sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo 17.

La luz llena la habitación, persuadiéndome desde el sueño profundo a la vigilia. Me estiro y abro los ojos. Es una hermosa mañana, con Seattle a mis pies. Vaya, qué vista. A mi lado, Zayn está profundamente dormido. Vaya, qué vista. Me sorprende que todavía esté en la cama. Está frente a mí y tengo una oportunidad sin precedentes para estudiarlo. Su hermoso rostro parece más joven, relajado en el sueño. Sus esculpidos labios carnosos están separados un poco y su cabello brillante y claro es un desastre glorioso. ¿Cómo podría alguien verse así de bien y aun así ser legal? Recuerdo su habitación de arriba... a lo mejor no es legal. Niego con la cabeza, es mucho para pensar. Es tentador estirarse y tocarlo, pero como un niño pequeño, es tan adorable cuando está dormido. No tengo que preocuparme de lo que voy a decir, de lo que va a decir, qué planes tiene, sobre todo sus planes para mí.
Podría mirarlo todo el día, pero tengo necesidades… necesidades de cuarto de baño. Deslizándome de la cama, encuentro su camisa blanca en el suelo y me la pongo.

Camino a través de una puerta pensando que podría ser el cuarto de baño, pero estoy en un inmenso clóset tan grande como mi dormitorio. Filas y filas de trajes caros, camisas, zapatos y corbatas. ¿Cómo puede alguien necesitar esta cantidad de ropa? Hago un gesto de desaprobación. En realidad, el armario de Kate probablemente compita con esto. ¡Kate! Oh, no. No pensé en ella toda la noche. Se suponía que le escribiría. Voy a estar en problemas. Me pregunto brevemente cómo lo está pasando con Elliot.

Volviendo a la habitación, Zayn sigue durmiendo. Intento la otra puerta. Es el cuarto de baño y es más grande que mi dormitorio. ¿Por qué un hombre solo necesita tanto espacio? Dos lavabos, me doy cuenta con ironía. Teniendo en cuenta que no se acuesta con nadie, uno de ellos no puede haber sido utilizado.

Me miro en el espejo gigante por encima de los lavabos. ¿Me veo diferente? Me siento diferente. Me siento un poco dolorida, si soy honesta y mis músculos… caray, es como si nunca hubiera hecho ningún ejercicio en mi vida. No has hecho ningún ejercicio en tu vida, mi subconsciente se ha despertado. Ella me mira con los labios fruncidos, dando golpecitos con el pie. Así que acabas de dormir con él, le diste tu virginidad a un hombre que no te ama. De hecho, tiene ideas muy extrañas acerca de ti, quiere hacerte una especie de esclava sexual.
¡¿Estás loca?! Me está gritando.

Me estremezco cuando me miro en el espejo. Voy a tener que procesar todo esto. Sinceramente, fantasear con enamorarse de un hombre que es más que hermoso, más rico que Croesus y tiene un Salón Rojo del Dolor esperando por mí. Me estremezco. Estoy desconcertada y confundida. Mi cabello está en su propia rebeldía de costumbre. El cabello de acabo de follar no me sienta. Trato de poner orden al caos con mis dedos, pero fallo miserablemente y me rindo; tal vez encontraré cintas para el cabello en mi bolso.

Me muero de hambre. Me dirijo de nuevo hacia el dormitorio. El Bello Durmiente sigue durmiendo, así que lo dejo y me dirijo a la cocina.
Oh, no...Kate. Dejé mi bolso en el estudio de Zayn. Lo busco y alcanzo mi teléfono celular. Tres mensajes de texto.
*Stas Bn Anastasia*
*Dónde stas Anastasia*
*Maldición, Anastasia*
Llamo a Kate. Cuando no contesta, le dejo un mensaje rastrero para decirle que estoy viva y no he sucumbido a Barba Azul, bueno, no en el sentido que ella se preocuparía; o tal vez yo lo he hecho. Oh, esto es muy confuso. Tengo que tratar de clasificar y analizar mis sentimientos por Zayn Malik. Es una tarea imposible. Niego con la cabeza. Necesito tiempo a solas, lejos de aquí para poder pensar.

Encuentro dos cintas para el cabello al mismo tiempo en mi bolso y rápidamente ato mi cabello en coletas. ¡Sí! Cuanto más femenina me vea, tal vez más segura estaré de Barba Azul. Saco mi iPod del bolso y conecto los auriculares. No hay nada como la música para cocinar. Lo guardo en el bolsillo de la camisa de Zayn, encendiéndolo a todo volumen y comienzo a bailar, tengo hambre.

Estoy intimidada por su cocina. Es muy elegante, moderna y ninguno de los armarios tiene asideros. Me toma unos segundos para deducir que tengo que empujar las puertas del armario para abrirlos. Tal vez debería hacerle el desayuno a Zayn. Estaba comiendo un omelet el otro día... uhm, ayer en el Heathman. Vaya, han cambiado muchas cosas desde entonces. Reviso en la nevera, donde hay un montón de huevos y decido que quiero panqueques y tocino. Estoy haciendo un poco de masa, bailando a mi manera alrededor de la cocina.

Estar ocupada es bueno. Me permite un poco de tiempo para pensar, pero no demasiado profundamente. La música a todo volumen en mis oídos también ayuda a evitar los pensamientos profundos. He venido aquí a pasar la noche en la cama de Zayn Malik y lo logré, a pesar de que no permite a nadie en su cama. Sonrío, misión cumplida. A lo grande. Sonrío. Grande, a lo grande y me distraigo por el recuerdo de la noche anterior. Sus palabras, su cuerpo mientras me hacía el amor... Cierro los ojos mientras mi cuerpo zumba ante el recuerdo y mis músculos se contraen deliciosa y profundamente en mi vientre. Mi subconsciente me frunce el ceño... no hacer el amor me grita como una arpía. La ignoro, pero en el fondo, sé que ella tiene un punto. Niego con la cabeza para concentrarme en la tarea a mano.

Hay una extensa cocina estilizada. Creo que le tomo el truco a esto. Necesito un lugar para mantener los panqueques calientes y me pongo con el tocino. Amy Studt está cantando en mi oído acerca de inadaptados. Esta canción solía significar mucho para mí, porque soy una inadaptada social. Nunca he encajado en ningún lugar y ahora... tengo una propuesta indecente a considerar desde el propio Rey de los Inadaptados. ¿Por qué es así? ¿De naturaleza o de crianza? Es tan ajeno a todo lo que sé.

Pongo el tocino en la parrilla y mientras se cocina, bato algunos huevos. Me giro y Zayn está sentado en uno de los taburetes de la barra en el mostrador del desayuno, apoyándose en ella, su rostro apoyado en sus manos. Todavía está vistiendo la camiseta con la que durmió. El cabello de acabo de follar realmente, en serio le sienta. Se ve a la vez divertido y perplejo. Me quedo paralizada, ruborizada, luego me recobro y quito los auriculares de mis oídos, mis rodillas se tambalean a la vista de él.

―Buenos días, señorita Steele. Está con mucha energía esta mañana ―dice secamente.

―Dormí bien ―tartamudeo mi explicación. Sus labios intentan disimular su sonrisa.

―No puedo imaginar por qué. ―Hace una pausa y frunce el ceño―Yo también, después de que regresé a la cama.

―¿Tienes hambre?

―Mucha ―dice con una mirada intensa y no creo que se esté refiriendo a la comida.

―¿Panqueques, tocino y huevos?

―Suena muy bien.

―No sé dónde guardas tus manteles. ―Me encojo de hombros, tratando desesperadamente de no parecer nerviosa.

―Yo haré eso. Tú cocina. ¿Quieres que ponga algo de música para que puedas continuar con tu... eh... baile?

Miro abajo hacia mis dedos, sabiendo que estoy volviéndome de un pardo rojizo.

―Por favor, no te detengas por mí. Es muy entretenido. ―Su tono es uno de diversión irónica.

Frunzo mis labios. Entretenido, ¿eh? Mi subconsciente se ha reído de mí el doble. Me doy vuelta y continúo batiendo los huevos, probablemente batiéndolos un poco más duro de lo que necesitan. En un momento, él está a mi lado. Tira suavemente de mi coleta.

―Me encantan estas ―susurra―No te van a proteger.

―¿Cómo te gustan los huevos? ―le pregunto con aspereza. Él sonríe.

―Completamente batidos y golpeados. ―Sonríe.

Me dirijo de nuevo a la tarea en cuestión, tratando de ocultar mi sonrisa. Es difícil estar enojada por eso. Especialmente cuando está siendo tan inusualmente juguetón. Abre un cajón y saca dos manteles para colocar en la barra del desayuno. Vierto la mezcla de huevos en una cacerola, saco el tocino, lo giro sobre ella y lo pongo de nuevo en la parrilla.

Cuando me vuelvo del todo, hay jugo de naranja sobre la mesa y está haciendo el café.

―¿Quieres un poco de té?

―Sí, por favor. Si tienes un poco.

Encuentro un par de platos y los coloco en la bandeja de calentamiento de la cocina. Zayn llega a un armario y saca algo de té Twinings Breakfast Inglés. Frunzo mis labios.

―Soy una conclusión inevitable, ¿no es cierto?

―¿Lo eres? No estoy seguro de que hayamos concluido nada, señorita Steele ―murmura

¿Qué quiere decir con eso? ¿Nuestras negociaciones? ¿Nuestra, eh... relación... sea lo que sea? Sigue siendo tan misterioso. Sirvo el desayuno caliente en los platos y los pongo sobre los manteles. Rebusco en el refrigerador y encuentro un poco de jarabe de arce.

Echo un vistazo a Zayn y él me está esperando para sentarse.

―Señorita Steele. ―Hace un gesto a uno de los taburetes de la barra.

―Señor Malik. ―Asiento en reconocimiento. Me subo y hago una ligera mueca de dolor cuando me siento.

―¿Qué tan dolorida estás? ―pregunta mientras se sienta. Sus ojos mieles se oscurecen.

Me sonrojo. ¿Por qué hace preguntas tan personales?

―Bueno, para ser sincera, no tengo nada con que comparar esto ―le espeto―. ¿Desea ofrecer su conmiseración? ―pregunto, demasiado dulce. Creo que está tratando de reprimir una sonrisa, pero no puedo estar segura.

―No. Me preguntaba si deberíamos continuar con tu entrenamiento básico.

―Oh. ―Lo miro atónita mientras dejo de respirar y todo dentro de mí se aprieta. Ooh... eso es tan agradable. Suprimo mi gruñido.

―Come, Anastasia. ―Mi apetito se ha vuelto incierto otra vez... más... más sexo... sí, por favor.

―Esto es delicioso, por cierto. ―Me sonríe.

Pruebo un bocado del omelet pero apenas puedo saborearlo. ¡Entrenamiento básico! Quiero tu boca. ¿Eso forma parte del entrenamiento básico?

―Deja de morderte el labio. Es muy distractor y resulta que sé que no estás usando nada debajo de mi camisa, lo que lo hace aún más distractor ―gruñe.

Mojo mi bolsita de té en el pequeño tarro que Zayn me ha proporcionado. Mi mente está en un torbellino.

―¿Qué tipo de entrenamiento básico tienes en mente? ―pregunto, mi voz es también ligeramente alta, traicionando mi deseo de sonar tan desinteresada, natural y calmada como puedo con mis hormonas causando estragos a través de mi cuerpo.

―Bueno, como estás dolorida, creo que podríamos continuar con habilidades orales.

Me ahogo con mi té y lo observo con los ojos abiertos y ampliándose más. Me palmea delicadamente la espalda y me pasa jugo de naranja. No puedo decir lo que está pensando.

―Eso si quieres quedarte ―agrega.

Levanto la mirada hacia él, intentando recuperar mi equilibrio. Su expresión es ilegible. Es tan frustrante.

―Me gustaría quedarme por hoy. Si eso está bien. Tengo que trabajar mañana.

―¿A qué hora tienes que estar en el trabajo mañana?

―Nueve.

―Te llevaré al trabajo a las nueve mañana.

Frunzo el ceño. ¿Acaso él quiere que me quede otra noche?

―Necesito ir a casa esta noche, necesito ropa limpia.

―Puedo conseguirte algunas aquí.

No tengo dinero de sobra para gastar en ropa. Su mano sube y sostiene mi barbilla, tirando de ella para que mi labio sea liberado del agarre de mis dientes. No me había dado cuenta de que estaba mordiendo mi labio.

―¿Qué pasa? ―pregunta.

—Necesito estar en casa esta tarde.

Su boca es una dura línea.

—Bien, esta tarde. ―Está de acuerdo―. Ahora come tu desayuno.

Mis pensamientos y mi estómago están en un torbellino. Mi apetito se ha desvanecido. Observo mi desayuno a mitad de comer. Simplemente no tengo hambre.

―Come, Anastasia. No comiste anoche.

―Realmente no tengo hambre ―susurro.

Sus ojos se angostan.

―Realmente me gustaría que terminaras tu desayuno.

―¿Qué tienes con la comida? ―espeto. Su frente se arruga.

―Te lo dije, tengo problemas con la comida desperdiciada. Come ―chasquea. Sus ojos están oscuros, afligidos.

¿De qué se trata? Recojo mi tenedor y como lentamente, intentando masticar. Debo recordar no poner mucho en mi plato si se va a poner raro con la comida. Su expresión se suaviza cuando cuidadosamente me termino mi desayuno. Noto que recoge su plato. Espera a que termine y recoge mi plato.

―Tu cocinaste, yo recojo.

―Eso es muy democrático.

―Sí. ―Frunce el ceño―. No es mi estilo habitual. Después de que termine esto, tomaremos un baño.

―Oh, de acuerdo. ― Preferiría tomar una ducha. Mi celular suena, interrumpiendo mi ensueño. Es Kate.

―Hola.

Vago hacia las puertas de vidrio del balcón, lejos de él.

―Anastasia, ¿por qué no me mandaste un mensaje de texto anoche? ―Está enojada.

―Lo siento, fui sobrepasada por los acontecimientos.

―¿Estás bien?

―Sí, estoy bien.

―¿Lo hicieron? ―Está pescando información. Pongo mis ojos en blanco con la expectación en su voz.

―Kate, no hablaré de esto por teléfono.

Zayn me mira.

―Lo hicieron… puedo notarlo.

¿Cómo puede notarlo? Está fanfarroneando y no puedo hablar sobre esto. Firmé un maldito acuerdo.

―Kate, por favor.

―¿Cómo fue? ¿Estás bien?

―Te dije que estoy bien.

―¿Fue cuidadoso?

―¡Kate, por favor! ―No puedo ocultar mi exasperación.

―Anastasia, no lo ocultes de mí, he estado esperando este día por casi cuatro años.

―Te veré en la tarde. ―Cuelgo.

Este va a ser un cuadrado difícil de circular. Es tan tenaz y quiere saber, en detalle y no le puedo contar porque he firmado un… ¿cómo se llamaba? CDC. Ella va a enloquecer y con razón. Necesito un plan. Vuelvo la cabeza para ver a Zayn moverse con elegancia en su cocina.

―¿El CDC cubre todo? ―pregunto cautelosamente.

―¿Por qué? ―Se gira y me mira mientras guarda los Twinings. Me sonrojo.

―Bueno, tengo algunas preguntas, tu sabes, sobre sexo. ―Bajo la mirada hacia mis dedos―Y me gustaría preguntarle a Kate.

―Puedes preguntarme a mí.

―Zayn, con el debido respeto. ―Mi voz se desvanece. No puedo preguntarte a ti. Obtendré tu predispuesta, perversa como-el-infierno, distorsionada visión del mundo en cuanto al sexo. Quiero una opinión imparcial―Es sólo sobre aspectos prácticos. No mencionaré el Salón Rojo del Dolor.

Él levanta sus cejas.

―¿Salón Rojo del Dolor? Es más sobre placer, Anastasia. Créeme ―dice él―. Además ―su tono se endurece―, tu compañera de cuarto tiene relaciones con mi hermano. Realmente preferiría que no lo hicieras.

―¿Tu familia sabe sobre tu… preferencia?

―No. No es asunto suyo. ―Deambula hacia mí hasta que está parado frente a mí.

―¿Qué quieres saber? ―pregunta y levantando sus manos recorre desde mi mejilla hacia mi barbilla suavemente con sus dedos, inclinando mi cabeza hacia atrás para poder verme directamente a los ojos. Me retuerzo por dentro.
No puedo mentirle a este hombre.

―Nada específico por el momento ―susurro.

―Bueno, podemos empezar con: ¿cómo estuvo anoche para ti? ―Sus ojos queman, llenos de curiosidad. Está ansioso por saber. Wow.

―Bien ―murmuro.

Sus labios se levantan ligeramente.

―Para mí también ―él murmura―. Nunca había tenido sexo vainilla antes. Hay mucho que decir de eso. Pero claro, tal vez es por ti. ―Mueve su pulgar a través de mi labio inferior.
Inhalo fuertemente. ¿Sexo vainilla?

―Ven, vamos a darnos un baño.

Se inclina y me besa. Mi corazón da un brinco y el deseo se desliza demasiado abajo… demasiado ahí abajo.

La bañera es una piedra blanca, profunda, de forma ovoide, muy diseñada. Zayn se inclina y la llena desde la llave en la pared de azulejos. Vierte un aceite de baño con aspecto caro dentro del agua. Hace espuma mientras la bañera se llena, huele a dulce y sensual jazmín. Se pone de pie y me observa, sus ojos oscurecidos, luego se quita su camiseta y la arroja al suelo.

―Señorita Steele. ―Ofrece su mano.

Estoy de pie en la entrada, con los ojos muy abiertos y cautelosos, mis brazos envueltos a mí alrededor. Camino hacia delante mientras disimuladamente admiro su físico. Él es simplemente delicioso. Mi subconsciente se desvanece y se desmaya en algún lugar de la parte posterior de mi cabeza. Tomo su mano y me invita a entrar en la bañera mientras todavía estoy usando su camisa. Hago lo que me dice. Tengo que acostumbrarme a eso si es que voy a aceptar su escandalosa oferta… ¡si es que! El agua está seductoramente caliente.

―Date la vuelta, déjame ver tu rostro ―ordena, su voz es suave. Hago lo que me dice. Me está observando atentamente.

―Sé que ese labio es delicioso, puedo dar fe de eso, pero ¿podrías dejar de morderlo? ―dice con los dientes apretados―Me hace querer follarte y estas dolorida, ¿bien?

Jadeo, automáticamente liberando mi labio, sorprendida.

―Sí. ―Me reta―Comprendiste. ―Me observa. Asiento frenéticamente. No tenía idea de que podía afectarlo así.

―Bien. ―Se estira y toma mi iPod del bolsillo del pecho y lo pone cerca del lavamanos.

―Agua y iPods, una combinación no muy inteligente ―murmura.

Se agacha, toma el dobladillo de mi camisa blanca, la levanta por encima de mi cabeza y la arroja al suelo.
Se aleja para observarme. Estoy desnuda por el amor de Dios. Me sonrojo de color carmesí y miro abajo hacia mis manos, al nivel de la base de mi vientre y desesperadamente quiero desaparecer en el agua caliente y la espuma, pero sé que él no querría eso.

―Oye ―me llama. Le doy un vistazo y su cabeza está ladeada hacia un lado―Anastasia, eres una mujer muy hermosa, el paquete completo. No cuelgues tu cabeza como si estuvieras avergonzada. No tienes nada de qué avergonzarte, es un real gusto estar de pie aquí y observarte. ―Toma mi barbilla en su mano e inclina mi cabeza hacia arriba para ver sus ojos. Son suaves y cálidos, incluso calientes. Oh por Dios. Está tan cerca. Podría estirarme y tocarlo.

―Puedes sentarte ahora. ―Detiene mis pensamientos dispersos y me deslizo hacia abajo dentro de la cálida y acogedora agua. Ooh… pica. Lo que me toma por sorpresa, pero huele celestialmente también y el escozor pronto mengua. Me recuesto hacia atrás y brevemente cierro mis ojos, relajándome en la tranquilizadora agua. Cuando los abro, él está observándome.

―¿Por qué no te unes? ―pregunto, con valentía, mi voz ronca.

―Creo que lo haré. Muévete hacia delante ―ordena.

Se quita sus pantalones de pijama y se sube detrás de mí. El agua sube mientras él se sienta y me empuja hacia su pecho. Pone sus largas piernas sobre las mías, sus rodillas dobladas y sus tobillos nivelados con los míos, separa sus pies, abriendo mis piernas. Jadeo sorprendida. Su nariz está en mi cabello e inhala profundamente.

—Hueles muy bien, Anastasia.

Un estremecimiento recorre mi cuerpo. Estoy desnuda en una bañera con Zayn Malik. Él está desnudo. Si alguien me hubiese dicho que estaría haciendo esto cuando me levanté en su suite ayer, no lo habría creído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario