martes, 14 de mayo de 2013

Capítulo 47.

Zayn está en una jaula con barrotes de acero. Usa sus pantalones rasgados, su pecho y sus pies están desnudos y está mirándome fijamente. Su sonrisa de broma privada está dibujada en su hermoso rostro y sus ojos son de un miel fundido. En sus manos sostiene un tazón de fresas. Deambula con gracia atlética hacia la parte delantera de la jaula, mirándome fijamente. Sosteniendo una fresa madura y extiende su mano a través de los barrotes.

—Come —dice, su lengua acariciando el frente de su paladar mientras enuncia la "e".

Trato de avanzar hacia él, pero estoy atada, retenida por una fuerza invisible alrededor de mi muñeca. Déjame ir.

—Ven, come —dice, sonriendo con su deliciosa sonrisa torcida.

Tiro y tiro... ¡déjame ir! Quiero gritar y dar alaridos, pero ningún sonido emerge.
Estoy muda. Se estira un poco más y la fresa está en mis labios.

—Come, Anastasia. —Su boca forma mi nombre, deteniéndose sensualmente en cada sílaba.

Abro mi boca y muerdo, la jaula desaparece y mis manos están libres. Levanto mi mano para tocarlo, para pasear mis dedos por su pecho.

— Anastasia.

No. Gimo.

—Vamos, nena.

No. Quiero tocarte.

—Despierta.

No. Por favor. Mis ojos se abren involuntariamente por una fracción de segundo. Estoy en la cama y alguien está acariciando mi oído.

—Despierta, nena —susurra y el efecto de su dulce voz se desliza como caramelo caliente fundido a través de mis venas.

Es Zayn. Por Dios, todavía está oscuro y las imágenes de él en mi sueño persisten, desconcertando y tentando en mi cabeza.

—Oh... no —gimo. Quiero volver a su pecho, volver a mi sueño. ¿Por qué me despierta? Estamos a mitad de la noche o al menos, así se siente. Quiere sexo… ¿ahora?

—Es hora de levantarse, cariño. Voy a encender la luz lateral. —Su voz es tranquila.

—No —gimo.

—Quiero ver el amanecer contigo —dice él, besando mi rostro, mis párpados, la punta de mi nariz, mi boca y abro mis ojos. La luz lateral está encendida— Buenos días, bella —murmura.

Gimo y él sonríe.

—No eres una persona a la que le guste la mañana —murmura.

A través de la bruma de la luz, entrecierro los ojos y veo a Zayn inclinado sobre mí, sonriendo. Divertido. Divertido por mí. ¡Vestido! De negro.

—Pensé que querías sexo —murmuro.

—Anastasia, siempre quiero sexo contigo. Es reconfortante saber que sientes lo mismo —dice secamente.

Lo miro mientras mis ojos se acostumbraran a la luz, pero todavía se ve divertido... gracias a Dios.

—Por supuesto que sí, pero no cuando es demasiado tarde.

—No es tarde, es temprano. Vamos, a levantarse. Vamos a salir. Tomaré un vale en cuanto al sexo.

—Estaba teniendo un sueño tan bonito —me quejo.

—¿Un sueño? ¿Acerca de qué? —pregunta pacientemente.

—De ti. —Me sonrojo.

—¿Qué estaba haciendo esta vez?

—Tratando de darme a comer fresas.

Sus labios se levantan con el rastro de una sonrisa.

—El Dr. Flynn podría tener un día de campo con eso. Levántate, vístete. No te molestes en tomar una ducha, no podemos demorarnos tanto.

Me incorporo y las sábanas se acumulan en mi cintura, dejando al descubierto mi cuerpo. Él se pone de pie para darme espacio.

—¿Qué hora es?

—Cinco y media de la mañana.

—Se siente como si fueran las tres de la mañana.

—No tenemos mucho tiempo. Te deje dormir lo máximo posible. Ven.

—¿No puedo tomar una ducha?

Suspira.

—Si tomas una ducha, querré una contigo y ambos sabemos lo que ocurrirá a continuación, el día simplemente se irá. Ven.

Está entusiasmado. Como un niño pequeño, está brillando por la anticipación y el entusiasmo. Eso me hace sonreír.

—¿Qué vamos a hacer?

—Es una sorpresa. Te lo dije.

No puedo evitar sonreírle.

—Está bien.

Gateo fuera de la cama y busco mi ropa. Por supuesto, está cuidadosamente doblada sobre la silla junto a mi cama. Él también ha dispuesto uno de sus calzoncillos boxer cortos: Ralph Lauren, nada menos. Me los pongo rápidamente y me sonríe. Mmm, otra pieza de la ropa interior de Zayn Malik, un trofeo para añadir a mi colección, junto con el automóvil, la BlackBerry, el Mac, su chaqueta negra y un conjunto de viejas primeras ediciones valiosas. Niego con la cabeza ante su generosidad y frunzo el ceño mientras una escena de Tess cruza mi mente: la escena de la fresa. Eso evoca mi sueño. Al diablo con el Dr. Flynn, Freud tendría un día de campo y entonces, probablemente fallecería tratando de lidiar con mi Cincuenta Sombras.

—Te daré algo de espacio ahora que estás levantada. —Zayn sale hacia la sala de estar y entro en el baño. Tengo necesidades que atender y quiero un lavado rápido. Siete minutos más tarde, estoy en la sala de estar, aseada, cepillada y vestida con pantalones, mi camiseta y la ropa interior de Zayn Malik. Zayn levanta la mirada desde la pequeña mesa de comedor donde está desayunando. ¡Desayuno! Dios, a esta hora.

—Come —dice.

Dios mío... mi sueño. Me quedo boquiabierta, pensando en su lengua en su paladar. Mmm, su lengua experta.

—Anastasia—dice con firmeza, sacándome de mi ensoñación.

Realmente es demasiado temprano para mí. ¿Cómo manejo esta situación?

—Tomaré un poco de té. ¿Puedo tomar un croissant para más tarde?

Me mira con desconfianza y sonrío dulcemente.

—No arruines mi buen estado de humor, Anastasia —me advierte en voz baja.

—Comeré más tarde, cuando mi estómago haya despertado. Más o menos a las siete y media de la mañana... ¿de acuerdo?

—Está bien. —Me mira fijamente.

Honestamente. Tengo que concentrarme mucho en no hacerle una mueca.

—Quiero poner mis ojos en blanco hacia ti.

—Claro que sí, hazlo y lo disfrutaré —dice con severidad.

Miro hacia el techo.

—Bueno, unas nalgadas me despertarían, supongo. —Frunzo mis labios en silenciosa contemplación.

La boca del Zayn se abre de golpe.

—Por otro lado, no quiero que estés todo caliente e incómodo, el clima aquí es lo suficientemente caliente. —Me encojo de hombros con indiferencia.

Zayn cierra su boca y se esfuerza bastante por lucir disgustado, pero falla completamente. Puedo ver el humor acechando en el fondo de sus ojos.

—Usted es, como siempre, un desafío, señorita Steele. Beba su té.

Me doy cuenta de la etiqueta de Twinings y en el interior, mi corazón canta. Ves, le importas, mi subconsciente me vocaliza. Me siento frente a él, bebiendo de su belleza. ¿Alguna vez tendré suficiente de este hombre?
Mientras salimos de la habitación, Zayn me lanza una sudadera.

—Necesitarás esto.

Lo miro, extrañada.

—Confía en mí. —Él sonríe, se inclina y me besa en los labios de forma rápida. Luego, toma mi mano y nos dirigimos hacia afuera.


Afuera, en el frío relativo de la penumbra antes del amanecer, el encargado de estacionar los automóviles le entrega a Zayn un juego de llaves de un automóvil deportivo con una capota de lona. Levanto una ceja hacia Zayn, quien me sonríe en respuesta.

—Sabes, a veces es genial ser yo —dice con una sonrisa conspiradora pero petulante que simplemente no puedo evitar imitar. Es tan adorable cuando está alegre y sin preocupaciones. Me abre la puerta del automóvil con una exagerada reverencia y me subo. Él está de un muy buen humor.

—¿A dónde vamos?

—Ya lo verás. —Sonríe mientras enciende el automóvil y nos dirigimos hacia Savannah Parkway.

Programa el GPS, presiona un interruptor en el volante y una pieza de orquesta clásica llena el automóvil.

—¿Qué es esto? —pregunto mientras el dulce, dulce sonido de un centenar de cuerdas de un violín nos asalta.

—Es de La Traviata. Una ópera de Verdi.

Oh, Dios... es preciosa.

—¿La Traviata? He oído de eso. No puedo pensar en dónde. ¿Qué significa?

Zayn me mira y sonríe.

—Bueno, literalmente, la mujer extraviada. Está basado en el libro de Alexander Dumas, La Dama de las Camelias.

—Ah. Lo he leído.

—Pensé que podrías haberlo hecho.

—La cortesana condenada. —Me retuerzo incómodamente en el lujoso asiento de cuero. ¿Está tratando de decirme algo?— Hmm, es una historia deprimente —murmuro.

—¿Demasiado deprimente? ¿Quieres elegir un poco de música? Está en mi iPod. —Zayn tiene de nuevo esa sonrisa secreta.

No puedo ver su iPod en ningún lado. Él le da un golpecito a la pantalla de la consola entre nosotros y manteniéndola presionada, aparece una lista de reproducción.

—Tú elige. —Sus labios tiemblan con una sonrisa y sé que eso es un desafío.

El iPod de Zayn Malik, esto debe ser interesante. Desplazo la pantalla táctil y encuentro la canción perfecta. Presiono play. Nunca lo hubiera tomado por un fan de Britney. La mezcla techno nos embiste y Zayn baja el volumen. Tal vez es demasiado temprano para esta Britney en su etapa más sensual.

—Toxic, ¿eh? —sonríe Zayn.

—No sé a qué te refieres. —Finjo inocencia.

Él baja el volumen de la música un poco más y por dentro, me abrazo a mí misma. Mi diosa interior está en pie esperando su medalla de oro. Él bajó el volumen a la música. ¡Victoria!

—No puse esa canción en mi iPod —dice casualmente y pone su pie en el suelo, por lo que estoy apoyada en mi asiento cuando el coche acelera por la autopista.

¿Qué? Él sabe lo que está haciendo, bastardo. ¿Quién lo hizo? Y tengo que seguir escuchando a Britney. ¿Quién…quién?

La canción termina y el iPod cambia a una canción triste de Damien Rice. ¿Quién? ¿Quién? Miro por la ventana con el estómago revuelto. ¿Quién?

—Fue Leila —responde a mis pensamientos. ¿Cómo hace eso?

—¿Leila?

—Una ex, fue ella quien puso la canción en mi iPod.

Damien canta en el fondo cuando quedo aturdida. Una ex… ¿ex-sumisa? Una ex…

—¿Una de las quince? —pregunto.

—Sí.

—¿Qué ocurrió con ella?

—Terminamos.



—¿Por qué?

Oh, por Dios. Es demasiado temprano para este tipo de conversación. Pero él parece relajado, incluso feliz y lo que es más, hablador.

—Ella quería más. —Su voz es baja, incluso introspectiva y deja la frase colgando entre nosotros, terminándola de nuevo con esa pequeña pero poderosa palabra.

—¿Y no lo hiciste? —pregunto antes de que pueda emplear mi cerebro como filtro para mi boca. Mierda, ¿qué quiero saber?
Sacude su cabeza.

—Nunca he querido más, hasta que te conocí.

Jadeo, estremeciéndome. Oh Dios. ¿No es esto lo que quería? Él quiere más. ¡También, quiere más! Mi diosa interna ha salido del podio y está haciendo volteretas alrededor del estadio. No soy sólo yo.

—¿Qué sucedió con las otras catorce? —pregunto.

Dios, él está hablando… toma ventaja.

—¿Quieres una lista? ¿Divorciada, decapitada, muerta?

—No eres Enrique VIII.

—De acuerdo. Sin ningún orden en particular, sólo he tenido relaciones a largo plazo con cuatro mujeres, con excepción de Elena.

—¿Elena?

—La señora Robinson para ti. —Él medio sonríe a su broma privada.

¡Elena! La malvada tiene un nombre y es sonoramente extranjero. Una visión de una vampiresa pálida con cabello negro y labios rojos como el rubí viene a mi mente y sé que ella es hermosa. No debo insistir. No debo insistir.

—¿Qué paso con la cuarta? —pregunto para distraerme.

—Demasiado curiosa, demasiado ansiosa por obtener información, señorita Steele —me regaña en broma.

—Oh, señor cuándo-es-tu-periodo-menstrual.

—Anastasia, un hombre necesita saber esas cosas.

—¿En serio?

—Yo sí.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que quedes embarazada.

—¡Ni yo tampoco! Bueno, no por unos cuantos años.

Zayn parpadea alarmado, luego se relaja visiblemente. Bien. Zayn no quiere niños. ¿Ahora o nunca? Me estoy recuperando de su ataque de franqueza súbito y sin precedentes. ¿A lo mejor es muy temprano? ¿Algo en el agua de Georgia? ¿El aire de Georgia? ¿Qué más quiero saber? Carpe Diem.

—Y las otras cuatro, ¿Qué ocurrió? —pregunto.

—Una conoció a alguien más. Las otras tres querían… más. Yo no estaba en el mercado para entonces.

—¿Y las otras? —presiono.

Él me mira brevemente y sólo sacude la cabeza.

—No funcionó.

Vaya, un balde con información por procesar. Miro el espejo lateral del auto y noto la suave oleada de rosa y aguamarina en el cielo detrás. El amanecer está siguiéndonos.

—¿A dónde nos dirigimos? —pregunto, perpleja mirando la I-95. Nos estamos dirigiendo al sur, eso es todo lo que sé.

—A un campo de aterrizaje.

—No vamos a regresar a Seattle, ¿verdad? —Jadeo, alarmada. No me he despedido de mi madre. Dios, ella nos está esperando para cenar.
Él se ríe.

—No, Anastasia, vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito.

—¿Segundo? —Frunzo el ceño hacia él.

—Sip. Te dije mi favorito esta mañana.

Miro su glorioso perfil, frunciendo el ceño, torturando mi cerebro.

—Disfrutar de ti, señorita Steele, eso ha llegado a ser el número uno de mi lista. Cualquier forma en la que pueda tenerte.

Oh.

—Bueno, eso también está en lo alto de mi lista de prioridades pervertidas —murmuro, sonrojándome.

—Me alegra escucharlo —murmura secamente.

—Así que ¿campo de aterrizaje?

Él me sonríe.

—Vuelo.

El término es familiar. Él lo había mencionado antes.

—Vamos a perseguir el amanecer, Anastasia. —Se da vuelta y me sonríe cuando el GPS le insta a girar a la derecha, hacia lo que se ve como un complejo industrial. Se detiene afuera de un gran edificio blanco con una señal que dice Asociación de Vuelo de Brunswick.

¡Vuelo sin motor! ¿Vamos a hacer vuelo sin motor?

Él apaga el coche.

—¿Estás lista para esto? —pregunta.

—¿Vamos a volar?

—Sí.

—¡Sí, por favor! —No lo dudo. Él sonríe, se inclina y me besa.

—Otra primera vez, señorita Steele —dice mientras sale del coche.

¿Primera vez? ¿Qué clase de primera vez? La primera vez volando un avión sin motor… No, él dijo que lo había hecho antes. Me relajo. Él camina alrededor y abre mi puerta. El cielo se ha tornado de un sutil ópalo, brillando y llameando suavemente detrás de las nubes esporádicas. El amanecer está sobre nosotros.

Tomando mi mano, Zayn me lleva alrededor del edificio hacia un gran tramo de asfalto en donde varios aviones están estacionados. Esperando al lado de ellos hay un hombre con la cabeza afeitada y una mirada salvaje en sus ojos, acompañado por Taylor.

¡Taylor! ¿Va Zayn a algún lado sin ese hombre? Le sonrío con alegría y él me sonríe amablemente.

—Señor Malik, este es su piloto de remolque, el señor Mark Benson —dice Taylor.

Zayn y Benson se dan la mano y entablan una conversación, la cual suena muy técnica, sobre la velocidad del viento, direcciones y demás.

—Hola, Taylor —murmuro tímidamente.

—Señorita Steele. —Él asiente a manera de saludo y yo frunzo el ceño— Anastasia —se corrige a sí mismo—Ha sido un infierno sobre ruedas los últimos días. Me agrada que estemos aquí —dice con complicidad. Oh, es una buena noticia ¿Por qué? ¡Seguramente no es por mí! ¡Un jueves de revelación! Debe ser algo en el agua de Savannah que hace que estos hombres se aflojen un poco.

—Anastasia—me llama Zayn—Ven. —Extiende su mano.

—Nos vemos más tarde. —Sonrío a Taylor y dándome un rápido saludo, se dirige de regreso hacia el estacionamiento.

—Señor Benson, esta es mi novia, Anastasia Steele.

—Encantada de conocerlo —murmuro mientras nos damos la mano.
Benson me da una sonrisa deslumbrante.

—Lo mismo digo —dice él y puedo decir por su acento que es británico.

Cuando tomo la mano de Zayn, hay un creciente entusiasmo en mi vientre. ¡Guau… vuelo sin motor! Seguimos a Mark Benson a través de la pista, hacia la pista de aterrizaje. Él y Zayn siguen manteniendo una conversación. Capto lo esencial. Estaremos en un Blanik L-23, que aparentemente es mejor que el L-13, aunque eso está abierto a debate. Benson estará volando un Piper Pawnee. Él ha estado volando rastreros de cola durante ya cinco años. Nada de eso significa algo para mí, pero al mirar a Zayn está tan animado, tan en su elemento, que es un placer observarlo.

El avión en sí es largo, elegante y blanco con franjas naranjas. Tiene una pequeña cabina con dos asientos, uno frente al otro. Está sujeto por medio de un largo cable blanco a un pequeño avión convencional de una sola hélice. Benson abre la enorme y clara cúpula de plexiglás que enmarca la cabina, permitiéndonos abordar.

—Primero, necesitamos asegurar las correas de su paracaídas.

—Yo haré eso —lo interrumpe Zayn y toma el arnés de las manos de Benson, quien le sonríe de forma amena.

—Traeré el lastre —dice Benson y se dirige al avión.

—Te gusta amarrarme en distintas cosas —observo secamente.

—Señorita Steele, no tienes idea. Aquí, entra en tus correas.

Hago lo que me dice, colocando mi brazo sobre su hombro. Zayn se envara ligeramente pero no se mueve. Una vez que mis pies están en los lazos, él levanta el paracaídas y paso mis brazos a través de las correas de los hombros. Hábilmente, sujeta el arnés y tensa las correas.

—Ahí, eso es suficiente —dice suavemente, pero sus ojos están brillando— ¿Tienes tu liga para el cabello de ayer?

Asiento.

—¿Quieres que me lo sujete?

—Sí.

Rápidamente hago lo que me pidió.

—Ahora, adentro —ordena Zayn. Sigue siendo tan mandón. Voy a subirme al asiento de atrás.

—No, adelante. Los pilotos se sientan atrás.

—Pero no serás capaz de ver.

—Veré un montón —dice sonriendo.

No creo haberlo visto nunca tan feliz, mandón, pero feliz. Me subo, instalándome en el asiento de cuero. Es sorprendentemente cómodo. Zayn se inclina sobre mí, coloca el arnés sobre mis hombros, pone su mano entre mis piernas para encontrar el cinturón inferior y lo introduce en la ranura que se encuentra contra mi vientre. Ajusta todas las correas restantes.

—Hmm, dos veces en una mañana, soy un hombre con suerte —susurra y me besa rápidamente—Esto no tomará demasiado: veinte, treinta minutos como máximo. Las temperaturas no son geniales a este momento de la mañana, pero la vista es impresionante a esta hora. Espero que no estés nerviosa.

—Emocionada. —Sonrío.

¿De dónde salió esta ridícula sonrisa? En realidad, parte de mí está aterrada. Mi diosa interna… está bajo una manta detrás del sofá.

—Bien. —Él sonríe en respuesta, acariciando mi rostro, luego desaparece de mi vista.

Lo escucho y lo siento moverse mientras se sube detrás de mí. Por supuesto, él me ha amarrado tan firmemente que no puedo girarme para verlo… ¡típico! Estamos muy abajo en el suelo. Frente a mí hay un panel de diales, interruptores y una gran palanca. Dejo todas las cosas como están.
Mark Benson aparece con una alegre sonrisa mientras revisa mis correas y se inclina y comprueba el piso de la cabina. Creo que es el lastre.

—Sí, es seguro. ¿Primera vez? —me pregunta.

—Sí.

—Te encantará.

—Gracias, señor Benson.

—Llámame Mark. —Se gira hacia Zayn— ¿Bien?

—Sí. Vamos.

Estoy tan contenta de no haber comido nada. Estoy más que emocionada y no creo que mi estómago hubiera estado preparado para el juego de la comida, la emoción y el dejar el suelo. Una vez más me estoy poniendo en las hermosas y habilidosas manos de este hombre. Mark cierra la cúpula de la cabina, avanza hacia el avión de enfrente y se sube.

La hélice solitaria del Piper se mueve y mi estómago nervioso se reposiciona en mi garganta. Jesús… realmente estoy haciendo esto. Mark avanza lentamente por la pista y cuando el cable se tensa, nos sacudimos repentinamente hacia adelante. Despegamos. Oigo charla en el aparato de radio detrás de mí. Creo que es Mark hablando con la torre… pero no puedo entender lo que está diciendo. A medida que el Piper agarra velocidad, también lo hacemos nosotros. Es bastante desigual y frente a nosotros, el avión de una sola hélice todavía está en el suelo. Jesús, ¿alguna vez nos elevaremos? Y de repente, mi estómago desaparece de mi garganta y desciende en caída libre a través de mi cuerpo hasta el suelo… estamos en el aire.

—¡Aquí vamos, nena! —grita Zayn detrás de mí. Y estamos en nuestra propia burbuja, sólo los dos. Todo lo que oigo es el sonido del viento que se rasga a medida que avanzamos y el zumbido distante del motor del Piper.

Estoy agarrando el borde de mi asiento con ambas manos, tan fuerte que mis nudillos estás blancos. Nos dirigimos al oeste, tierra adentro, lejos de la salida del sol, ganando altura, cruzando campos, bosques, casas y la I-95. Oh Dios mío. Esto es maravilloso, sobre nosotros sólo hay cielo. La luz es extraordinaria, difusa y de tono cálido y recuerdo a Justin divagando sobre la “hora mágica”, un momento del día que los fotógrafos adoran: este es… justo después del amanecer y estoy en él, con Zayn.

Abruptamente, recuerdo la exposición de Justin. Mmm. Necesito decirle a Zayn. Me pregunto brevemente cómo reaccionará. Pero no me preocupo por eso, no ahora, estoy disfrutando el paseo. Mis oídos se destapan mientras ganamos altura y el suelo se desliza más y más lejos. Es tan pacífico. Entiendo completamente por qué le gusta estar aquí arriba. Lejos de su BlackBerry y todas las presiones de su trabajo.

La radio crepita a la vida y Mark menciona 915 metros. Jesús, eso suena alto. Miro el suelo y ya no puedo distinguir claramente nada ahí abajo.

—Suelta —dice Zayn a la radio y, repentinamente, el Piper desaparece y la sensación de arrastre proveída por el avión desaparece. Estamos flotando, flotando sobre Georgia.

Esto es emocionante. El avión se inclina y se gira mientras las alas caen y luego vamos en espiral hacia el sol. Ícaro. Esto es. Estoy volando cerca del sol, pero él está conmigo, guiándome. Jadeo al darme cuenta. Giramos y giramos en espiral y la vista en esta luz matutina es espectacular.

—¡Agárrate fuerte! —grita él y nos hundimos otra vez… sólo que esta vez no se detiene. Repentinamente, estoy de cabeza, mirando el suelo a través de la parte superior de la cúpula de la cabina.

Chillo ruidosamente, mis brazos automáticamente se elevan, mis manos extendidas sobre el plexiglás para detener mi caída. Puedo oírlo reír. ¡Bastardo! Pero su alegría es contagiosa y me estoy riendo también cuando endereza el avión.

—¡Me alegro de no haber desayunado! —le grito.

—Sí, en retrospectiva, es mejor que no lo hayas hecho, porque voy a hacer eso de nuevo.

Inclina el avión una vez más hasta que estamos de cabeza. Esta vez, porque estoy preparada, me aferro al arnés, pero me hace sonreír y reír como una tonta. Nivela el avión una vez más.

—Hermoso, ¿verdad? —pregunta.

—Sí.

Volamos, planeando majestuosamente por el aire, escuchando el viento y el silencio en la temprana luz de la mañana. ¿Quién podría pedir más?

—¿Ves la palanca frente a ti? —grita otra vez.

Miro la palanca que se está moviendo ligeramente entre mis piernas. Oh, no, ¿a dónde quiere ir con esto?

—Agárrala.

Oh mierda. Va a hacerme volar el avión. ¡No!

—Vamos, Anastasia. Agárrala —me urge con más vehemencia.

Tentativamente, la agarro y siento la inclinación y orientación de lo que asumo son los timones y remos o lo que sea que mantenga esta cosa en el aire.

—Agárrate fuerte… mantenlo estable. ¿Ves la línea media en frente? Mantén la aguja en el punto muerto del centro.

Mi corazón está en mi boca. Estoy volando un planeador… me estoy alzando.

—Buena chica. —Zayn suena encantado.

—Estoy sorprendida de que me dejaras tomar el control —le grito.

—Estarías sorprendida de lo que te dejaría hacer, señorita Steele. Ahora sigo yo.

Siento la palanca moverse repentinamente y la dejo ir mientras descendemos en espiral varios metros, mis oídos se destapan otra vez. El suelo está cada vez más cerca y se siente como si lo fuéramos a chocar en breve. Jesús, eso es aterrador.

—BMA, este es BG N Papa 3 Alfa, entrando en la pista izquierda a favor del viento, BMA. —Zayn suena con su autoridad de costumbre. La torre le responde en la radio, pero no entiendo lo que dicen. Planeamos de nuevo en un amplio círculo, hundiéndonos lentamente hacia el piso. Puedo ver el aeropuerto, las pistas de aterrizaje y otra vez estamos volando sobre la I-95.

—Agárrate, nena. Esto puede implicar unos cuantos saltos.

Después de otro círculo nos hundimos y repentinamente, estamos en el suelo con un breve golpe, corriendo a lo largo de la hierba. Mis dientes chocan a medida que avanzamos a una velocidad alarmante por el suelo, hasta que finalmente, nos detenemos. El avión se balancea ligeramente y luego se inclina hacia la derecha. Tomo una bocanada profunda de aire mientras Zayn se inclina y abre la tapa de la cabina, descendiendo y estirándose.

—¿Cómo estuvo? —pregunta él y sus ojos son de un miel brillante y deslumbrante. Se inclina para soltarme.

—Eso fue extraordinario. Gracias —susurro.

—¿Era más? —pregunta, su voz teñida de esperanza.

—Mucho más —suelto un suspiro y él ríe.

—Ven. —Extiende su mano hacia mí y salgo de cabina.

Tan pronto como estoy afuera, me sostiene y me levanta al nivel de su cuerpo. De repente, su mano está en mi cabello, tirando de nuevo mi cabeza hacia atrás y su otra mano se dirige hacia la base de mi columna. Me besa, largo, con fuerza y apasionadamente, su lengua en mi boca. Su respiración está en aumento, su entusiasmo…, su erección… estamos en un campo. Pero no me importa. Mis manos se retuercen en su cabello, agarrándome a él. Lo deseo, aquí, ahora, en el piso. Se suelta y baja su mirada hacia mí, sus ojos iluminados bajo la luz de la mañana, llenos de cruda y arrogante sensualidad. Guau. Me quita el aliento.

—Desayuno —susurra, haciendo que suene erótico.

¿Cómo puede hacer que tocino y huevos suenen como una fruta prohibida? Es una habilidad extraordinaria. Se gira, estrecha mi mano y nos dirigimos de nuevo al automóvil.

—¿Qué hay del planeador?

—Alguien se ocupara de eso —dice con desdén—. Comeremos ahora. —Su tono es inequívoco.

¡Comida! Está hablando de comida, cuando lo único que quiero es a él.

—Ven. —Sonríe.

Nunca lo he visto así y es un placer verlo. Me encuentro caminando a su lado, tomados de la mano, con una *idiota* y torpe sonrisa estampada en la cara. Me recuerda a cuando tenía diez y pasé el día en Disneylandia con Ray. Fue un día perfecto y esto se le asemeja, más o menos.
De regreso en el automóvil, mientras volvemos por la I-95 hacia Savannah, la alarma de móvil suena. O cierto… mi píldora.

—¿Qué es eso? —pregunta Zayn, curioso, mirándome.

Hurgo en mi bolso buscando el paquete.

—La alarma para mi píldora —murmuro, mientras mis mejillas se ruborizan.

Sus labios se levantan caprichosamente.

—Bueno, bien hecho. Odio los condones.

Me ruborizo un poco más. Es tan condescendiente como siempre.

—Me gusta que me hayas presentado ante Mark como tu novia —murmuro.

—¿No es eso lo que eres? —Alza una ceja.

—¿Lo soy? Pensé que querías una sumisa.

—Yo también Anastasia, y todavía lo hago. Pero te lo he dicho, quiero más también.

Oh Dios. Está cambiando de opinión y la esperanza surge en mí, dejándome sin respiración.

—Estoy muy feliz de que quieras más —susurro.

—Estamos para complacer, señorita Steele. —Sonríe, mientras entramos a la International House of Pancakes.

—IHOP. —Le devuelvo la sonrisa. No lo creo. Quién lo habría pensado… Zayn Malik en IHOP.

Son las ocho y media de la mañana, pero está tranquilo en el restaurante. Huele a masa dulce, comida frita y a desinfectante. Mmm… no es un aroma atractivo. Zayn me lleva a una cabina.

—Nunca te habría imaginado aquí —digo mientras nos sentamos en la cabina.

—Mi padre solía traernos a uno de estos cuando mi madre se iba a una conferencia médica. Era nuestro secreto.

Me dirige una sonrisa, sus ojos mieles bailando, luego toma un menú, deslizando una mano por su rebelde cabello mientras baja la mirada.

Oh, quiero pasar mis manos por ese cabello. Tomo un menú y lo examino. Me doy cuenta de que estoy muriendo de hambre.

—Sé que quiero —dice con un respiro, su voz baja ronca.

Alzo la mirada hacia él y él me está mirando de esa manera que aprieta todos los músculos en mi vientre y me deja sin aliento, sus ojos ardiendo. Lo miro fijamente, mi sangre zumbando en mis venas respondiendo su llamado.

—Yo quiero lo que tú quieras —susurro.

Inhala profundamente.

—¿Aquí? —pregunta sugerente, levantando una ceja al mirarme, sonriendo con malicia, sus dientes atrapando la punta de su lengua.

Oh Dios… sexo en IHOP. Su expresión cambia, se oscurece.

—No muerdas tu labio —ordena—. No aquí, no ahora. —Su mirada se endurece momentáneamente y por un instante, luce deliciosamente peligroso— Si no puedo poseerte aquí, no me tientes.

—Hola, mi nombre es Leandra, ¿Qué puedo traerles… eh… amigos... eh… hoy, esta mañana…?

Su voz se desvanece, tropezando entre palabras mientras le da una mirada al señor Hermoso frente a mí. Se ruboriza y un poco de simpatía por su rubor se introduce en mi conciencia ya que él todavía hace que me pase lo mismo. La presencia de la chica me permite escapar brevemente de su mirada sensual.

—¿Anastasia? —me pregunta, ignorándola y no creo que nadie puede exprimir tanta carnalidad en mi nombre como él lo hace en este momento.
Trago, rezando para no ponerme del mismo color que la pobre Leandra.

—Te lo dije, quiero lo que tú pidas. —Mantengo mi voz suave, baja y él me mira con deseo. Dios, mi diosa interna se desmaya. ¿Estoy en este juego?
Leandra cambia su mirada de mí hacia él de nuevo. Está prácticamente del mismo color de su brillante cabello rojo.

—¿Debería darles otro minuto para que puedan decidir?

—No. Sabemos lo que queremos. —La boca de Zayn se contrae con una pequeña y sexy sonrisa—Queremos dos porciones de los panqueques originales de suero de leche con jarabe de maple y tocino en un lado, dos vasos de jugo de naranja, un café negro con leche descremada y un té inglés, si lo tienen —dice Zayn, sin quitar sus ojos de mí.

—Gracias señor. ¿Eso será todo? —susurra Leandra, mirando a la nada en medio de nosotros. Ambos nos giramos a mirarla y ella se ruboriza de nuevo y se marcha.

—Sabes que esto no es justo. —Bajo la mirada a la mesa de fórmica, trazando un camino con mi dedo índice, tratando de sonar indiferente.

—¿Qué no es justo?

—Como desarmas a las personas. A las mujeres. A mí.

—¿Te desarmo?

—Todo el tiempo.

—Es sólo apariencia, Anastasia—dice levemente.

—No, Zayn, es mucho más que eso.

Su ceja se alza.

—Usted me desarma por completo, señorita Steele. Su inocencia. Supera cualquier barrera.

—¿Es por eso que has cambiado de opinión?

—¿Cambiado de opinión?

—Sí, sobre… em… ¿Nosotros?

Acaricia su barbilla, pensativo, con sus dedos largos y expertos.

—No creo que haya cambiado de parecer en sí. Sólo necesitamos redefinir nuestros parámetros, volver a dibujar nuestros límites, si lo deseas. Podemos hacer eso, estoy seguro. Te quiero sumisa en mi cuarto de juegos. Te castigaré si incumples las reglas. Aparte de eso… bueno, pienso que todo depende de discutirlo. Esas son mis peticiones, señorita Steele. ¿Qué dices a eso?

—¿Entonces podré dormir contigo? ¿En tu cama?

—¿Es lo que quieres?

—Sí.

—Concuerdo entonces. Además, duermo muy bien cuando estás en mi cama. No tenía idea. —Su ceja se alza a medida que su voz recae.

—Temía que me dejaras si no estaba de acuerdo con todo eso —susurro.

—No voy a ninguna parte, Anastasia. Además... —Se desvanecen sus palabras y luego de pensarlo un poco, añade—: Estamos siguiendo tu consejo, tu definición de compromiso. Me lo enviaste en un correo. Y hasta ahora, está funcionando para mí.

—Amo que quieras algo más —murmuro tímidamente.

—Lo sé.

—¿Cómo lo sabes?

—Créeme. Sólo lo hago. —Me sonríe, está escondiendo algo.

En ese momento, Leandra llega con el desayuno y nuestra conversación termina. Mi estómago cruje, recordándome cuán famélica estoy. Zayn mira con molesta aprobación cuando devoro todo lo que hay en mi plato.

—¿Puedo invitarte? —pregunto a Zayn.

—¿Invitarme cómo?

—Pagar por esta comida.

—No lo creo —se burla.

—Por favor. Quiero hacerlo.

Frunce el ceño.

—¿Estás tratando de castrarme?

—Este es probablemente el único lugar que puedo permitirme el lujo de pagar.

—Anastasia, aprecio la intención. En serio. Pero no.

Aprieto mis labios.

—No frunzas el ceño —advierte, sus ojos brillando con irritación.

Por supuesto que no me pregunta por la dirección de mi madre. Él ya la sabe, con lo acosador que es. Cuando se estaciona fuera de la casa, no digo nada ¿Cuál es el punto?

—¿Quieres entrar? —pregunto tímidamente.

—Necesito trabajar Anastasia, pero estaré de regreso esta noche. ¿A qué hora?

Ignoro el molesto pinchazo de decepción. ¿Por qué quiero pasar cada minuto con este controlador dios del sexo? Oh sí, me he enamorado de él y puede volar.

—Gracias… por el más.

—Mi placer, Anastasia. —Me besa e inhalo el sexy olor de Zayn.

—Te veré luego.

—Trata de detenerme— susurra.

Hago un gesto despidiéndome mientras se aleja hacia el sol de Georgia. Todavía estoy vistiendo su sudadera y su ropa interior y me siento abrigada.

En la cocina, mi mamá está en un completo aturdimiento. No todos los días tiene que entretener a un multimillonario y la está estresando.

*

—¿Cómo estás, querida? —pregunta y me sonrojo porque debe saber lo que estaba haciendo anoche.

—Estoy bien. Zayn me llevo esta mañana a un vuelo sin motor. —Espero que la nueva información la distraiga.

—¿Vuelo sin motor? ¿Cómo un pequeño avión sin motor? ¿Esa clase de vuelo?

Asiento.

—Oh.

Ella está sin palabras, un nuevo concepto para mi madre. Se queda mirando boquiabierta, pero eventualmente se recupera y regresa a su original línea de preguntas.

—¿Cómo estuvo anoche? ¿Hablaron?

Dios. Me sonrojo de un brillante escarlata.

—Hablamos… anoche y esta mañana. Está mejorando.

—Bien. —Ella regresa su atención a los cuatro libros de cocina que están abiertos en la mesa de la cocina.

—Mamá… si quieres, yo cocinaré esta noche.

—Oh, cariño, eso es muy amable de tu parte, pero quiero hacerlo yo.

—Está bien. —Hago muecas, sabiendo muy bien que la cocina de mamá es bastante de acertar o fallar. Quizás ha mejorado desde que se mudó a Savannah con Bob. Hubo un tiempo en que no le habría sugerido a nadie que ella cocinara… ni siquiera a ¿A quién odio? Oh sí, la señora Robinson, Elena. Bueno, quizás a ella sí. ¿Alguna vez conoceré a esta maldita mujer?

Decido enviar un rápido agradecimiento a Zayn.

De: Anastasia Steele
Asunto: Volando en lugar de adolorida
Para: Zayn Malik

A veces, realmente sabes cómo hacer que una chica la pase bien.
Gracias

Anastasia x(beso)

De: Zayn Malik
Asunto: Volar v/s Adolorida
Para: Anastasia Steele

Tomaré cualquiera de esas por encima de tus ronquidos. También la pasé bien. Pero siempre lo hago cuando estoy contigo.

Zayn Malik
Gerente General, Malik Enterprise Holdings Inc.

De: Anastasia Steele
Asunto: RONQUIDOS
Para: Zayn Malik

YO NO RONCO. Y si lo hago, es muy descortés de tu parte señalarlo. No eres un caballero, señor Malik ¡Y tú también estás en el Profundo Sur!

Anastasia.

De: Zayn Malik
Asunto: Somnílocua (hablar dormido)
Para: Anastasia Steele

Nunca he dicho ser un caballero Anastasia, y creo que te he demostrado ese punto en numerosas ocasiones. No estoy intimidado por tus MAYÚSCULAS. Pero confesaré una pequeña mentira blanca: No, no roncas, pero si hablas y es fascinante.

¿Qué pasó con mi beso?

Zayn Malik
Canalla y Gerente General, Malik Enterprise Holdings Inc.

Sé que hablo cuando estoy dormida. Kate me lo ha dicho varias veces. ¿Qué demonios dije? Oh no.

De: Anastasia Steele
Asunto: Suelta la sopa
Para: Zayn Malik

Eres un canalla y un sinvergüenza, un caballero… definitivamente no.
Así que, ¿qué dije? ¡No hay besos para ti hasta que hables!

De: Zayn Malik
Asunto: Habladora Bella durmiente
Para: Anastasia Steele

Sería más descortés de mi parte decirlo y ya he sido castigado por eso. Pero si te comportas, quizás te lo diga esta noche. Tengo que ir a una reunión ahora.
Nos vemos, nena.

Zayn Malik
Gerente General, Canalla y Sinvergüenza, Malik Enterprise Holdings Inc.

¡Cierto! Mantendré un silencio radial hasta esta noche. Estoy echando vapores. Dios. Qué tal que haya dicho en mi sueño que lo odio o aun peor, que lo amo. Oh, espero que no. No estoy lista para decirle eso y estoy segura de que él no está listo para escucharlo, si es que alguna vez quiere escucharlo. Frunzo el ceño a mi computadora y decido que todo lo que puedo hacer es cocinar: haré pan.

Mi mamá se ha decidido por sopa de gazpacho y una barbacoa con carne marinada en aceite de oliva, ajo y limón. A Zayn le gusta la carne y es fácil de hacer. Bob voluntariamente se ha ofrecido para ser el hombre de la parrilla de BBQ. ¿Que hay sobre los hombres y el fuego? medito mientras voy detrás de mi madre con el carrito de compras a través del supermercado.

Mientras pasamos por el gabinete de la carne, mi teléfono suena. Lucho por alcanzarlo, pensando que quizás sea Zayn. No reconozco el número.

—¿Hola? —respondo sin aliento.

—¿Anastasia Steele?

—Sí.

—Es Elizabeth Morgan de SIP.

—Oh… hola.

—Estoy llamándote para ofrecerte el trabajo de asistente del señor Jack Hyde. Nos gustaría que empezaras el lunes.

—Oh. Eso es grandioso. ¡Gracias!

—¿Conoces todos los detalles del salario?

—Sí. Si… eso es, quiero decir, acepto su oferta. Me encantaría ir y trabajar para ustedes.

—Excelente. ¿Te veremos el lunes a las ocho y media de la mañana?

—Nos vemos entonces. Adiós. Y gracias.

Sonrío radiantemente a mi mamá.

—¿Tienes un trabajo?

Asiento alegremente y ella me aprieta y me abraza en medio del supermercado Publix.

—¡Felicitaciones, cariño! ¡Tenemos que comprar algo de champán! —Ella está aplaudiendo con sus manos y saltando. ¿Ella tiene cuarenta y dos o doce años?

Miro hacia mi teléfono y frunzo el ceño, ahí hay una llamada perdida de Zayn. Él nunca me llamó. Lo llamo de regreso.

—Anastasia —responde inmediatamente.

—Hola —murmuro tímidamente.

—Tengo que regresar a Seattle. Algo surgió. Estoy camino al Hilton Head ahora. Por favor, discúlpame con tu madre, no puedo ir a cenar. —Suena muy formal.

—¿Nada serio, espero?

—Tengo una situación con la que tengo que lidiar. Te veré el viernes. Mandaré a Taylor para que te recoja del aeropuerto si no puedo ir yo —Suena frío. Incluso enfadado. Pero por primera vez, no pienso inmediatamente que es por mí.

—Está bien. Espero que resuelvas tu situación. Ten un buen vuelo.

—Tú también, nena. —Él respira y con aquellas palabras, mi Zayn está de vuelta brevemente. Luego cuelga.

Oh, no. La última "situación" que tuvo fue mi virginidad. Espero que no sea nada como eso. Miro a mi mamá. Su temprano júbilo se ha metamorfoseado en preocupación.

—Es Zayn, ha tenido que regresar a Seattle. Se disculpa.

—Oh, eso es una pena, querida. Todavía podemos tener nuestra barbacoa y ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contarme sobre eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario