Viernes
por la noche, Kate y yo estamos debatiendo qué hacer con nuestra noche:
queremos algo de tiempo fuera de nuestros estudios, de nuestro trabajo y del
periódico de alumnos… cuando suena el timbre. De pie delante de nuestra puerta
está mi buen amigo Justin con una botella de champan.
–¡Justin!
¡Me alegro de verte! –Le
doy un abrazo rápido–.
Adelante.
Justin
es la primera persona que conocí cuando llegué a WSU, luciendo igual de perdido
y solo que yo, reconocimos un espíritu afín en cada uno de nosotros ese día y
hemos sido amigos desde entonces. No sólo compartimos un sentido del humor,
también descubrimos que tanto Ray como Justin Padre, estaban en la misma unidad
del ejército juntos. Como resultado, nuestros padres se han convertido en
grandes amigos también.
Justin
está estudiando ingeniería y es el primero de su familia que logra ir a la
universidad. Es muy brillante, pero su verdadera pasión es la fotografía. Tiene
un gran ojo para una buena imagen.
–Tengo
noticias. –Él sonríe, sus ojos oscuros pestañean.
–No
me digas: has logrado no ser expulsado por una semana más –me burlo y él me frunce el ceño
bromeando.
–La
galería de Portland Place va a exponer mis fotos el mes que viene.
–Eso
es increíble. ¡Felicidades! –Muy
contenta por él, lo abrazo de nuevo. Kate también le sonríe.
–¡Así
se hace Justin! Debería poner eso en el periódico. Nada como cambios
editoriales de último momento en un viernes en la noche. –Sonríe ella.
–Vamos
a celebrar. Quiero que vengas a la apertura. –Justin me mira atentamente. Me sonrojo–. Ambas, por supuesto –Añade, mirando nerviosamente a Kate.
Justin
y yo somos buenos amigos, pero sé que en el fondo, le gustaría ser más. Es
lindo y divertido, pero no es para mí. Es más como el hermano que nunca tuve.
Katherine a menudo se burla de mí, de que me falta el gen de necesitar un
novio, pero la verdad es que, simplemente no he conocido a nadie que… bueno,
por quien me sienta atraída, a pesar de que parte de mí anhela esas rodillas
temblorosas, el corazón en mi boca, mariposas en mi vientre, noches sin dormir.
A
veces me pregunto si hay algo mal en mí. Quizás he pasado demasiado tiempo en
compañía de mis héroes literarios románticos y por lo tanto, mis ideales y
expectativas son demasiado altas. Pero en realidad, nadie nunca me ha hecho
sentir así.
Hasta
hace poco, la desagradable y todavía pequeña voz de mi inconsciente me susurra.
¡NO! Destierro el pensamiento de inmediato, no voy a ir allí, no después de esa
dolorosa entrevista. ¿Es gay Sr. Malik? Me estremezco ante el recuerdo. Sé que
he soñado con él casi todas las noches desde entonces, pero eso es sólo para
purgar la terrible experiencia de mi sistema, ¿verdad?
Veo
a Justin abrir la botella de champan. Es alto, en sus pantalones vaqueros y
camiseta es todo hombro y músculos, piel bronceada, cabello oscuro y ardientes
ojos marrones oscuros. Si, Justin es bastante caliente, pero creo que por fin
capta el mensaje: sólo somos amigos. El corcho hace un fuerte chasquido, Justin
mira hacia arriba y sonríe.
El
sábado en la tienda es una pesadilla. Estamos asediados por personas que
quieren arreglar sus casas ellos mismos. El Sr. Y la Sra. Clayton, John y
Patrick, los otros dos trabajadores de medio tiempo y yo estamos corriendo,
pero hay un momento de calma alrededor de la hora del almuerzo y la Sra.
Clayton me pide que verifique algunas de las órdenes, mientras estoy sentada
detrás del mostrador de la caja discretamente comiendo mi bagel. Estoy
enfrascada en la tarea, verificando los números del catálogo con los artículos
que necesitamos y los elementos que hemos pedido, mis ojos moviéndose del libro
de órdenes a la pantalla de la computadora y de regreso, mientras corroboro que
las entradas coincidan. Entonces, por alguna razón, levanto la vista… y me encuentro
atrapada en la atrevida mirada miel de Zayn Malik, quien está de pie en el
mostrador, mirándome fijamente.
Insuficiencia cardíaca.
–Señorita
Steele. Qué sorpresa tan agradable. –Su
mirada es firme e intensa.
Mierda.
¿Qué diablos está haciendo él aquí, con su cabello prolijamente despeinado,
ropa exterior, con su sweater tejido color crema, jeans y botas de caminar?
Creo que mi boca se ha abierto y no puedo localizar mi cerebro o mi voz.
–Sr.
Malik –susurro, porque eso es todo lo que
puedo lograr. Hay un deje de sonrisa en sus labios y sus ojos brillan con
humor, como si estuviera disfrutando de alguna broma privada.
–Estaba
por el área –dijo a modo de explicación–. Necesito reabastecer el stock de
algunas cosas. Es un placer verla de nuevo, Srta. Steele. –Su voz es suave y profunda como el chocolate
derretido con caramelo…o algo.
Sacudo
mi cabeza para reunir mis ideas. Mi corazón está latiendo frenéticamente y por
alguna razón, me estoy sonrojando furiosamente bajo su persistente escrutinio.
Estoy anonadada por la visión de él parado frente a mí. Mis recuerdos no le
hacían justicia. No es simplemente atractivo, es el epítome de la belleza
masculina, te quita la respiración y está aquí. Aquí en la ferretería Clayton.
Imagínate. Finalmente, mis funciones cognitivas son restauradas y reconectadas
con el resto de mi cuerpo.
–Ana.
Mi nombre es Ana –logro
modular–. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Malik?
Él
sonríe y de nuevo es como si fuera el dueño del algún secreto. Es tan
desconcertante. Tomando una profunda respiración, pongo mi cara profesional de he-trabajado-en-esta-tienda-por-años.
Puedo hacer esto.
–Hay
algunas cosas que necesito. Para empezar, me gustaría algunos organizadores de
cables– murmura, sus ojos miles tranquilos
pero divertidos.
¿Organizadores
de cables?
–Tenemos
de varios largos. ¿Desea que le muestre? –digo,
mi voz suave y profunda.
Tómalo
con calma, Steele. Un ligero fruncimiento de cejas marca la bella frente de
Malik.
–Por
favor, guíeme, señorita Steele –dice.
Trato de parecer despreocupada mientras salgo del mostrador, pero en realidad,
estoy concentrándome duramente en no caerme con mis propios pies, mis piernas
repentinamente tienen la consistencia de la gelatina.
Estoy
tan feliz de haber decidido usar mis mejores jeans esta mañana.
–Están
con los insumos eléctricos, pasillo ocho. –Mi
voz es un poco demasiado fuerte. Miro hacia él y me arrepiento casi de
inmediato. Demonios, es atractivo. Me sonrojo.
–Después
de usted –murmura, haciendo un gesto con sus
manos de largos dedos, bellamente arregladas.
Con
mi corazón casi ahogándome, porque está en mi garganta tratando de escapar por
mi boca, me dirijo a uno de los pasillos de la sección eléctrica. ¿Por qué esta
en Portland? ¿Por qué esta aquí, en Clayton? Y desde una pequeña y casi no
usada parte de mi cerebro, probablemente localizada en la base de mi bulto
raquídeo, en donde habita mi subconsciente, llega el pensamiento: está aquí
para verte. ¡No puede ser! Lo rechazo inmediatamente. ¿Por qué este hombre de
ciudad, hermoso y poderoso querría verme?
La
idea es absurda y la pateo fuera de mi cabeza.
–¿Está
en Portland por negocios?- pregunto y mi voz es muy aguda, como su hubiera
aplastado mi dedo con una puerta o algo. ¡Demonios! ¡Trata de parecer
tranquila, Ana!
–Estaba
visitando la división de granjas de la WSU. Tiene base en Vancouver.
Actualmente, estoy fundando algunas investigaciones sobre la rotación de ganado
y la ciencia del suelo –dice
con naturalidad. ¿Ves? No está aquí para encontrarte en absoluto, mi se burla
de mí, fuerte, orgulloso y enfadado. Me sonrojo ante mis caprichosos y tontos
pensamientos.
–¿Todo
es parte de tu plan de alimenta-al-mundo? –pregunto.
–Algo
así –reconoce y sus labios se curvan en una
media sonrisa.
Mira
a la selección de organizadores de cables que tenemos en Clayton. ¿Qué demonios
va a hacer con ellos? No puedo imaginarlo como un tipo de persona “Hágalo usted
mismo” en absoluto. Sus dedos viajan por varios de los paquetes mostrados y por
alguna razón inexplicable, tengo que mirar para otro lado. Se inclina y elige
un paquete.
–Estos
funcionaran –dice con su tan secreta sonrisa y me
sonrojo.
–¿Algo
más?
–Me
gustaría un poco de cinta para enmascarar.
¿Cinta
para enmascarar?
–¿Está
redecorando? –Las palabras salen antes de que pueda
detenerlas. Seguramente contrata trabajadores o tiene un equipo para ayudarlo a
decorar.
–No,
no redecorando –dice rápidamente, luego sonríe
burlonamente y tengo el incómodo sentimiento de que se está riendo de mí.
¿Soy
tan graciosa? ¿Me veo graciosa?
–Por
aquí. –murmuro avergonzada–. La cinta de enmascarar está en el
pasillo de decoración.
–¿Trabajas
aquí desde hace mucho? –Su
voz es baja y me está mirando, sus ojos mieles concentrados fuertemente. Me
sonrojo aún más brillantemente. ¿Por qué demonios tiene ese efecto sobre mí?
Siento como si tuviera catorce años, inoportuna como siempre y fuera de lugar.
¡Ojos al frente, Steele!
–Cuatro
años –mascullo mientras alcanzamos nuestro
objetivo. Para distraerme, me inclino hacia abajo y escojo los dos anchos de
cinta de enmascarar que tenemos en stock.
–Tomaré
esa –dice Malik, apuntando suavemente a la
más ancha, la cual le paso. Nuestros dedos se rozan muy brevemente y la
corriente está ahí de nuevo, corriendo a través de mí como si hubiera tocado un
cable expuesto. Me atraganto involuntariamente cuando lo siento, todo el camino
hacia abajo a algún lugar oscuro e inexplorado, profundo en mi barriga.
Desesperadamente, busco alrededor por mi equilibrio.
–¿Algo
más? –Mi voz es áspera y agitada.
–Algo
de cuerda, creo. –Su
voz refleja la mía, áspera.
–Por
aquí. –Inclino mi cabeza hacia abajo para
esconder mi recurrente sonrojo y me dirijo al pasillo.
–¿De
qué tipo buscaba? Tenemos cuerda sintética y natural de filamento… trenzada…
cuerda de cable… –Me
detengo ante su expresión, sus ojos oscureciéndose. Dios santo.
–Me
llevaré cuatro metros y medio de la soga natural de filamento, por favor.
Rápidamente,
con dedos temblorosos, mido los cuatro metros y medio en la regla fija,
consciente de su mirada miel y cálida sobre mí. No me atrevo a mirarlo. Jesús,
¿sería posible estar aún más consciente de mi misma? Tomando mi cuchillo
Stanley del bolsillo trasero de mis jeans, la corto y la enrollo prolijamente
antes de atarla en un nudo corredizo. Por algún milagro, me las arreglo para no
cortarme un dedo con mi cuchillo.
–¿Fuiste
una niña exploradora? –pregunta,
labios esculturales y sensuales curvados en sorpresa. ¡No mires su boca!
–Las
actividades de grupo organizados no son realmente lo mío, señor Malik.
Levanta
una ceja.
–¿Qué
es lo tuyo, Anastasia? –pregunta,
su voz suave y su sonrisa secreta de vuelta. Lo miro, incapaz de expresarme.
Estoy sobre placas tectónicas en movimiento. Trata de parecer tranquila. Ana,
mi torturado subconsciente me ruega de rodillas.
–Libros
–susurro, pero por dentro, mi
subconsciente está gritando: !tú! ¡Tú eres lo que me interesa! Lo callo de
inmediato, mortificada porque mi psiquis está teniendo ideas por encima de su
nivel.
–¿Qué
clase de libros? –Inclina
su cabeza hacia un lado. ¿Por qué esta tan interesado?
–Oh,
ya sabes… lo usual. Los clásicos. Literatura británica, mayormente.
Frota
su barbilla con su largo dedo índice y pulgar mientras contempla mi respuesta.
O tal vez está muy aburrido y está intentando ocultarlo.
–¿Algo
más que necesites? –Necesito
poder superar este tema, esos dedos en ese rostro sin tan seductores.
–No
lo sé. ¿Qué más me recomendarías?
¿Qué
te recomendaría? Ni siquiera sé que estás haciendo.
–¿Para
un hazlo-tú-mismo?
Asiente,
sus ojos mieles vivos con un secreto humor. Me sonrojo y mis ojos vuelan
involuntariamente por sus cómodos jeans.
–Overoles.
–replico y sé que ya no controlo lo que
está saliendo de mi boca. Él levanta una ceja, sorprendido de nuevo. –No querrás arruinar tu ropa. –Hago un gesto vago en dirección a sus
jeans.
–Siempre
podría quitármelos –replica.
–Um.
–Siento el color de mis mejillas
subiendo de nuevo. Debo estar del color del manifiesto comunista. Deja de
hablar. Deja de hablar AHORA.
–Llevaré
algunos overoles. El cielo no permite que arruine algo de ropa –dice secamente.
Trato
de alejar la inconveniente imagen de él sin jeans.
–¿Necesitas
algo más? –pregunto tan rápido como le entrego
los overoles azules.
Él
ignora mi pregunta.
–¿Cómo
va el artículo? –Finalmente
me ha hecho una pregunta normal, lejos de todas las indirectas y la confusa conversación
de doble sentido… una pregunta que puedo responder. Tomo mis pensamientos
firmemente con mis manos como si fuera algo de vida o muerte y elijo la
honestidad.
–No
voy a escribirlo. Katherine lo hará. La Srta. Kavanagh. Mi compañera de cuarto,
ella es la escritora. Está muy feliz por eso. Es la editora de la revista y
estaba devastada por no poder hacer la entrevista en persona. –Siento que finalmente puedo respirar,
al menos un tema normal de conversación–.
Su única preocupación es no tener fotografías originales de usted.
Malik
levanta una ceja.
–¿Qué
clase de fotografías quiere?
De
acuerdo. No había imaginado esto en su respuesta. Sacudo mi cabeza, porque
simplemente no lo sé.
–Bueno,
estoy por aquí. Tal vez mañana… –Se
calla.
–¿Estaría
dispuesto a ir a una sesión de fotos? –Mi
voz es aguda de nuevo. Kate estará en el séptimo cielo si logro conseguir esto -y tal vez lo veas de nuevo mañana- ese
oscuro lugar en la base de mi cerebro me susurra seductoramente. Alejo el
pensamiento: de todos los tontos, ridículos… –Kate estará encantada, si conseguimos un fotógrafo. –Estoy
tan contenta. Le sonrió ampliamente. Sus labios se abren, como si estuviera
tomando una repentina bocanada de aire y parpadea. Por una fracción de segundo,
parece de alguna forma perdido y la tierra se mueve un poco de su eje, las
placas tectónicas moviéndose a una nueva posición.
Oh,
dios. La mirada perdida de Zayn Malik.
–Hazme
saber sobre mañana. –Alcanzando
su bolsillo trasero, saca su billetera–.
Mi tarjeta. Tiene mi número de móvil en ella. Necesitas llamar antes de las
diez de la mañana.
–De
acuerdo. –Lo miro de nuevo. Kate estará
encantada.
–¡ANA!
Paul
se ha materializado al otro final del pasillo. Es el hermano más joven del Sr.
Clayton. Oí que había llegado a casa desde Princeton, pero no esperaba verlo
hoy.
–Discúlpeme
por un momento, señor Malik. –Malik
frunce el ceño mientras me giro.
Paul
siempre ha sido un amigo y en este extraño momento que estoy teniendo con el
rico, poderoso, asombroso y extremadamente atractivo y controlador Malik, es
genial hablar con alguien normal. Paul me abraza fuerte tomándome por sorpresa.
–Ana,
hola, ¡es tan bueno verte! –dice.
–Hola.
Paul. ¿Cómo estás? ¿Estás en casa por el cumpleaños de tu hermano?
–Sí.
Te ves bien, Ana, muy bien. –Me
mira mientras me examina a la distancia de un brazo. Luego me suelta, pero
mantiene un brazo posesivo sobre mi hombro. Cambio mi peso de un pie a otro,
avergonzada. Es bueno ver a Paul, pero siempre ha sido confianzudo.
Cuando
miro hacia Zayn Malik, está mirándonos como un halcón, sus ojos mieles oscuros
y especulativos, su boca en una dura línea. Ha cambiado del extraño y atento cliente
a alguien más, alguien frío y distante.
–Paul,
estoy con un cliente. Alguien que deberías conocer –digo, tratando de disuadir el
antagonismo que veo en los ojos de Malik. Arrastro a Paul para presentarlo y se
miden mutuamente. La atmósfera es súbitamente ártica–. Paul, este es Zayn Malik, Sr. Malik,
este es Paul Clayton. Su hermano es el dueño del lugar. –Y por alguna extraña razón, siento que
debo explicarme un poco más. –Conozco
a Paul desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos tan seguido. Ha vuelto de
Princeton donde estudia administración de empresas. –Estoy balbuceando… ¡Detente ahora!
–Sr.
Clayton. –Zayn mantiene su mano extendida, su
mirada ilegible.
–Sr.
Malik. –Paul devuelve el saludo–. Espera… ¿no es el Zayn Malik? ¿De
empresas Holdings Malik?
Paul
va de insípido a asombrado en menos de un nanosegundo. Malik le ofrece una
sonrisa educada que no llega a sus ojos.
–Guau…
¿Hay algo que pueda ofrecerle?
–Anastasia
lo tiene bajo control, Sr. Clayton. Ella ha sido muy atenta. –Su expresión es impasible pero sus
palabras… es como si estuviera diciendo algo completamente distinto. Es
desconcertante.
–Genial
–responde Paul–. Te veo luego, Ana.
–Seguro,
Paul. –Lo miro desaparecer en el almacén–. ¿Algo más, señor Malik?
–Sólo
estas cosas. –Su tono es cortante y frío. Diablos…
¿lo habré ofendido? Tomando una profunda respiración, me giro y voy hacia
la caja. ¿Cuál es su problema?
Junto
la soga, overoles, cinta de enmascarar y organizadores de cables en el
mostrador.
–Serían
cuarenta y tres dólares, por favor. –Miro
a Malik y deseo no haberlo hecho. Está mirándome de cerca, sus ojos mieles
humeantes e intensos. Es inquietante–.
¿Le gustaría una bolsa? –pregunto
mientras recibo su tarjeta de crédito.
–Por
favor, Anastasia. –Su
lengua acaricia mi nombre y mi corazón una vez más está frenético. Casi no
puedo respirar. Deprisa, pongo sus cosas en una bolsa de plástico–. ¿Me llamarás si quieres que haga la
sesión de fotos? –Es
todo sobre negocios otra vez. Asiento, muda de nuevo y devuelvo su tarjeta de
crédito. –Bien, hasta mañana, quizás. –Se gira para irse, luego hace una pausa–. Oh…y Anastasia, me alegra que la
Srta. Kavanagh no haya podido hacer la entrevista. –Sonríe, luego sale con renovado
interés fuera de la tienda, colocando la bolsa plástica sobre su hombro,
dejándome como una temblorosa masa de iracundas hormonas femeninas. Paso varios
minutos mirando la puerta cerrada por la que salió antes de volver al planeta
tierra.
De
acuerdo, me gusta. Ahí, lo he admitido a mí misma. No puedo concederme más de
mis sentimientos. Nunca antes me he sentido así. Lo encuentro atractivo, muy
atractivo. Pero es una causa perdida, lo sé y suspiro con un amargo
resentimiento. Fue solo una coincidencia, su llegada aquí. Pero aun así, puedo
admirarlo desde lejos, ¿no? Ningún mal puede venir de eso. Y si encuentro un
fotógrafo, puedo admirarlo seriamente mañana. Muerdo mi labio en anticipación y
me encuentro a mí misma entusiasmada como una colegiala. Necesito llamar a Kate
y organizar una sesión de fotos.
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