Kate
está feliz.
–Pero
¿qué estaba haciendo en Clayton? –Su
curiosidad exuda a través del teléfono. Estoy en el fondo de la sala de archivo,
tratando de mantener mi voz casual.
–Estaba
por la zona.
–Creo
que es una enorme coincidencia, Ana. ¿No crees que estaba allí para verte? –especula. Mi corazón se tambalea ante
la perspectiva, pero es una alegría efímera. La aburrida y decepcionante realidad
es que él estaba allí por negocios.
–Estaba
visitando la división de agricultura de la WSU. Está financiando una investigación
–murmuro.
–Oh,
sí. Le está dando al departamento 2.5 millones de dólares.
Wow.
–¿Cómo
sabes?
–Ana,
soy periodista y he escrito un artículo sobre él. Es mi trabajo saber esto.
–Bueno,
Carla Bernstein, no te vuelvas loca. Entonces, ¿quieres estas fotos?
–Por
supuesto que sí. La pregunta es, ¿quién va a hacerlo y dónde?
–Podríamos
preguntarle a él en dónde. Dice que se va a quedar en la zona.
–¿Puedes
comunicarte con él?
–Tengo
su número de teléfono móvil.
Kate
jadea.
–El
soltero más rico, difícil de alcanzar y enigmático en el estado de Washington,
simplemente te dio su número de teléfono móvil.
–Eh…sí.
–¡Ana!
Le gustas. Sin lugar a dudas. –Su
tono es enfático.
–Kate,
está tratando de ser amable. –pero
a medida que digo las palabras, me doy cuenta de que no es cierto… Zayn Malik
no es amable. Educado, tal vez. Y una pequeña voz me susurra: tal vez Kate
tiene razón. Mi cuero cabelludo se eriza ante la idea de que quizás, solo
quizás, tal vez le guste. Después de todo, dijo que se alegraba de que Kate no
hiciera la entrevista. Me abrazo con silenciosa alegría, balanceándome de lado
a lado, considerando por un breve momento con la posibilidad de que tal vez yo
podría gustarle. Kate me trae de nuevo a la actualidad.
–No
sé a quién vamos a llevar para hacer la toma. Levi, nuestro fotógrafo habitual,
no puede. Está en su casa en Idaho Falls por el fin de semana. Se va a molestar
por perder la oportunidad de fotografiar a uno de los empresarios líderes de
América.
–Hm…
¿qué hay de Justin?
–¡Buena
idea! Pregúntale, él haría cualquier cosa por ti, luego llama a Malik y
averigua donde nos quiere. –Kate
es irritantemente arrogante respecto a Justin.
–Creo
que deberías llamarlo.
–¿A
quién, a Justin? –se
burla Kate.
–No,
a Malik.
–Ana,
tu eres la que tiene la relación.
-–¿Relación? –Chillo, alzando mi voz unas cuantas
octavas.– Apenas lo conozco.
–Por
lo menos lo conociste –dice
con amargura–. Y parece que quiere conocerte mejor.
Ana, solo llámalo –dice
y cuelga. Es tan mandona a veces. Le frunzo el ceño a mi móvil y le saco la
lengua.
Apenas
estoy dejándole un mensaje a Justin cuando Paul entra en el almacén buscando
papel de lija.
–Estamos
un poco ocupados allí, Ana –dice
sin acritud.
–Sí,
bueno, lo siento –murmuro,
volviendo a salir.
–Así
que, ¿cómo es que conoces a Zayn Malik? –La
voz indiferente de Paul es poco convincentemente.
–Tuve
que hacerle una entrevista para nuestro periódico estudiantil. Kate no estaba
bien. –Me encojo de hombros, tratando de
sonar casual pero no lo hago mejor que él.
–Zayn
Malik en Clayton. Imagínate –Resopla
Paul, asombrado. Sacude la cabeza como para despejarse–. De todos modos, ¿quieres ir por un
trago o algo esta noche?
Cada
vez que está en casa me invita a salir y siempre le digo que no. Es un ritual.
Nunca he considerado una buena idea tener una cita con el hermano del jefe,
además, Paul es lindo en ese estilo de Chico-Americano-hijo de vecino, pero no
es un héroe literario, ni con un mínimo esfuerzo de imaginación. ¿Lo es Malik?,
me pregunta mi subconsciente, con su ceja simbólica levantada, le doy una
palmada para que se calle.
–¿No
tienes una cena familiar o algo debido a tu hermano?
–Eso
es mañana.
–Quizá
en otra ocasión, Paul. Tengo que estudiar esta noche. Tengo mis exámenes
finales la próxima semana.
–Ana,
uno de estos días, dirás que si –dice
sonriendo. Mientras escapo hacia la sala de ventas.
(…)
–Yo
hago fotos de lugares Ana, no de personas –se
queja Justin.
–Justin,
por favor –le ruego. Tomando mi móvil, paseo por
la sala de nuestro apartamento, deteniéndome frente a la ventana a mirar la
pálida luz del atardecer.
–Dame
ese teléfono. –Kate me quita el teléfono, sacudiendo
su sedoso cabello rubio rojizo por el encima del hombro–. Escucha, Justin Drew, si quieres que
nuestro periódico cubra la entrada de tu show, tomarás esta foto para nosotros
mañana ¿Capiche? –Kate puede ser increíblemente difícil.
–Bien.
Ana volverá a llamar con la dirección y la hora. Nos vemos mañana. –Cierra la tapa de mi móvil–. Arreglado. Todo lo que necesitamos
hacer ahora es decidir dónde y cuándo. Llámalo. –Sostiene el teléfono frente a mí. Mi estómago gira–. Llama a Malik, ¡ahora!
Le
frunzo el ceño y busco en mi bolsillo su tarjeta. Tomo una respiración
profunda, estabilizante y con los dedos temblorosos, marco el número.
El
responde al segundo timbre. Su tono es contenido, tranquilo y frío.
–Malik.
–Eh…
¿Sr. Malik? Es Anastasia Steele. –No
reconozco mi propia voz, estoy tan nerviosa. Hay una breve pausa, estoy
temblando.
–Señorita
Steele. Qué bueno saber de usted. –Su
voz ha cambiado. Se sorprende, creo y suena tan cálido… incluso seductor. Mi
respiración se entrecorta y suspiro. Soy consciente de que de repente Katherine
Kavanagh me está mirando con la boca abierta y me lanzo hacia la cocina para
evitar su escrutinio no deseado.
–Eh…
nos gustaría seguir adelante con la sesión de fotos para el artículo. –Respira, Ana, respira. Mis pulmones se
arrastran en una respiración apresurada–.
Mañana, si eso está bien. ¿Dónde sería conveniente para usted, señor?
Casi
puedo escuchar su sonrisa de esfinge a través del teléfono.
–Me
quedo en el Heatham de Portland. Digamos, ¿a las nueve y media de la mañana?
–Bueno,
nos vemos allí. –Estoy
toda efusiva y entrecortada… como una niña, no como una mujer adulta que puede
votar y beber legalmente en el Estado de Washington.
–Estaré
esperándolo, señorita Steele. –Me
imagino el brillo perverso en sus ojos mieles. ¿Cómo hace para que cuatro
pequeñas palabras contengan tantas tentadoras promesas? Cuelgo. Kate está en la
cocina y me observa con una mirada de consternación total y absoluta en su
rostro.
–Anastasia
Rose Steele. ¡Te gusta! Nunca te he visto o escuchado tan, tan…afectada por
nadie. En realidad estás ruborizada.
–Oh,
Kate, tú sabes que me sonrojo todo el tiempo. Es un riesgo laboral conmigo. No
seas ridícula –le suelto. Parpadea, mirándome con
sorpresa– muy rara vez saco mis juguetes del
coche –y me arrepiento brevemente–. Solo lo encuentro… intimidante, eso
es todo.
–Heathaman,
figúrate –murmura Kate–. Voy a llamar al manager para
negociar un espacio para la toma.
–Haré
la cena. Luego tengo que estudiar. –No
puedo ocultar mi irritación con ella mientras abro uno de los armarios para
hacer la cena.
Estoy
intranquila esa noche, dando vueltas y vueltas. Soñando con ojos mieles llenos
de humo, overoles, piernas largas, dedos largos y oscuros, oscuros sitios
inexplorados. Me levanto dos veces en la noche, mi corazón latiendo con fuerza.
Oh, voy a lucir hermosa mañana durmiendo tan poco, me regaño. Golpeo mi
almohada y trato de dormir.
El
Heathman está situado en el corazón del centro de Portland. Su impresionante
edificio de piedra marrón se terminó justo a tiempo para la ruptura de finales
de 1920. Justin, Travis y yo estamos viajando en mi escarabajo y Kate está en
su CLK, ya que no caben todos en mi coche. Travis es el amigo de Justin y su
ayudante, está aquí para ayudar con la iluminación. Kate ha logrado conseguir
que nos permitan usar una habitación en el Heathaman sin costo alguno por la
mañana a cambio de un crédito en el artículo. Cuando ella explica en la
recepción que estamos aquí para fotografiar al Gerente General Zayn Malik,
instantáneamente nos suben a una suite. Una de tamaño regular, sin embargo, ya
que al parecer el Sr. Malik está ocupando la más grande del edificio.
Un
ejecutivo de marketing nos muestra la suite… Es terriblemente joven y está muy
nervioso por alguna razón. Sospecho que es la belleza de Kate y su forma
autoritaria lo que lo desarma, porque él es como plastilina en sus manos. Las
habitaciones son elegantes, discretas y decoradas con opulencia.
Son
las nueve, tenemos una media hora para arreglarlo todo, Kate está en pleno
movimiento.
–Justin,
creo que vamos a hacer la toma contra la pared, ¿estás de acuerdo? –No espera por su respuesta–. Travis, limpia las sillas. Ana,
¿podrías pedirle al ama de llaves que traiga algunos refrescadores de ambiente?
Y avísale a Malik donde estamos.
Si,
señora. Ella es muy dominante. Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me
dice. Media hora más tarde, Zayn Malik entra en nuestra suite.
¡Santa
mierda! Lleva una camisa blanca, con el cuello abierto y pantalones de franela
gris que cuelgan de sus caderas. Su pelo rebelde aun esta húmedo por la ducha.
Mi boca se seca mirándolo… es tan malditamente caliente. Malik es seguido
dentro de la suite por un hombre de treinta y tantos años, con corte de
militar, vestido con un traje oscuro y corbata, que se queda en silencio en un
rincón. Sus ojos color avellana nos observan impasibles.
–Señorita
Steele, nos encontramos de nuevo. –Malik extiende su mano y se la estrecho, parpadeando
rápidamente. Oh dios… Él es en realidad, bastante…Wow. Mientras sujeto su mano,
percibo esa deliciosa corriente que atraviesa e ilumina mi cuerpo, me hace
sonrojar y estoy segura de que mi respiración errática debe ser audible.
–Señor
Malik, le presento a Katherine Kavanagh –murmuro,
agitando una mano hacia Kate, que se adelante, mirándolo a los ojos.
–La
tenaz señorita Kavanagh. ¿Cómo está? –Le
da una pequeña sonrisa, luciendo genuinamente divertido–. Confío en que se sienta mejor.
Anastasia dijo que estaba enferma la semana pasada.
–Estoy
bien, gracias señor Malik. –Le
da la mano con firmeza y sin pestañear. Me recuerdo a mí misma que Kate ha
estado en las mejores escuelas privadas de Washington. Su familia tiene dinero
y ha crecido con confianza y segura de su lugar en el mundo. No asume ningún
tipo de basura. Estoy asustada de ella–.
Gracias por tomarse el tiempo para hacer esto. –Le da una sonrisa amable y profesional.
–Es
un placer –responde, volviendo su mirada hacia
mí, haciéndome sonrojar otra vez. Diablos.
–Este
es Justin Drew, nuestro fotógrafo –le
digo, sonriéndole a Justin quien me devuelve una sonrisa afectuosa. Sus ojos
son fríos cuando mira a Malik.
–Señor
Malik. –Asiente con la cabeza.
–Señor
Drew. –La expresión de Malik cambia mucho
mientras evalúa a Justin–.
¿Dónde me prefiere? –pregunta
Malik. Su tono suena vagamente amenazante. Pero Katherine no está dispuesta a dejar
que Justin haga un espectáculo.
–Señor
Malik, ¿podría sentarse aquí por favor? Tenga cuidado con los cables de la
iluminación. Y luego tomaremos también algunas de pie. –Lo dirige a una silla colocada contra
la pared.
Travis
enciende las luces, encegueciendo momentáneamente a Malik y murmura una
disculpa. A continuación, Travis y yo damos un paso atrás y vemos como Justin
dispara su cámara. Toma varias fotografías, pidiéndole a Malik que se mueva de
esta manera, luego de esta otra, que mueva su brazo, que lo baje de nuevo.
Pasando el trípode, Justin toma varias más, mientras que Malik se sienta y
posa, paciente y naturalmente, durante unos veinte minutos. Mi deseo se ha
hecho realidad: puedo estar de pie y admirar a Malik de cerca. Dos veces
nuestros ojos se encuentran y tengo que alejarme de su mirada turbia.
–Suficientes
sentado –dice Katherine de nuevo–. ¿De pie, Sr. Malik? –pregunta.
Él
se pone de pie y Travis se escabulle para quitar la silla. El disparador en la
Nikon de Justin comienza a hacer clic de nuevo.
–Creo
que tenemos suficientes –anuncia
Justin, cinco minutos más tarde.
–Gracias –dice
Kate–. Gracias de nuevo, Sr. Malik. –Le da la mano, al igual que Justin.
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