lunes, 13 de mayo de 2013

Capítulo 38.

Aceleramos por la I-5, ambos tranquilos. El estado de ánimo de Zayn es casi palpable y su humor parece cambiar lentamente a medida que nos dirigimos hacia el norte. Está meditando, mirando por la ventana y puedo sentirlo escapando de mí. ¿Qué está pensando? No puedo preguntarle. ¿Qué puedo decir frente a Taylor?

—¿Dónde aprendiste a bailar? —pregunto tentativamente.

Gira su mirada hacia mí, sus ojos ilegibles bajo la luz intermitente de las farolas de la calle que pasamos.

—¿De verdad quieres saber? —responde en voz baja.

Mi corazón se hunde y ahora ya no quiero saberlo, porque puedo adivinarlo.

—Sí —murmuro, de mala gana.

—La señora Robinson era una apasionada del baile.

Oh, mis peores sospechas confirmadas. Le ha enseñado bien, el pensamiento me deprime… no hay nada que yo pueda enseñarle. No tengo ninguna habilidad especial.

—Debió haber sido una buena maestra.

—Lo era —dice en voz baja.

Mi cuero cabelludo pica. ¿Tuvo ella lo mejor de él? ¿Antes de que se volviera tan cerrado? ¿O logró sacarlo de su confinamiento? Él tiene un lado divertido, juguetón. Sonrío involuntariamente al recordar estar en sus brazos mientras me hizo girar alrededor de su sala de estar, tan inesperado y tiene mis bragas, en algún lugar.

Y luego está el Salón Rojo del Dolor. Me froto las muñecas reflexivamente… tiras delgadas de plástico le hacen eso a una chica. Ella le enseñó todo eso también o lo arruinó, dependiendo del punto de vista. O tal vez habría encontrado su camino allí de todos modos, a pesar de la señora R. Me doy cuenta, en ese momento, que la odio. Espero nunca conocerla porque no voy a ser responsable de mis acciones si lo hago. No recuerdo haber sentido este sentimiento por otra persona, especialmente alguien a quien nunca he conocido. Mirando sin ver por la ventana, atiendo mi ira irracional y celos.

Mi mente se desvía de nuevo a la tarde. Teniendo en cuenta lo que entiendo de sus preferencias, creo que ha sido fácil para mí. ¿Lo haría otra vez? Ni siquiera puedo pretender soportar un argumento contra eso. Por supuesto que lo haría, si él me preguntara… siempre y cuando no me lastime y si es la única manera de estar con él.

Esa es la línea de fondo. Quiero estar con él. Mi diosa interior suspira con alivio. Llego a la conclusión de que rara vez utiliza su cerebro para pensar, sino más bien otra parte vital de su anatomía, la que por el momento, es una parte expuesta.

—No —murmura.

Frunzo el ceño y giro para mirarlo.

—¿No qué? —No lo he tocado.

—Sobre pensar las cosas, Anastasia. —Extendiéndose, toma mi mano, la lleva a sus labios y besa suavemente mis nudillos—. Tuve una tarde maravillosa. Gracias.

Y está conmigo de nuevo. Parpadeo y sonrío tímidamente. Es tan confuso. Hago una pregunta que me ha estado molestando.

—¿Por qué usaste un amarra cables?

Me sonríe.

—Es rápido, es fácil y es algo diferente para que sientas y experimentes. Sé que son bastante brutales y me gusta eso en un dispositivo de retención. —Me sonríe ligeramente—. Muy eficaz para mantenerte en tu lugar.

Me sonrojo y le doy un vistazo nervioso a Taylor, quien permanece impasible, con los ojos en la carretera. ¿Qué se supone que voy a decir a eso? Zayn se encoge de hombros inocentemente.

—Todo parte de mi mundo, Anastasia. —Aprieta mi mano y la suelta, mirando por la ventana de nuevo.

Es su mundo de hecho y quiero pertenecer a él pero, ¿en sus propios términos? Simplemente no lo sé. Él no ha mencionado ese condenado contrato. Mis reflexiones internas no hacen nada para animarme. Miro por la ventana y el paisaje ha cambiado. Estamos atravesando uno de los puentes, rodeados por la oscuridad impenetrable. La noche sombría refleja mi estado de ánimo introspectivo, cerrándose, sofocándome.

Le doy un vistazo a Zayn brevemente y él está mirándome.

—¿En qué piensas?—pregunta. Suspiro y frunzo el ceño.

—Me gustaría saber lo que estabas pensando.

Me sonríe.

—Lo mismo, nena —dice en voz baja, mientras Taylor acelera en la noche hacia Bellevue.
Son casi las ocho cuando el Audi se acerca a la entrada de una mansión estilo colonial. Es impresionante, incluso las rosas alrededor de la puerta. La imagen perfecta.

—¿Estás lista para esto? —pregunta Zayn mientras Taylor se detiene afuera de la impresionante puerta principal.

Asiento y le da a mi mano otro tranquilizador apretón.

—Primera vez para mí también —susurra, luego sonríe perversamente—Apuesto a que desearías estar usando tu ropa interior ahora —se burla.

Me sonrojo. Había olvidado mi ropa interior perdida. Por suerte, Taylor ha salido del automóvil y está abriendo mi puerta, así que no puede escuchar nuestro intercambio. Le frunzo el ceño a Zayn y él sonríe abiertamente mientras giro y me bajo del auto.

La Dra. Grace Malik-Army está en los escalones de la puerta, esperándonos. Luce elegantemente sofisticada en un vestido de seda azul claro; detrás de ella, está de pie el Señor Malik —asumo—, alto, rubio y tan guapo a su propia manera, igual que Zayn.

—Anastasia, ya conoces a mi madre, Grace. Éste es mi papá, Carrick.

—Señor Malik, es un placer conocerlo. —Sonrío y sacudo su mano.

—El placer es todo mío, Anastasia.

—Por favor, llámeme Ana.

Sus ojos azules son blandos y gentiles.

—Anastasia, que agradable verte de nuevo. —Grace me envuelve en un cálido abrazo—. Entra, cariño.

—¿Ella está aquí? —Escucho un chillido desde el interior de la casa. Le doy un vistazo nervioso a Zayn.

—Esa sería Mia, mi hermana pequeña —dice casi con irritación, pero no lo suficiente.

Hay un trasfondo de afecto en sus palabras, la manera en que su voz se pone más suave y sus ojos se arrugan cuando menciona su nombre. Zayn obviamente la adora. Es una revelación. Y ella corre por el vestíbulo, pelinegra, alta y curvilínea. Es como de mi edad.

—¡Anastasia! He oído tanto sobre ti. —Me abraza fuerte.

Santo cielo. No puedo evitar sonreír ante su entusiasmo sin límites.

—Ana, por favor —murmuro mientras me arrastra dentro del gran vestíbulo. El piso es de madera oscura, alfombras antiguas y una amplia escalera al segundo piso.

—Nunca ha traído una chica a casa antes —dice Mia, sus ojos oscuros brillando con emoción.

Veo a Zayn poniendo los ojos en blanco y le levanto una ceja. Entrecierra sus ojos en mi dirección.

—Mia, cálmate —la reprende Grace suavemente—. Hola, cariño —dice mientras besa a Zayn en ambas mejillas. Él sonríe cálidamente, luego estrecha manos con su padre.

Todos giramos y nos dirigimos dentro de la sala de estar. Mia no deja ir mi mano. La habitación es espaciosa, elegantemente amueblada en tonos cremas, cafés y azul claro, cómoda, discreta y con mucho estilo. Kate y Elliot están acurrucados juntos en un sillón, sosteniendo copas de champan. Kate salta para abrazarme y Mia finalmente suelta mi mano.

—¡Hola, Anastasia! —Sonríe radiantemente—Zayn. —Asiente de manera cortante hacia él.

—Kate. —Es igual de formal con ella.

Frunzo el ceño por su intercambio. Elliot me atrapa en un abrazo. ¿Qué es esto, la semana de abrazar a Anastasia? Esta deslumbrante demostración de afecto… simplemente no estoy acostumbrada a eso.

Zayn se queda de pie a mi lado, envolviendo su brazo a mí alrededor. Poniendo su mano en mi cadera, estira sus dedos y me atrae más cerca. Todos están mirándonos fijamente. Es desconcertante.

—¿Bebidas? —El Señor Malik parece recuperarse— ¿Prosecco?

—Por favor. —Hablamos Zayn y yo al unísono.

Oh… esto es más que extraño. Mia aplaude.

—Hasta dicen las mismas cosas. Yo los traigo. —Sale rápidamente de la habitación.

Me sonrojo y viendo a Kate sentada con Elliot, se me ocurre de pronto que la única razón por la que Zayn me invitó es porque Kate está aquí. Elliot probablemente le pidió libre y felizmente a Kate si quería conocer a sus padres. Zayn estaba atrapado… sabiendo que yo me enteraría por Kate. Le frunzo el ceño al pensamiento. Estaba forzado a hacer la invitación. La comprensión es sombría y deprimente. Mi subconsciente asiente sabiamente, una *beep* mirada de finalmente-te-diste-cuenta en su rostro.

—La cena está casi lista —dice Grace mientras sigue a Mia fuera de la habitación.

Zayn frunce el ceño y me mira.

—Siéntate —ordena, apuntando el lujoso sillón y hago lo que me dice, cruzando mis piernas cuidadosamente. Se sienta a mi lado pero no me toca.

—Estábamos justo hablando de las vacaciones, Anastasia —dice amablemente el señor Malik—. Elliot decidió seguir a Kate y a su familia a Barbados por una semana.

Miro a Kate y ella sonríe, sus ojos brillantes y grandes. Está encantada. ¡Katherine Kavanagh, muestra algo de dignidad!

—¿Te estás tomando un descanso ahora que terminaste tu licenciatura? —pregunta el señor Malik.

—Estoy pensando ir a Georgia por unos días —respondo.

Zayn me mira boquiabierto, pestañeando un par de veces, su expresión ilegible. Oh Dios. No le he mencionado esto a él.

—¿Georgia? —murmura.

—Mi madre vive allí y no la he visto por un tiempo.

—¿Cuándo pensabas ir? —Su voz es grave.

—Mañana, al atardecer.

Mia vuelve a la sala de estar y nos entrega copas largas de champan llenas con Prosecco rosa.

—¡A tu salud! —El señor Malik levanta su copa. Un brindis apropiado para el esposo de una doctora, me hace sonreír.

—¿Por cuánto tiempo? —pregunta Zayn, su voz aparentemente suave.

Mierda… está enfadado.

—No lo sé todavía. Depende de cómo vayan mis entrevistas mañana.
Su mandíbula se tensa y Kate sostiene esa inoportuna mirada en su cara. Sonríe demasiado dulcemente.

—Anastasia se merece un descanso —le dice deliberadamente a Zayn. ¿Por qué es tan antipática con él? ¿Cuál es su problema?

—¿Tienes entrevistas? —pregunta el señor Malik.

—Sí, para internados en dos editoriales, mañana.

—Te deseo la mejor de las suertes.

—La cena está servida —anuncia Grace.

Todos nos ponemos de pie. Kate y Elliot siguen al señor Malik y a Mia fuera de la habitación. Voy a seguirlos, pero Zayn toma mi codo, deteniéndome abruptamente.

—¿Cuándo me ibas a decir que te vas? —pregunta urgentemente. Su tono es suave, pero está escondiendo su enojo.

—No me voy, sólo iré a ver a mi madre y simplemente estaba pensando en ello.

—¿Y qué pasa con nuestro arreglo?

—No tenemos un arreglo todavía.

Entrecierra sus ojos y luego parece recordarlo. Soltando mi mano, toma mi codo y me guía fuera de la habitación.

—Esta conversación no ha terminado —susurra amenazante cuando entramos al comedor.

Oh, No te enfades… y devuélveme mi ropa interior. Lo miro.

El comedor me recuerda a nuestra cena privada en el Heathman. Una araña de cristal cuelga sobre la mesa de madera oscura y hay un espejo enorme y tallado ornamentado en la pared. La mesa está puesta y cubierta con un limpio mantel de hilo blanco y una fuente de peonias rosadas como centro de mesa. Es despampanante.

Tomamos asiento. El señor Malik está en la cabecera de la mesa mientras yo me siento a su lado derecho y Zayn a mi lado. El señor Malik alcanza la botella abierta de vino tinto y le ofrece a Kate. Mia toma su asiento al lado de Zayn, y tomando su mano, la aprieta fuerte. Zayn le sonríe cálidamente.

—¿Dónde conociste a Anastasia? —le pregunta Mia.

—Me entrevistó para la revista estudiantil de la universidad.

—La cual Kate edita —agrego, esperando dirigir la conversación lejos de mí.

Mia le sonríe a Kate, sentada en el lado opuesto, al lado de Elliot y comienzan a hablar de la revista estudiantil.

—¿Vino, Anastasia? —pregunta el señor Malik.

—Por favor. —Le sonrío. El señor Malik se levanta para llenar el resto de las copas.

Miro de reojo a Zayn y él se gira para mirarme, su cabeza inclinada a un lado.

—¿Qué? —pregunta.

—Por favor, no estés enojado conmigo —susurro.

—No estoy enojado contigo. —Lo miro fijamente. Suspira—. Sí, estoy enojado contigo. —Cierra sus ojos brevemente.

—¿Enojado como palma inquieta? —pregunto nerviosamente.

—¿Qué están susurrando ustedes dos? —interrumpe Kate.

Me sonrojo y Zayn la observa de una manera que dice trasero-afuera-de-esto-Kavanagh, hasta Kate se suaviza bajo su mirada.

—Sólo sobre mi viaje a Georgia —digo dulcemente, esperando disolver su mutua hostilidad. Kate sonríe, un brillo perverso en sus ojos.

—¿Cómo estaba Justin cuando fuiste al bar con él el viernes?

¡¡¡KATHERINE!!! . Abro mis ojos en su dirección. ¿Qué está haciendo? Abre sus ojos en respuesta y me doy cuenta de que está tratando de poner celoso a Zayn. Qué poco sabe. Pensé que había escapado de esto.

—Estaba bien —murmuro.

Zayn se inclina.

—Enojado y con la palma de la mano inquieta —susurra—. Especialmente ahora.

Su tono es tranquilo y mortal.

Oh no. Me retuerzo.

Grace reaparece trayendo dos platos, seguida por una bonita mujer joven con coletas rubias, vestida elegantemente en azul pálido, trayendo una bandeja con platos. Sus ojos inmediatamente encuentran a Zayn en la habitación. Se sonroja y lo mira por debajo de su larga máscara de pestañas.

¡Qué!

En algún lugar de la casa, el teléfono empieza a sonar.

—Discúlpenme. —El señor Malik se levanta de nuevo y sale.

—Muchas gracias, Gretchen —dice Grace gentilmente, frunciendo el ceño mientras el señor Malik sale— Sólo deja la bandeja en la consola. —Gretchen asiente y con otra mirada furtiva a Zayn, se va.

Así que los Malik tienen personal y el personal está viendo a mi aspirante a Dominante. ¿Puede volverse peor esta noche? Frunzo el ceño, mirando mis manos sobre mi regazo.

El señor Malik regresa.

—Llamada para ti, querida. Es el hospital —le dice a Grace.

—Por favor, comience todo el mundo. —Grace sonríe mientras me entrega un plato y se va.

Huele delicioso, chorizo y vieiras con pimiento rojo asado y chalotes, espolvoreada con hojas lisas de perejil. Y a pesar del hecho de que mi estómago está agitado por las veladas amenazas de Zayn, las furtivas miradas de la pequeña y bonita señorita Coletas y el debacle de mi faltante ropa interior, estoy hambrienta. Me ruborizo mientras me doy cuenta de que es el esfuerzo físico de esta tarde lo que me ha dado tanto apetito.

Momentos después Grace regresa, su ceño fruncido. El señor Malik ladea su cabeza hacia un lado… como Zayn.

—¿Todo bien?

—Otro caso de sarampión. —Grace suspira.

—Oh, no.

—Sí, un niño. El cuarto caso este mes. Si la gente sólo tuviera a sus chicos vacunados. —Sacude su cabeza tristemente y luego sonríe—Estoy tan contenta de que nuestros chicos nunca pasaran por eso. Nunca agarraron nada peor que la varicela, gracias a Dios. Pobre Elliot—dice mientras se sienta, sonriendo indulgentemente a su hijo. Elliot frunce el ceño a medio masticar y se retuerce incómodo—Zayn y Mia fueron suertudos. Lo tuvieron muy levemente, sólo una mancha para compartir entre ellos.

Mia ríe sofocadamente y Zayn pone los ojos en blanco.

—Entonces, ¿viste el partido de los Mariners, papá? — Elliot está claramente dispuesto a cambiar la conversación.

Los entremeses son deliciosos y me concentro en comer mientras Elliot, el señor Malik y Zayn hablan de beisbol. Zayn parece relajado y calmado hablando con su familia. Mi mente está trabajando furiosamente. Maldita Kate, ¿qué juego está jugando? ¿Él me va a castigar? Me acobardo con el pensamiento. No he firmado el contrato todavía. Tal vez no lo haré. Tal vez me quede en Georgia donde no pueda contactarse conmigo.

—¿Cómo va tu establecimiento en el nuevo apartamento, querida? —pregunta Grace educadamente.

Estoy agradecida por su pregunta, distrayéndome de mis discordantes pensamientos y le digo acerca de nuestra mudanza.

Mientras acabamos nuestras entradas, Gretchen aparece y no por primera vez, deseo sentirme capaz de poner mis manos libremente en Zayn, sólo para dejarle saber que puede ser cincuenta sombras, pero es mío. Procede a limpiar la mesa, cepillando muy cerca de Zayn para mi gusto. Afortunadamente él parece ajeno a ella, pero mi diosa interior está ardiendo y no en el buen sentido.

Kate y Mia están hablando como cotorras sobre París.

—¿Has estado en París, Anastasia? —pregunta Mia inocentemente, distrayéndome de mi celoso ensimismamiento.

—No, pero me encantaría ir. —Sé que soy la única en la mesa que nunca ha salido de Estados Unidos.

—Fuimos de luna de miel a París. —Grace le sonríe al señor Malik, quien le sonríe a su vez.

Es casi vergonzoso de presenciar. Ellos todavía se aman profundamente y me maravillo por un breve momento ante lo que debe ser crecer con ambos padres juntos.

—Es una hermosa ciudad —concuerda Mia—. A pesar de lo parisinos. Zayn, deberías llevar a Anastasia a París —declara Mia con firmeza.

—Pienso que Anastasia preferiría Londres —dice Zayn suavemente.

Oh… lo recuerda. Pone su mano en mi rodilla, sus dedos viajando a mi muslo. Todo mi cuerpo se tensa en respuesta. No… no aquí, no ahora. Me sonrojo y me desplazo, tratando de alejarme de él. Su mano sujeta mi muslo, inmovilizándome. Busco mi vino con desesperación.

La pequeña señorita Coletas Europeas regresa —toda miradas tímidas y caderas oscilantes— con nuestras entradas, un bife Wellington, creo. Afortunadamente, nos da nuestros platos y se va, a pesar de que retrasa la entrega de Zayn. Él me mira con curiosidad mientras la observo cerrar la puerta del comedor.

—Entonces, ¿qué está mal con los parisinos? —Le pregunta Elliot a su hermana—. ¿No caen bajo tus encantos?

—Ugh, no lo hacen. Y el señor Floubert, el ogro para el que estaba trabajando, era un tirano dominante.

Me ahogo con el vino.

—Anastasia, ¿estás bien? —pregunta Zayn solícitamente, sacando su mano de mi muslo.

El humor vuelve a su voz. Oh, gracias al cielo. Cuando asiento, palmea mi espalda gentilmente y sólo quita la mano cuando sabe que me he recuperado.

El bife está delicioso y está servido con papas dulces asadas, zanahorias, nabos y judías verdes. Incluso es más apetecible desde que Zayn se las arregla para mantener su buen humor por el resto de la comida. Sospecho que es porque estoy comiendo de buena gana.

La conversación fluye libremente entre los Malik, cálida y atenta, burlándose tiernamente uno del otro. Durante nuestro postre de limón, Mia nos regala sus hazañas en París, cayendo en algún punto en un fluido francés. Todos la miramos y ella se queda perpleja, hasta que Zayn le dice en un francés igualmente fluido lo que ha hecho y ella estalla en un ataque de risa. Tiene una risa muy contagiosa y pronto todos estamos riéndonos.

Elliot diserta sobre su último proyecto de construcción, una nueva comunidad ecológicamente amigable al norte de Seattle. Miro a Kate y ella está pendiente de cada palabra que dice Elliot, sus ojos brillando con lujuria o amor. Verdaderamente aún no resuelvo cuál es. Él le sonríe y es como si una promesa tácita pasara entre ellos. Después, nena, le está diciendo y es caliente, anormalmente caliente. Me sonrojo sólo con mirarlos.

Suspiro y levanto la mirada hacia cincuenta sombras. Es tan hermoso que podría mirarlo por siempre. Me mira y levanta su mano para ponerla en mi barbilla.

—No muerdas tu labio —murmura con voz ronca—Yo quiero hacer eso.

Grace y Mia limpian nuestras copas de postre y se dirigen a la cocina, mientras el señor Malik, Kate y Elliot discuten los méritos de los paneles solares en el Estado de Washington. Zayn, fingiendo interés en su conversación, pone su mano una vez más en mi rodilla y sus dedos viajan hasta mi muslo. Mi respiración se dificulta y presiono mis muslos juntos en un intento por detener su progreso. Puedo verlo sonreír.

—¿Puedo darte un tour por los jardines? —me pregunta abiertamente.

Sé que tengo la intención de decir sí, pero no confío en él. Sin embargo, antes de que pueda responder él está de pie y extendiendo su mano hacia mí. Pongo mi mano en la suya y siento todos los músculos apretarse en el fondo de mi vientre en respuesta a su oscura y hambrienta mirada miel.

—Discúlpeme —le digo al señor Malik y sigo a Zayn fuera del comedor.

Me conduce a través del pasillo y hacia la cocina, en donde Mia y Grace están apilando el lavavajillas. Coletas Europeas no está a la vista.

—Voy a mostrarle a Anastasia —le dice Zayn inocentemente a su madre. Ella nos regala una sonrisa mientras Mia se dirige de nuevo al comedor.

Salimos a un patio de losa gris, iluminado por luces empotradas en el suelo.

Hay arbustos en macetas de piedra gris, una elegante mesa de metal y sillas colocadas en un rincón. Zayn pasa junto a ellas, sube algunos escalones y llega a un gran jardín que conduce hacia la bahía… oh Dios, es hermoso. Seattle parpadea en el horizonte y la fría y brillante luna de mayo graba una ruta de plata brillante por el agua, hacia un embarcadero en donde hay dos botes amarrados.

Al lado del muelle se encuentra un cobertizo. Es tan pintoresco, tan tranquilo. Estoy parada y boquiabierta por un momento.

Zayn me tira detrás de él y mis talones se hunden en la suave hierba.

—Para, por favor. —Estoy tropezando con su paso. Se detiene y me mira, su expresión inescrutable— Mis tacones. Necesito sacarme mis zapatos.

—No te molestes —dice, se inclina y me carga sobre su hombro. Chillo en voz alta con escandalizada sorpresa y me da una sonora palmada en mi trasero—Mantén tu voz baja —gruñe.

Oh no… esto no es bueno, a mi subconsciente le están temblando las rodillas. Está enojado por algo, podría ser Justin, Georgia, mi falta de bragas o morder mis labios. Por Dios, que fácil de irritar es.

—¿Adónde estamos yendo? —respiro.

—Al cobertizo —chasquea.

Me aferro a sus caderas mientras estoy inclinada boca abajo y da grandes zancadas a propósito bajo la luz de la luna a través del césped.

—¿Por qué? —Sueno sin aliento balanceándome en su hombro.

—Necesito estar a solas contigo.

—¿Para qué?

—Porque voy a darte un azote y luego te follaré.

—¿Por qué? —gimo en voz baja.

—Tú sabes por qué —sisea.

—Pensé que eras un hombre de en-el-momento —declaro sin aliento.

—Anastasia, estoy en el momento, confía en mí.

¡Oh Dios mío!

No hay comentarios:

Publicar un comentario