mi
corazón salta de golpe hasta mi boca. ¿Una cita? Zayn Malik me está pidiendo
una cita. Pregunta si deseo tomar un café. Tal vez piensa que no te has
despertado todavía, mi subconsciente gime en un modo burlón otra vez, me aclaro
la garganta tratando de controlar mis nervios.
–Debo
llevar a todos a casa –murmuro
en tono de disculpa, retorciendo mis manos y dedos frente a mí.
–¡Taylor!
–llama, haciéndome saltar. Taylor, que
se había retirado por el pasillo, se da la vuelta y se dirige hacia nosotros–. ¿Regresan a la universidad? –pregunta Malik, su voz suave e
inquietante. Asiento con la cabeza, demasiado aturdida como para hablar–. Taylor puede llevarlos. Es mi
chofer, tenemos un amplio 4x4 aquí, así que podrá también con el equipo.
–¿Señor
Malik? –pregunta Taylor cuando llega hasta
nosotros, dejando algo de distancia.
–Por
favor, ¿puedes llevar al fotógrafo, su ayudante y a la señorita Kavanagh de
vuelta a casa?
–Por
supuesto, señor. –Responde
Taylor.
–Ahí
lo tienes. Ahora ¿puedes acompañarme a tomar un café? –Malik sonríe como si fuera un hecho.
Frunzo
el ceño ante él.
–Um.
Señor Malik, eh… esto realmente… mire. Taylor no tiene que llevarlos a casa. –Le doy una breve mirada a Taylor,
quien se mantiene estoicamente impasible–.
Puedo cambiar de vehículo con Kate, si me da un momento.
Malik
muestra una deslumbrante, descontrolada, natural y gloriosa sonrisa mostrando
los dientes. Oh dios…y abre la puerta de la suite para que pueda volver a
entrar. Me deslizo alrededor de él para entrar en la habitación, encontrando a
Katherine sumergida en una discusión con Justin.
–Ana,
creo que definitivamente le gustas –dice
sin preámbulos. Justin me mira con desaprobación–. Pero no confió en él –añade. Levanto mi mano hacia arriba con la esperanza de
que deje de hablar, por algún milagro, lo hace.
–Kate,
si tomas el Beetle, ¿puedo quedarme con tu auto?
–¿Por
qué?
–Zayn
Malik me ha pedido que vaya a tomar un café con él.
Su
boca se abre. ¡Kate sin palabras! Saboreo el momento. Me toma por el brazo y me
arrastra hacia el dormitorio fuera de la sala de estar de la suite.
–Ana,
hay algo en él. –Su
tono de voz está lleno de advertencia–.
Es hermoso, estoy de acuerdo, pero creo que es peligroso. Especialmente para
alguien como tú.
–¿Qué
quieres decir con alguien como yo? –demando
ofendida.
–Alguien
inocente como tú, Ana. Sabes a que me refiero –dice un poco irritada. Me sonrojo.
–Kate,
es solo café. Empiezo mis exámenes esta semana y tengo que estudiar, así que no
estaré mucho tiempo.
Frunce
los labios, como si considerara mi argumento. Finalmente toma las llaves de su
auto de su bolsillo y las coloca en mi mano. Le entrego las mías.
–Te
veré más tarde. No te quedes mucho o voy a enviar un equipo de búsqueda y
rescate.
–Gracias.
–La abrazo.
Salgo
de la habitación para encontrar a Zayn Malik esperando, apoyado contra la
pared, viéndose como un modelo masculino en una pose para alguna brillante
revista de calidad.
–Está
bien, vayamos por el café –murmuro,
poniéndome color remolacha.
Él
sonríe.
–Después
de usted, señorita Steele. –Se
endereza, extendiendo su mano para que pase primero. Hago mi camino por el
pasillo, con mis rodillas inestables, mi estómago lleno de mariposas y mi
corazón latiendo en mi boca con un dramático ritmo desigual. Voy a tomar un café
con Zayn Malik…y odio el café.
Caminamos
juntos por el pasillo del hotel hasta los ascensores. ¿Qué debo decirle? Mi
mente está paralizada repentinamente con aprensión. ¿De qué vamos a hablar?
¿Qué diablos tengo en común con él? Su voz suave me saca de mi ensueño.
–¿Cuánto
tiempo hace que conoce a Katherine Kavanagh?
Ah,
una pregunta fácil para empezar.
–Desde
nuestro primer año. Es una buena amiga.
–Hmm
–responde, sin compromiso. ¿Qué está
pensando?
En
los ascensores, presiona el botón de llamada y suena el timbre casi de
inmediato. Las puertas deslizables se abren revelando a una joven pareja en un
abrazo apasionado. Sorprendidos y avergonzados, se separan de un salto,
mirando con aire de culpabilidad hacia todos lados excepto nosotros. Malik y yo
subimos al ascensor. Luchando por mantener un rostro serio, miro hacia el
suelo, sintiendo mis mejillas volverse rosadas. Cuando fisgoneo a través de mis
pestañas hacia Malik, observo un atisbo de sonrisa de sus labios, pero es muy
difícil de decir. La joven pareja no dice nada y viajamos hacia el primer piso
en un silencio embarazoso. Ni siquiera tenernos un pretencioso hilo musical que
nos distraiga.
Las
puertas se abren y, para mi sorpresa, Malik toma mi mano, apretándola con sus
largos y fríos dedos. Siento la corriente a través de mí y el latido de mi
corazón se acelera. A medida que me ayuda a salir del ascensor, escuchamos la
erupción de carcajadas reprimidas de la pareja detrás de nosotros, Malik
sonríe.
–¿Qué
es lo que tienen los ascensores? –murmura.
Cruzamos
el amplio y animado vestíbulo del hotel hacia la puerta, pero Malik evita la
puerta giratoria y me pregunto si se debe a que tendría que soltar mi mano.
Afuera,
es un templado domingo de mayo. El sol brilla y el tráfico es ligero. Malik
gira a la izquierda y camina hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar a
que cambie la luz del semáforo para peatones. Todavía está sosteniendo mi mano.
Estoy en la calle y Zayn Malik está tomando mi mano. Nadie ha tomado mi mano.
Me siento mareada y con un hormigueo en todo el cuerpo. Intento sofocar la
mueca ridícula que amenaza con dividir mi rostro en dos.
Trata
de ser genial, Ana, mi subconsciente me implora. Entonces, el hombrecito verde
se enciende y comenzamos a caminar otra vez.
Caminamos
cuatro cuadras antes de llegar al Café de portland House, en donde Malik me
suelta para mantener la puerta abierta para que pueda entrar.
–¿Por
qué no eliges una mesa mientras voy a buscar las bebidas? ¿Qué le gustaría? –pregunta, amable como siempre.
–Voy
a tomar…um, un té English Breakfast, con la bolsa afuera.
Levanta
las cejas.
–¿No
café?
–No
estoy interesada en el café.
Sonríe.
–Está
bien, bolsa de té. ¿Azúcar?
Por
un momento, estoy sorprendida, pensando que es una palabra de cariño, pero
afortunadamente, mi subconsciente se activa con los labios fruncidos. No,
estúpida. ¿Tomas azúcar?
–No,
gracias. –Miro hacia abajo a mis dedos cruzados.
–¿Algo
para comer?
–No,
gracias. –Niego con la cabeza y se dirige al
mostrador.
Lo
miro disimuladamente desde debajo de mis pestañas mientras se encuentra en la
línea de espera para ser atendido. Podría mirarlo todo el día… es alto, de
hombros anchos, delgados y la forma en que los pantalones le cuelgan en su
cadera… ¡Oh dios! Pasa una o dos veces sus dedos largos y elegantes por su cabello
seco, pero todavía desordenado. Hmm… me gustaría hacer eso. El pensamiento
viene espontáneamente a mi mente y mi rostro quema. Me muerdo el labio y miro
abajo hacia mis manos otra vez, sin gustarme el curso de mis pensamientos
rebeldes.
–Un
penique por tus pensamientos –Malik
está de vuelta, sorprendiéndome.
Me
pongo de color carmesí. Solo estaba pensando acerca de cómo pasaría mis dedos
por tu cabello y me preguntaba si se sentiría suave al tacto. Niego con la
cabeza. Está cargando una bandeja, la cual coloca en la pequeña y redonda meda
de abedul. Me da una taza y un plato, un vaso de agua pequeño y una bandeja que
lleva una solitaria bolsita de té etiquetada como Twinings English Breakfast… mi
favorito. Él tiene un café que lleva una maravillosa imagen de hoja impresa en
la leche. ¿Cómo lo hacen? Me pregunto sin decir nada. También se compró un
muffin de arándanos. Pone la bandeja a un lado, se sienta frente a mí y cruza
sus largas piernas. Se le ve tan cómodo, tan a gusto con su cuerpo, lo envidio.
Aquí estoy yo, toda torpe y descoordinada, apenas capaz de ir de A a B sin caer
de bruces.
–¿Tus
pensamientos? –pregunta.
–Éste
es mi té favorito. –Mi
voz es baja, entrecortada. Simplemente no puedo creer que esté sentada frente a
Zayn Malik en una cafetería de Portland. Frunce el ceño. Sabe que estoy
ocultando algo. Hago estallar la bolsita de té en la tetera y casi de inmediato
la tomo de nuevo con mi cucharilla. Mientras pongo de nuevo la bolsita de té
usada en la bandeja, él ladea la cabeza, mirándome con curiosidad.
–Me
gusta el té negro y poco cargado –murmuro
en tono de explicación.
–Ya
veo. ¿Es tu novio?
Whoa…
¿Qué?
–¿Quién?
–El
fotógrafo. Justin Drew.
Me
rio, nerviosa pero curiosa. ¿Qué le daría esa impresión?
–No.
Justin es un buen amigo mío, eso es todo. ¿Por qué pensaste que era mi novio?
–La
forma en que le sonreíste y él a ti. –Sus
ojos mieles sostienen mi mirada, es tan desconcertante. Quiero mirar hacia otro
lado, pero estoy atrapada… hechizada.
–Es
más como familia –susurro.
Malik
asiente con la cabeza ligeramente, al parecer satisfecho con mi respuesta y
mira hacia su muffin de arándanos. Sus largos dedos retiran con habilidad el
papel mientras lo miro fascinada.
–¿Quieres
un poco? –me pregunta y esa sonrisa secreta y
divertida está de regreso.
–No,
gracias –frunzo el ceño y miro hacia mis manos
de nuevo.
–Y
el chico que conocí ayer en la tienda. ¿Es tu novio?
–No.
Paul es solo un amigo. Te lo dije ayer. –Oh, esto se está poniendo tonto–. ¿Por qué me lo preguntas?
–Pareces
nerviosa alrededor de los hombres.
Mierda,
eso es personal. Solo estoy nerviosa a tu alrededor, Malik.
–Te
encuentro intimidante. –Me
sonrojo hasta llegar a escarlata, pero mentalmente me doy palmaditas en la
espalda por mi franqueza y vuelvo la mirada a mis manos otra vez. Puedo
escucharlo inhalar fuertemente.
–Deberías
encontrarme intimidante. –Asiente
con la cabeza–. Eres muy honesta. Por favor, no
bajes la mirada. Me gusta ver tu rostro. –Oh.
Pongo la mirada en él y me da una sonrisa alentadora, pero irónica–. Me da una especie de idea de lo que
podrías estar pensando. –Respira–.
Eres un misterio, señorita Steele.
¿Misteriosa?
¿Yo?
–No
hay nada de misterio en mí.
–Creo
que eres muy reservada –murmura.
¿Lo
soy? Wow… ¿Como voy a manejar eso? Esto es desconcertante. Yo, ¿reservada? De
ninguna manera.
–Excepto
cuando te ruborizas, por supuesto, lo que sucede a menudo. Solo desearía saber
el porqué de tu rubor. –Lanza
un pequeño trozo de muffin a su boca y comienza a masticarlo lentamente, sin
despegar sus ojos de mí. Y por supuesto, como si fuera el momento justo, me
ruborizo. ¡Mierda!
–¿Siempre
haces ese tipo de observaciones personales?
–No
me había dado cuenta que lo hacía. ¿Te he ofendido? –sonaba sorprendido.
–No
–contesto sinceramente.
–Bueno.
–Pero
eres muy prepotente –contraataco
tranquilamente.
Levanta
sus cejas y, si no me equivoco, su cara se enrojece ligeramente también.
–Estoy
acostumbrado a hacer las cosas a mi manera, Anastasia –murmura–. En todas las cosas.
–No
lo dudo. ¿Por qué no me pediste que te llamara por tu nombre? –Estoy sorprendida por mi atrevimiento. ¿Por qué esta conversación se ha puesto
tan seria?
No
va de la manera en que pensé que iba a ir. No puedo creer que esté sintiendo
tanta antipatía hacia él. Es como si estuviera intentando ahuyentarlo.
–Las
únicas personas que usan mi nombre son mi familia y unos pocos amigos íntimos.
Es así como quiero que sea.
Oh.
El todavía no me ha dicho, llámame Zayn. Es un fanático del control, no hay
ninguna otra explicación y una parte de mi está pensando que quizás habría sido
mejor que Kate lo hubiera entrevistado. Dos fanáticos del control juntos. Un
añadido es que ella es casi rubia -bueno, rubia oxigenada- como todas las
mujeres en su oficina. Y es hermosa, me recuerda mi subconsciente. No me gusta
la idea de Zayn y Kate juntos. Tomo un sorbo de mi té y Malik come otro pequeño
trozo de su muffin.
–¿Eres
hija única? –pregunta.
Oh…
cambio de tema.
–Sí.
–Háblame
sobre tus padres.
¿Por
qué quiere saber esto? Esto es tan aburrido.
–Mi
madre vive en Georgia con su nuevo marido, Bob. Mi padrastro vive en Montesano.
–¿Y
tu padre?
–Mi
padre murió cuando yo era un bebé.
–Lo
siento –murmura y una fugaz mirada triste
cruza su rostro.
–No
lo recuerdo.
–¿Y
tu madre volvió a casarse?
Resoplo.
–Se
podría decir eso.
Frunce
el entrecejo.
–No
me das mucha información, ¿verdad? –dice
secamente, frotando su barbilla como si pensara profundamente.
–Tú
tampoco.
–Tú
me has interrogado ya una vez y yo trato de hacer algunas preguntas. –Me sonríe.
¡Mierda!
Él está recordando la pregunta “homosexual”. Una vez más, me mortifico. Durante
los próximos años, lo sé, necesitare terapia intensiva para no sentirme
avergonzada cada vez que recuerde ese momento. Empiezo a balbucear sobre mi
madre… cualquier cosa para desbloquear ese recuerdo.
–Mi
madre es maravillosa, es una romántica incurable. Actualmente va por su cuarto
marido.
Levanta
sus cejas sorprendido.
–La
echo de menos –continúo–. Ella tiene ahora a Bob. Y solo espero que él pueda
estar pendiente de ella y recoger sus pedacitos cuando sus planes no vayan como
estaba previsto. –Sonrío
con cariño. No he visto a mi madre desde hace mucho tiempo.
Zayn
está mirándome fijamente, tomando sorbos de su café de vez en cuando. Realmente
no debería mirar su boca. Esos labios… son inquietantes.
–¿Te
llevas bien con tu padrastro?
–Por
supuesto. Crecí con él. Es el único que conozco.
–¿Y
cómo es él?
–¿Ray?
Es… reservado.
–¿Eso
es todo? –pregunta Malik, sorprendido.
Me
encojo de hombros. ¿Qué espera este hombre? ¿La historia de mi vida?
–Reservado
como su hijastra. –Sugiere
Malik.
Me
abstengo de poner mis ojos en blanco hacia él.
–Le
gusta el futbol, el futbol europeo sobre todo, los bolos, pescar y hacer
muebles. Es carpintero. Ex carpintero –suspiro.
–¿Viviste
con él?
-Sí.
Mi madre encontró a su tercer marido cuando yo tenía quince años. Y me quede
con Ray.
Frunce
el entrecejo como si no entendiera.
–¿No
querías ir a vivir con tu madre? –pregunta.
Me
ruborizo. Esto realmente no es de su incumbencia.
–Su
tercer marido vivía en Texas. Mi casa estaba en Montesano. Y… ya sabes, mi mamá
estaba recién casada. –Me
detengo
Mamá
nunca habla sobre su tercer marido. ¿Hacia dónde quiere ir Malik con esto? Esto
no es de su incumbencia. Los dos podemos jugar a este juego.
–Háblame
sobre tus padres.
Él
se encoge de hombros.
–Mi
padre es abogado, mi madre es pediatra. Ellos viven en Seattle.
¡Ah…!
El pertenece a una familia acomodada. Y me pregunto por la próspera pareja que
adopta a tres niños, uno de ellos se convierte en un atractivo hombre que asume
el control empresarial y lo conquista sin la ayuda de nadie. ¿Qué lo llevo a
ser así? Sus padres deben de estar orgullosos.
–¿Que
hacen tus hermanos?
–Elliot
trabaja en construcción y mi hermana pequeña está en París, estudiando cocina
bajo la supervisión de algún famoso chef francés.
Sus
ojos se nublan con irritación. No quiere hablar de su familia o de sí mismo.
–He
oído hablar de París, es encantador –murmuro– ¿porque no quiere hablar sobre su
familia? ¿Porque es adoptado?
–Es
bonito. ¿Has estado ahí? –pregunta,
su irritación desaparece.
–Nunca
he salido de Estados Unidos. –Así
que ahora regresamos a las trivialidades. ¿Qué está escondiendo?
–¿Te
gustaría ir?
–¿A
París? –Rechino. Esto me desconcierta, ¿quién
no querría ir a París?–.
Claro –admito–. Pero es Inglaterra lo que realmente me gustaría visitar.
Inclina
su cabeza a un lado, recorriendo con su dedo índice su labio inferior… ¡Oh,
dios!
–¿Por
qué?
Parpadeo
rápidamente. Concéntrate, Steele.
–Está
la casa de Shakespeare, Austen, las hermanas Bronte, Thomas Hardy. Me gustaría
ver los lugares que inspiraron a esas personas a escribir esos maravillosos
libros.
Toda
la charla sobre los clásicos literarios me recuerda que debería estar
estudiando. Echo una ojeada a mi reloj.
–Será
mejor que me vaya. Tengo que estudiar.
–¿Para
tus exámenes?
–Sí.
Comienzan en martes.
–¿Dónde
está el coche de la señorita Kavanagh?
–En
el estacionamiento del hotel.
–Te
acompaño.
–Gracias
por el té. Señor Malik.
Sonríe
divertido y percibo una enorme sonrisa secreta.
–Eres
bienvenida, Anastasia. Es un placer. Ven –ordena
y me tiende su mano.
La
tomo, aturdida y lo sigo fuera de la cafetería.
Paseamos
de vuelta al hotel y me gustaría decir que el silencio es afable. Él parece
tranquilo, al menos, seguro de sí mismo. En cuanto a mí, estoy intentando
evaluar desesperadamente cómo ha sido nuestro café de la mañana. Me siento como
si me hubiera entrevistado para un empleo, pero no estoy segura de que sea eso.
–¿Siempre
llevas pantalón? –pregunta
inesperadamente.
–Normalmente.
Asiente
con la cabeza, estamos de regreso en la intersección, frente al hotel. Mi mente
está dando vueltas. Que pregunta tan extraña… y soy consciente de que nuestro
tiempo juntos es limitado. Eso es todo. Es así y lo he echado a perder por
completo, lo sé, quizás él tiene a alguien.
–¿Tienes
novia? –digo bruscamente. ¡Santo cielo! ¿Acabo
de decir eso en voz alta? Sus labios se curvan en una peculiar medio sonrisa y
mirada hacia abajo, hacia mí.
–No,
Anastasia. No tengo novia. –Dice
suavemente.
¡Oh…!
¿Qué significa? ¿No es homosexual? Oh, quizás es… ¡mierda! debe de haberme
mentido en su entrevista. Y por un momento, creo que va a continuar con alguna
explicación, alguna pista sobre esta críptica declaración, pero no lo hace.
Tengo que irme. Tengo que intentar reordenar mis pensamientos. Tengo que
alejarme de él. Camino hacia delante y tropiezo, saliendo precipitadamente
hacia el camino.
–¡Mierda,
Ana! –grita Malik. Me toma de la mano y lo
hace con tanta fuerza que caigo contra él, justo cuando un ciclista pasa a toda
velocidad yendo en la dirección incorrecta por la calle de sentido único y casi
me atropella.
Todo
pasa tan rápido, en un minuto estoy cayendo, al próximo estoy en sus brazos y
él me está sosteniendo fuertemente contra su pecho. Inhalo su aroma limpio y
vital. Él huele a ropa de lino recién lavada y a algún caro gel de baño. ¡Oh
dios, es embriagador! Inhalo profundamente.
–¿Estas
bien? –susurra. Tiene un brazo a mí
alrededor, estrechándome contra él, mientras los dedos de su otra mano trazan
suavemente mi rostro, sondeando suavemente, examinándome. Su pulgar roza mi
labio inferior y escucho como contiene la respiración, está mirándome fijamente
a los ojos y sostengo su mirada ansiosa, ardiente durante un momento o quizás
sea por siempre…Pero finalmente, su boca atrae mi atención. ¡Oh dios! Y por
primera vez en veintiún años, quiero ser besada. Quiero sentir su boca contra
la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario