El
bar es ruidoso y agitado, lleno de próximos graduados dispuestos a
emborracharse. Justin se une a nosotras. No se graduará hasta el otro año, pero
está de anime festivo y nos apoya en nuestro espíritu de libertad recién
encontrada comprándonos una jarra de margarita. Mientras termino mi quinta, sé
que esto no es una buena idea, principalmente por el champán ingerido.
–¿Y
ahora qué, Ana? –me
grita Justin por encima del ruido.
–Kate
y yo nos mudaremos a Seattle. Los padres de Kate le han comprado un
departamento allí.
–Dios
mío. Así es como vive la otra mitad. ¿Pero estarás de vuelta para mi Show?
–Por
supuesto, Justin, no me lo perdería por nada en el mundo. –Sonrió y él pone su
brazo alrededor de mi cintura y me acerca a él.
–Significa
mucho para mí que estés allí, Ana. –Susurra
en mi oído–. ¿Otra margarita?
–Justin
Drew Bieber, ¿estás intentando emborracharme? Porque creo que está funcionando.
–Suelto una risita–. Creo que será mejor que tome una
cerveza. Iré a buscarnos una jarra.
–¡Más
bebida! –grita Kate.
Kate
tiene la constitución de un buey. Tiene su brazo envuelto alrededor de Levi,
uno de nuestros compañeros de estudios de inglés y su fotógrafo habitual en el
periódico escolar. Ha renunciado a tomar fotos por la embriaguez que lo rodea.
Solo tiene ojos para Kate. Ella tiene puesta una camiseta minúscula, jeans
ajustados y tacones altos, cabello recogido en alto con pequeños mechones
colgándole alrededor del rostro, su yo usualmente impresionante. Yo, soy más
usar Converses y camisetas de estilo niña, pero estoy usando mis jeans mas
favorecedores, me libero del agarre de Justin y me levanto de la mesa. Whoa. La
cabeza me da vueltas. Tengo que afirmarme del respaldo de la silla. Los
cocteles a base de tequila no son una buena idea.
Me
dirijo hacia la barra y decido que debería visitar el tocador mientras puedo
mantenerme sobre mis propios pies. Bien pensado, Ana. Me tambaleo a través de
la multitud. Por supuesto, hay una fila, pero al menos está tranquilo y fresco
en el pasillo. Tomo mi móvil para aliviar el aburrimiento de la dila de espera.
Hmm… ¿a quién llame la última vez? ¿A Justin? Antes de ese hay un número que no
reconozco. Ah, sí. Malik, creo que éste es su número. Me rio tontamente. No
tengo ni idea de qué hora es, tal vez lo despierte. Quizás pueda decirme por
qué me envió esos libros y le mensaje críptico. Si quiere que permanezca
alejada, debería dejarme en paz. Contengo una sonrisa de borracha y presiono el
botón de re llamada. Responde al segundo timbre.
–¿Anastasia?
–Está sorprendido de escucharme. Bueno,
francamente, estoy sorprendida de llamarlo. Entonces, mi confundido cerebro
registra… ¿Cómo sabe que soy yo?
–¿Por
qué me enviaste los libros? –digo,
formando mal las palabras.
–Anastasia,
¿estás bien? Tu voz suena extraña. –Su
voz está llena de preocupación.
–Yo
no soy la extraña, tú lo eres –lo
acuso, ahí, eso se lo dice, mi valor alimentado por el alcohol.
–Anastasia,
¿has estado bebiendo?
–¿Qué
te importa?
–Estoy…
curioso. ¿Dónde estás?
–En
un bar.
–¿Cuál
bar? –suena exasperado.
–Un
bar de Portland.
–¿Cómo
regresarás a casa?
–Encontraré
una manera. –Esta conversación no está saliendo
como esperaba.
–¿En
qué bar estas?
–¿Por
qué me enviaste los libros Zayn?
–Anastasia,
¿dónde estás? Dímelo ahora. –Su
tono es tan, pero tan dictatorial… como siempre controlador. Me lo imagino como
un director de películas antiguas, usando pantalones de montar, sosteniendo un
megáfono y una fusta. La imagen me hace reír a carcajadas.
–Eres
tan dominante…–Suelto una risita tonta.
-Ana,
ayúdame con esto, ¿en dónde diablos estás?
Zayn
Malik está maldiciendo frente a mí. Me rió de nuevo.
–Estoy
en Portland… muy lejos de Seattle.
–¿En
qué parte de Portland?
–Adiós
Zayn.
–¡Ana!
Cuelgo.
¡Já! Aunque no me dijo nada de los libros. Frunzo el ceño. Misión no cumplida.
Estoy realmente borracha, mi cabeza nada incómoda mientras me arrastro en la
fila. Bueno, el objetivo del ejercicio era emborracharme. Lo he logrado. Esto
es algo como: una experiencia que probablemente no debe ser repetida. La fila
se ha movido y ahora es mi turno. Me quedo mirando fijamente el cartel en la
parte posterior de la puerta del baño que exhala las virtudes del sexo seguro.
Santa mierda, ¿acabo de llamar a Zayn Malik? Mierda. Mi teléfono suena y me
hace saltar. Grito por la sorpresa.
–Hola
–gimo tímidamente al teléfono. No había
contado con esto.
–Iré
a recogerte –dice y cuelga. Solo Zayn Malik puede
sonar tan tranquilo y amenazante al mismo tiempo.
Santa
mierda. Subo mis pantalones. Mi corazón late con fuerza. ¿Vendrá a buscarme? Ay
no, me voy a enfermar… no… estoy bien. Espera. Simplemente está jugando con mi
cabeza. No le dije en donde estaba. No puede encontrarme aquí. Además, le
tomará horas llegar aquí desde Seattle. Y ya nos habremos ido para entonces. Me
lavo las manos y compruebo mi rostro en el espejo. Me veo ruborizada y
ligeramente desenfocada. Hmm…tequila.
Espero
en la barra por lo que se siento como una eternidad por la jarra de cerveza y
finalmente vuelvo a la mesa.
–Te
fuiste por mucho tiempo –me
regaña Kate– ¿Dónde estabas?
–En
la fila para ir al baño.
Justin
y Levi están teniendo un acalorado debate acerca de nuestro equipo local de
beisbol. Justin hace una pausa en su sermón para servirnos cerveza a todos y
tomo un largo trago.
–Kate,
creo que será mejor que salga y tome un poco de aire fresco.
–Ana,
eres verdaderamente un peso ligero.
–Serán
cinco minutos.
Me
abro paso a través de la multitud de nuevo. Estoy comenzando a sentir náuseas,
mi cabeza está girando y no tengo mucho equilibrio. Menos equilibrio de lo
normal.
Tomar
el aire fresco en el estacionamiento hace que me dé cuenta de cuan borracha
estoy. Mi visión se ha visto afectada y realmente estoy viendo sobre todas las
cosas, al igual que las viejas repeticiones de los dibujos animados de Tom y
Jerry. Creo que me voy a vomitar. ¿Por qué me permití llegar a esto?
–Ana.
–Justin ha llegado–. ¿Estás bien?
–Creo
que simplemente he bebido un poquito demás –Le sonrió débilmente.
–Yo
también. –Murmura, sus oscuros ojos mirándome
intensamente–. ¿Necesitas ayuda? –pregunta y da un paso hacia mí,
poniendo sus brazos a mi alrededor.
–Justin
estoy bien. Puedo hacerlo –Intento
empujarlo para alejarlo pero es un débil intento.
–Ana,
por favor –susurra, y ahora me sostiene en sus
brazos, acercándome más a él.
–Justin,
¿qué estás haciendo?
–Sabes
que me gustas Ana, por favor. –Una
de sus manos está en la parte baja de mi espalda apretándome contra él, la otra
sobre mi mentón tirando de mi cabeza hacia atrás. Demonios… va a besarme.
–No
Justin, detente, no. –Lo
empujo, pero es una pared de musculo duro y no lo puedo mover. Su mano se ha
deslizado hacia mi cabello y deja quieta mi cabeza.
–Por
favor, Ana, cariño –susurra
contra mis labios. Su aliento es suave y demasiado dulce. Por las Margaritas y
la cerveza. Con suavidad, traza un sendero de besos a lo largo de mi mandíbula
hasta la comisura de mis labios. Me siento borracha, fuera de control y con
pánico. La sensación es sofocante.
–Justin,
no –suplico–. No quiero esto, eres mi amigo y creo que voy a vomitar.
–Creo
que la señorita dijo que no –dice
tranquilamente una voz en la oscuridad. ¡Santa mierda! Zayn Malik, está aquí,
¿cómo? Justin me libera.
–Malik
–dice con sequedad. Miro ansiosamente a
Zayn. Él está mirando a Justin con el ceño fruncido. Y está furioso. Mierda. Mi
estómago da un tirón y me inclino hacia delante, mi cuerpo ya no es capaz de
tolerar el alcohol y vomito de forma espectacular sobre el suelo.
–Ugh,
¡Dios mío, Ana! –Justin
salta hacia atrás, asqueado. Malik recoge mi cabello y lo saca de la línea de
fuego y me conduce con cuidado a un jardín ubicado en el borde del estacionamiento.
Noto, con profunda gratitud, que está relativamente oscuro.
–Si
vas a vomitar otra vez, hazlo aquí, yo te sostendré. –uno de sus brazos está alrededor de
mis hombros, el otro sostiene mi pelo en una improvisada cola de caballo sobre
mi espalda dejando mi rostro despejado. Trato de alejarlo pero vomito de
nuevo…Y otra vez. Oh, mierda, ¿cuánto tiempo iba a durar esto? Aun cuando mi
silencio esta vacío y ya nada viene, horribles arcadas sacuden mi cuerpo.
Prometo en silencio que jamás volveré a beber. Esto es simplemente demasiado
horrible como para poder expresarlo en palabras. Finalmente, se detiene.
Mis manos descansan en la pared de ladrillo que bordea el
pequeño jardín, apenas sosteniéndome: vomitar tanto es agotador. Malik retira
sus manos y me ofrece un pañuelo. Sólo él tendría un pañuelo de lino recién
lavado con las iniciales ZJM grabadas en él. No sabía que todavía se podía
comprar uno de estos. Vagamente, mientras me limpio la boca, me pregunto qué
significa la J. No me atrevo a mirarlo. Estoy abrumada por la vergüenza,
disgustada conmigo misma. Quiero que las azaleas del jardín me traguen y estar
en cualquier parte menos aquí.
Justin continúa
rondando la entrada del bar, vigilándonos. Gimo y pongo mi cabeza entre mis
manos. Este tiene que ser simplemente el peor momento de mi vida. Mi cabeza
sigue a la deriva mientras trato de recordar uno peor —sólo consigo recordar el
rechazo de Zayn—y esto es mucho, mucho más terrible en términos de humillación.
Me arriesgo a darle un vistazo. Me está mirando fijamente, su rostro íntegro,
sin dejar traslucir nada. Me doy la vuelta y miro a Justin quien luce muy
avergonzado y, al igual que yo, intimidado por Malik. Lo fulmino con la mirada.
Tengo unas cuantas cosas que decirle a mi supuesto amigo. Ninguna de las cuales
puedo repetir delante del Gerente General Zayn Malik. Ana, ¿a quién engañas?,
acaba de verte vomitar sobre el suelo y la flora local. No hay forma de
disfrazar que no sabes comportarte como una dama.
—Ehm... nos vemos adentro —murmura Justin, pero ambos lo ignoramos y él se escabulle dentro del edificio. Estoy sola con Malik. ¿Qué debería decirle? Disculparme por la llamada telefónica.
—Lo siento —murmuro, mirando el pañuelo que estoy apretando furiosamente con los dedos. Es tan suave.
—¿Qué es lo que lamentas Anastasia?
¿Ah? está exigiendo una explicación.
—La llamada telefónica principalmente, sentirme mal. Ah, la lista es interminable —murmuro, sintiendo como mi piel se sonrojaba. Por favor, por favor ¿puedo morir ahora?
—Todos hemos estado ahí, quizás no tan dramáticamente como tú —dice secamente—. Se trata de conocer tus propios límites, Anastasia. Quiero decir, estoy a favor de presionar hasta el límite, pero, de verdad, esto es demasiado. ¿Este tipo de comportamiento es un hábito en ti?
La cabeza me zumba por el exceso de alcohol y la irritación ¿Qué demonios tiene que ver esto con él? No lo invité aquí. Suena como un hombre de mediana edad regañándome como si fuera una niña descarriada. Una parte de mí quiere decirle que sí quiero emborracharme cada noche como lo hice hoy, entonces es mi decisión y no tenía nada que ver con él, pero no soy lo suficientemente valiente. No ahora que he vomitado frente a él. ¿Por qué sigue aquí?
—No —digo apenada—. Nunca he estado borracha antes y ahora mismo no tengo deseos de volver a estarlo.
Simplemente no entiendo por qué está aquí. Comienzo a sentirme mareada. Él se da cuenta, me toma antes de que caiga y me alza en sus brazos, sosteniéndome contra su pecho como si fuera una niña pequeña.
—Vamos, te llevaré a casa —murmura.
—Tengo que decirle a Kate. —Buen Señor, estoy en sus brazos otra vez.
—Mi hermano puede decirle.
—¿Qué?
—Mi hermano, Elliot, está hablando con la señorita Kavanagh.
—¿De veras? —No lo entiendo.
—Él estaba conmigo cuando llamaste.
—¿En Seattle? —Estoy confundida.
—No, me estoy hospedando en el Heathman. Rastreé tu teléfono móvil Anastasia.
Oh, por supuesto que lo hizo. ¿Cómo es posible? ¿Es legal? Acosador, me susurra mi subconsciente a través de la nube de tequila que todavía flota en mi cerebro, pero de alguna manera, porque se trata de él, no me molesta.
—¿Tienes una chaqueta o un bolso?
—Ehm… sí, vine con ambos. Zayn, por favor, tengo que decirle a Kate. Se preocupará.
Su boca se aprieta en una línea dura y suspira pesadamente.
—Si tienes que hacerlo...
Me pone de pie y, tomando mi mano, me conduce de nuevo dentro del bar. Me siento débil, todavía borracha, avergonzada, exhausta, mortificada y en algún extraño nivel, extremadamente emocionada. Él está tomando mi mano, un despliegue tan confuso de emociones. Necesitaré de al menos una semana para procesarlas todas.
Es ruidoso, está lleno de gente y la música ha comenzado, por lo que hay una gran multitud en la pista de baile. Kate no está en nuestra mesa y Justin ha desaparecido. Levi se ve perdido y desamparado estando solo.
—¿Dónde está Kate? —le grito a Levi por encima del ruido. Mi cabeza comienza a palpitar al ritmo del contrabajo.
—Bailando —grita Levi y puedo decir que está enfadado. Está mirando a Zayn suspicazmente.
Me pongo mi chaqueta negra y meto mi pequeño bolso por encima de mi cabeza de manera que quede en mi cadera. Estoy lista para irme una vez que haya visto a Kate.
—Ella está en la pista de baile. —Toco el brazo de Zayn, me inclino y le grito al oído, rozando su cabello con la nariz, oliendo su aroma limpio y fresco. Ay Dios… todos esos sentimientos prohibidos y desconocidos que he intentado negar salen a la superficie y corren a través de mi agotado cuerpo. Me sonrojo y en algún lugar muy profundo, mis músculos se contraen deliciosamente.
Él pone los ojos en blanco, toma mi mano de nuevo y me guía hasta la barra. Es servido inmediatamente. No hay espera para el señor Controlador Malik, ¿todo le tiene que llegar tan fácilmente? No puedo escuchar lo que ordena. Me entrega un vaso enorme de agua helada.
—Bebe —me ordena.
Las luces se mueven dando vueltas al compás de la música arrojando extraños colores y sombras al bar y a sus clientes. Él alterna entre verde, azul, blanco y un rojo demoniaco. Me observa con atención. Tomo un sorbo tentativo.
—Bébelo todo —grita para hacerse oír por sobre la música.
Es tan autoritario. Se pasa una mano a través de su cabello rebelde. Se ve frustrado, enojado. ¿Cuál es su problema? Aparte de que una tonta niña ebria lo llame en medio de la noche y él piense que debe rescatarla. Y resulta ser que si debe salvarla de su amigo demasiado amoroso. Y luego la ve vomitando a sus pies. Ay, Ana… ¿Superarás esto alguna vez? Mi subconsciente está chasqueando la lengua y mirándome fijamente por encima de sus anteojos de media luna, figurativamente hablando, claro. Me balanceo un poco y él pone una mano en mi hombro para estabilizarme.
Hago lo que se me dice y me tomo el vaso entero. Me hace sentir mareada. Quitándome el vaso de las manos lo coloca en la barra. En medio del desenfoque, le doy un vistazo a lo que lleva puesto; una camisa blanca holgada de lino, pantalones ajustados, zapatillas converse negras y una chaqueta oscura a rayas. Su camisa está desabrochada en la parte superior y no veo una pizca de pelo. En mi actual estado mental, se ve delicioso.
Toma mi mano una vez más. Santo cielo, me lleva a la pista de baile. Yo no bailo. Puede sentir mi resistencia y bajo las luces de colores, puedo ver su ligeramente sarcástica sonrisa divertida. Le da un tirón a mi mano y estoy de nuevo en sus brazos. Comienza a moverse, llevándome con él. Caramba, sabe bailar. Y no puedo creer que esté siguiéndolo paso a paso. Quizá sea porque estoy borracha y puedo seguir el ritmo. Me aprieta con fuerza contra él, su cuerpo contra el mío… Si no me apretara con tanta fuerza, estoy segura de que me desmayaría a sus pies. En el fondo de mi mente, la advertencia que a menudo mi madre me recitaba resuena en mi cabeza: Nunca confíes en un hombre que sabe bailar.
Nos mueve a través de la multitud de bailarines hasta el otro lado de la pista de baile y llegamos junto a Kate y Elliot, el hermano de Zayn. La música martillea con fuerza en mi cabeza. Se me corta la respiración. Kate está haciendo sus movimientos. Baila moviendo su trasero. Y ella sólo lo hace cuando realmente le gusta alguien. Lo que significa que habrá tres de nosotros para el desayuno mañana temprano. ¡Kate!
Zayn se inclina y le grita a Elliot en el oído. No puedo escuchar lo que dice. Elliot es alto y de hombros anchos, pelo rubio rizado y unos ojos perversamente brillantes. No puedo decir de qué color son debido al juego de brillantes luces intermitentes. Elliot sonríe y tira de Kate a sus brazos, en donde ella está más que feliz de estar… ¡Kate! Incluso en mi estado de ebriedad, me asombra. Acaba de conocerlo. Ella asiente con la cabeza a cualquier cosa que Elliot le esté diciendo, luego me sonríe y me dice adiós con la mano. Zayn nos saca de la pista de baile en un rápido tiempo doble.
Pero nunca llegué a hablar con ella. ¿Está bien? Puedo ver donde terminarán las cosas para ellos dos. Tengo que hacer la charla del sexo seguro. En el fondo de mi mente, espero que lea uno de los carteles en la parte posterior de las puertas de los aseos.
Mis pensamientos se estrellan contra mi cerebro, luchando con la difusa sensación de embriaguez. Hace tanto calor aquí, es demasiado ruidoso, colorido, demasiado brillante. Mi cabeza comienza a ir a la deriva, ay no…y puedo sentir el suelo viniendo al encuentro de mi rostro o al menos así se siente. Lo último que oigo antes de desmayarme en los brazos de Zayn, es su discordante calificativo.
—Mierda.
—Ehm... nos vemos adentro —murmura Justin, pero ambos lo ignoramos y él se escabulle dentro del edificio. Estoy sola con Malik. ¿Qué debería decirle? Disculparme por la llamada telefónica.
—Lo siento —murmuro, mirando el pañuelo que estoy apretando furiosamente con los dedos. Es tan suave.
—¿Qué es lo que lamentas Anastasia?
¿Ah? está exigiendo una explicación.
—La llamada telefónica principalmente, sentirme mal. Ah, la lista es interminable —murmuro, sintiendo como mi piel se sonrojaba. Por favor, por favor ¿puedo morir ahora?
—Todos hemos estado ahí, quizás no tan dramáticamente como tú —dice secamente—. Se trata de conocer tus propios límites, Anastasia. Quiero decir, estoy a favor de presionar hasta el límite, pero, de verdad, esto es demasiado. ¿Este tipo de comportamiento es un hábito en ti?
La cabeza me zumba por el exceso de alcohol y la irritación ¿Qué demonios tiene que ver esto con él? No lo invité aquí. Suena como un hombre de mediana edad regañándome como si fuera una niña descarriada. Una parte de mí quiere decirle que sí quiero emborracharme cada noche como lo hice hoy, entonces es mi decisión y no tenía nada que ver con él, pero no soy lo suficientemente valiente. No ahora que he vomitado frente a él. ¿Por qué sigue aquí?
—No —digo apenada—. Nunca he estado borracha antes y ahora mismo no tengo deseos de volver a estarlo.
Simplemente no entiendo por qué está aquí. Comienzo a sentirme mareada. Él se da cuenta, me toma antes de que caiga y me alza en sus brazos, sosteniéndome contra su pecho como si fuera una niña pequeña.
—Vamos, te llevaré a casa —murmura.
—Tengo que decirle a Kate. —Buen Señor, estoy en sus brazos otra vez.
—Mi hermano puede decirle.
—¿Qué?
—Mi hermano, Elliot, está hablando con la señorita Kavanagh.
—¿De veras? —No lo entiendo.
—Él estaba conmigo cuando llamaste.
—¿En Seattle? —Estoy confundida.
—No, me estoy hospedando en el Heathman. Rastreé tu teléfono móvil Anastasia.
Oh, por supuesto que lo hizo. ¿Cómo es posible? ¿Es legal? Acosador, me susurra mi subconsciente a través de la nube de tequila que todavía flota en mi cerebro, pero de alguna manera, porque se trata de él, no me molesta.
—¿Tienes una chaqueta o un bolso?
—Ehm… sí, vine con ambos. Zayn, por favor, tengo que decirle a Kate. Se preocupará.
Su boca se aprieta en una línea dura y suspira pesadamente.
—Si tienes que hacerlo...
Me pone de pie y, tomando mi mano, me conduce de nuevo dentro del bar. Me siento débil, todavía borracha, avergonzada, exhausta, mortificada y en algún extraño nivel, extremadamente emocionada. Él está tomando mi mano, un despliegue tan confuso de emociones. Necesitaré de al menos una semana para procesarlas todas.
Es ruidoso, está lleno de gente y la música ha comenzado, por lo que hay una gran multitud en la pista de baile. Kate no está en nuestra mesa y Justin ha desaparecido. Levi se ve perdido y desamparado estando solo.
—¿Dónde está Kate? —le grito a Levi por encima del ruido. Mi cabeza comienza a palpitar al ritmo del contrabajo.
—Bailando —grita Levi y puedo decir que está enfadado. Está mirando a Zayn suspicazmente.
Me pongo mi chaqueta negra y meto mi pequeño bolso por encima de mi cabeza de manera que quede en mi cadera. Estoy lista para irme una vez que haya visto a Kate.
—Ella está en la pista de baile. —Toco el brazo de Zayn, me inclino y le grito al oído, rozando su cabello con la nariz, oliendo su aroma limpio y fresco. Ay Dios… todos esos sentimientos prohibidos y desconocidos que he intentado negar salen a la superficie y corren a través de mi agotado cuerpo. Me sonrojo y en algún lugar muy profundo, mis músculos se contraen deliciosamente.
Él pone los ojos en blanco, toma mi mano de nuevo y me guía hasta la barra. Es servido inmediatamente. No hay espera para el señor Controlador Malik, ¿todo le tiene que llegar tan fácilmente? No puedo escuchar lo que ordena. Me entrega un vaso enorme de agua helada.
—Bebe —me ordena.
Las luces se mueven dando vueltas al compás de la música arrojando extraños colores y sombras al bar y a sus clientes. Él alterna entre verde, azul, blanco y un rojo demoniaco. Me observa con atención. Tomo un sorbo tentativo.
—Bébelo todo —grita para hacerse oír por sobre la música.
Es tan autoritario. Se pasa una mano a través de su cabello rebelde. Se ve frustrado, enojado. ¿Cuál es su problema? Aparte de que una tonta niña ebria lo llame en medio de la noche y él piense que debe rescatarla. Y resulta ser que si debe salvarla de su amigo demasiado amoroso. Y luego la ve vomitando a sus pies. Ay, Ana… ¿Superarás esto alguna vez? Mi subconsciente está chasqueando la lengua y mirándome fijamente por encima de sus anteojos de media luna, figurativamente hablando, claro. Me balanceo un poco y él pone una mano en mi hombro para estabilizarme.
Hago lo que se me dice y me tomo el vaso entero. Me hace sentir mareada. Quitándome el vaso de las manos lo coloca en la barra. En medio del desenfoque, le doy un vistazo a lo que lleva puesto; una camisa blanca holgada de lino, pantalones ajustados, zapatillas converse negras y una chaqueta oscura a rayas. Su camisa está desabrochada en la parte superior y no veo una pizca de pelo. En mi actual estado mental, se ve delicioso.
Toma mi mano una vez más. Santo cielo, me lleva a la pista de baile. Yo no bailo. Puede sentir mi resistencia y bajo las luces de colores, puedo ver su ligeramente sarcástica sonrisa divertida. Le da un tirón a mi mano y estoy de nuevo en sus brazos. Comienza a moverse, llevándome con él. Caramba, sabe bailar. Y no puedo creer que esté siguiéndolo paso a paso. Quizá sea porque estoy borracha y puedo seguir el ritmo. Me aprieta con fuerza contra él, su cuerpo contra el mío… Si no me apretara con tanta fuerza, estoy segura de que me desmayaría a sus pies. En el fondo de mi mente, la advertencia que a menudo mi madre me recitaba resuena en mi cabeza: Nunca confíes en un hombre que sabe bailar.
Nos mueve a través de la multitud de bailarines hasta el otro lado de la pista de baile y llegamos junto a Kate y Elliot, el hermano de Zayn. La música martillea con fuerza en mi cabeza. Se me corta la respiración. Kate está haciendo sus movimientos. Baila moviendo su trasero. Y ella sólo lo hace cuando realmente le gusta alguien. Lo que significa que habrá tres de nosotros para el desayuno mañana temprano. ¡Kate!
Zayn se inclina y le grita a Elliot en el oído. No puedo escuchar lo que dice. Elliot es alto y de hombros anchos, pelo rubio rizado y unos ojos perversamente brillantes. No puedo decir de qué color son debido al juego de brillantes luces intermitentes. Elliot sonríe y tira de Kate a sus brazos, en donde ella está más que feliz de estar… ¡Kate! Incluso en mi estado de ebriedad, me asombra. Acaba de conocerlo. Ella asiente con la cabeza a cualquier cosa que Elliot le esté diciendo, luego me sonríe y me dice adiós con la mano. Zayn nos saca de la pista de baile en un rápido tiempo doble.
Pero nunca llegué a hablar con ella. ¿Está bien? Puedo ver donde terminarán las cosas para ellos dos. Tengo que hacer la charla del sexo seguro. En el fondo de mi mente, espero que lea uno de los carteles en la parte posterior de las puertas de los aseos.
Mis pensamientos se estrellan contra mi cerebro, luchando con la difusa sensación de embriaguez. Hace tanto calor aquí, es demasiado ruidoso, colorido, demasiado brillante. Mi cabeza comienza a ir a la deriva, ay no…y puedo sentir el suelo viniendo al encuentro de mi rostro o al menos así se siente. Lo último que oigo antes de desmayarme en los brazos de Zayn, es su discordante calificativo.
—Mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario