sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo 18.

Acerca una botella de jabón para el cuerpo del estante ubicado al lado de la bañera y vierte un poco en su mano. Frota sus manos, creando una suave espuma, luego pone sus manos alrededor de mi cuello y empieza a frotar el jabón en mi cuello, mis hombros, masajeando con firmeza con sus largos y fuertes dedos. Gimo, sus manos en mí se sienten bien.

—¿Te gusta eso? —Lo escucho sonreír.

—Mmm.

Baja hasta mis brazos, luego debajo de ellos, lavándolos con suavidad. Estoy tan agradecida de que Kate insistiera en que me afeitara. Sus manos se deslizan a través de mis pechos e inhalo bruscamente mientras sus dedos los rodean y comienzan a amasarlos suavemente, sin tomarlos por mucho tiempo. Mi cuerpo se arquea instintivamente, empujando mis pechos hacia sus manos. Mis pezones están sensibles, muy sensibles, sin duda por su nada delicado trato hacia ellos la noche anterior. No demora mucho tiempo y desliza sus manos hacia mi estómago y mi vientre.

Mi respiración aumenta y mi corazón está acelerado. Su creciente erección presionando detrás de mí. Me excita saber que es mi cuerpo lo que lo hace sentirse de esa forma. Já… es tu imaginación. Mi subconsciente se burla. Alejo la molesta idea.

Él se detiene y toma una toalla mientras jadeo, queriéndolo… necesitándolo. Mis manos descansan en sus firmes y musculosos muslos. Sostengo mi aliento, sus dedos me estimulan con destreza a través de la tela, es celestial y mis caderas empiezan a moverse a su propio ritmo, presionando contra su mano. Mientras las sensaciones empiezan a tomar el control, inclino la cabeza hacia atrás, poniendo mis ojos en blanco, mi boca se afloja y gimo. La presión aumenta lenta e inexorablemente en mí… Oh Dios mío.

—Siéntelo, nena —Zayn susurra en mi oído y muy gentilmente roza mi oreja con sus dientes—Siéntelo por mí.

Mis piernas están sujetas por él en el lado de la bañera, manteniéndome prisionera, dándole libre acceso a la parte más privada de mi ser.

—Por favor —susurro, trato de endurecer mis piernas mientras mi cuerpo se pone rígido. Soy una esclava sexual de éste hombre y no me deja moverme.

—Creo que ya estás lo suficientemente limpia —murmura y se detiene. ¿Qué? ¡No! ¡No! ¡No! Mi aliento es irregular.

—¿Por qué te detienes? —jadeo.

—Porque tengo otros planes para ti Anastasia.

Que… oh Dios… pero… yo estaba… no es justo.

—Gírate. Necesito lavarme también —murmura.

¡Oh! Dándome la vuelta para encararlo, estoy sorprendida de encontrar que tiene su erección firme en su agarre. Mi boca se abre.

—Quiero que te familiarices bien, con nombre de pila si es posible, con la más apreciada y favorita parte de mi cuerpo. Estoy muy unido a esto.

Es muy grande y está creciendo. Su erección está sobre la línea del agua, el agua llega hasta sus caderas. Alzo la mirada y me encuentro cara a cara con su sonrisa maliciosa. Está disfrutando mi expresión de asombro. Me doy cuenta de que estoy mirándolo fijamente. Trago. ¡Eso estuvo dentro de mí! No parece posible. Él quiere que lo toque. Uhm… de acuerdo. Aquí vamos.

Le sonrío y alcanzo el jabón para el cuerpo, exprimiéndolo en mi mano. Hago como él lo hizo, restregando el jabón en mis manos hasta que genera espuma. No alejo mis ojos de los suyos. Mis labios están separados para poder respirar… muy deliberadamente, suavemente, muerdo mi labio inferior y luego deslizo mi lengua por él, siguiendo el camino donde estuvieron mis dientes. Sus ojos están serios, oscuros y se abren a medida que mi lengua se desliza por mi labio inferior. Me acerco y lo rodeo con una de mis manos, reflejo de cómo él lo está sosteniendo. Sus ojos se cierran brevemente. Wow… se siente más firme de lo que esperé. Aprieto y él pone su mano sobre la mía.

—Así —susurra y mueve su mano de arriba a abajo con un firme agarre alrededor de mis dedos. Cierra sus ojos de nuevo y su aliento da tirones en su garganta. Cuando vuelve a abrirlos, su mirada es de un abrasador miel fundido— Así es correcto, nena.

Suelta mi mano, dejándome para que continúe sola y cierra sus ojos mientras muevo de arriba hacia abajo toda su longitud. Flexiona sus caderas un poco en mi mano y reflexivamente lo siento más apretado. Un gemido escapa de las profundidades de su garganta. Folla mi boca… mmm. Lo recuerdo empujando su dedo pulgar en mi boca, haciéndome chupar. Su boca se abre ligeramente a medida que su respiración aumenta. Me inclino hacia adelante, mientras él tiene sus ojos cerrados, pongo mis labios alrededor de él y tentativamente chupo, deslizando mi lengua sobre la punta.

—Wow…. Anastasia —Sus ojos se abren. Y chupo con más fuerza.

Mmm… es suave y duro a la vez, como acero revestido de terciopelo y sorprendentemente sabroso, salado y suave.

—Cristo —gime y cierra de nuevo sus ojos.

Moviéndome hacia abajo, lo empujo en mi boca. Gime de nuevo. ¡Já! Mi diosa interior está emocionada. Puedo hacer esto. Giro mi lengua alrededor de la punta de nuevo, y él flexiona sus caderas. Sus ojos están ahora abiertos y encendidos con el calor. Sus dientes están apretados de nuevo mientras vuelve a flexionar y lo empujo más profundo en mi boca, apoyándome en sus muslos. Siento sus piernas tensarse bajo mis manos. Se acerca y toma mis coletas y empieza a moverse.

—Oh… nena… eso se siente muy bien —murmura. Chupo aún más fuerte, chasqueando mi lengua en la cabeza de su impresionante erección. Envolviendo mis dientes detrás de mis labios, sujetando mi boca alrededor de él. Su aliento silba entre dientes y gime.

—Jesús. ¿Qué tan lejos puedes ir? —susurra.

—Anastasia, voy a venirme en tu boca. —El tono entre cortado es de advertencia—. Si no quieres que lo haga, detente ahora. —Flexiona de nuevo sus caderas, sus ojos están abiertos, cautelosos y llenos de obscena necesidad, necesidad de mí. Necesidad de mi boca… Oh Dios.

Sus manos están realmente agarrando mi cabello. Puedo hacer esto, presiono con más fuerza y en un momento de extraordinaria confianza, desnudo mis dientes. Eso lo lleva hasta el límite. Grita y se queda quieto y puedo sentir el cálido y salado líquido rebosando en mi garganta. Trago rápidamente. Ugh… no estoy segura de esto. Pero lo miro y se está viniendo en la bañera gracias a mí y no me importa. Me siento y lo observo, una sonrisa de triunfo regodeándose en las comisuras de mis labios. Su respiración es irregular. Abriendo sus ojos, me mira.

—¿No tienes nauseas? —pregunta, asombrado—Cristo, Anastasia… eso estuvo… bien, muy bien, pero inesperado.-Frunce el ceño— Sabes, nunca dejas de sorprenderme.

Sonrió y conscientemente muerdo mi labio. Me mira de manera especulativa.

—¿Has hecho eso antes?

—No.

Y no puedo evitar el pequeño matiz de orgullo en mi negación.

—Bien —dice complaciente y creo, aliviado— Entonces, otra novedad, señorita Steele. —Me mira de manera valorativa— Bueno, obtienes una A en habilidades orales. Ven, vamos a la cama, te debo un orgasmo.

Rápidamente, sale de la bañera, dándome la primera versión completa del adonis, divinamente formado, ese es Zayn Malik. Mi diosa interior deja de bailar y mira también, la boca abierta y babeando un poco. Su erección domesticada pero solida… wow. Envuelve una pequeña toalla alrededor de su cintura, cubriendo lo esencial y sostiene una plumosa toalla grande para mí. Saliendo de la bañera, tomo su mano tendida. Me envuelve en la toalla, me toma en sus brazos y me besa con fuerza, apretando su lengua en mi boca. Tengo muchos deseos de girarme y abrazarlo… tocarlo… pero tiene mis brazos atrapados en la toalla. Pronto, estoy perdida en su beso. Acuna mi cabeza, su lengua explorando mi boca y tengo la sensación de que está expresando su gratitud —quizás— ¿por mi primera mamada? 

Se aleja, con las manos a cada lado de mi rostro, mirando fijamente mis ojos. Se ve perdido.

—Di sí —susurra fervientemente.

Frunzo el ceño, sin entender.

—¿A qué?

—A nuestro acuerdo. A ser mía. Por favor, Anastasia —susurra enfatizando la última palabra y mi nombre, suplicando. Me besa de nuevo, dulcemente, apasionadamente, antes de que se aleje y se quede mirándome, parpadeando ligeramente. Toma mi mano y me lleva de regreso a su cuarto, dejándome temblorosa, así que lo sigo mansamente. Aturdida. Realmente quiere esto.

En su cuarto, me mira mientras estamos de pie al lado de su cama.

—¿Confías en mí? —pregunta de repente. Asiento, con los ojos muy abiertos con la súbita comprensión de que confió en él. ¿Qué me va a hacer ahora? Un estremecimiento eléctrico zumba a través de mí.

—Buena chica —dice en un respiro, su pulgar deslizándose por mi labio inferior. Se dirige a su armario y regresa con una corbata de seda gris.

—Pon tus manos juntas en frente tuyo —ordena mientras jala la toalla y la tira al piso.

Hago lo que pide y une las muñecas con su corbata, anudándolas con firmeza. Sus ojos están brillantes y salvajes, llenos de excitación. Tira del nudo, está asegurado. Tuvo que haber sido alguna clase de chico explorador para aprender estos nudos. ¿Ahora qué? Mi pulso se ha ido por las nubes, el corazón latiendo a un ritmo frenético. Pasa sus dedos por mis coletas.

—Te ves muy joven con estas —murmura y se mueve hacia el frente.

Instintivamente, me muevo hacia atrás hasta que siento la cama contra la parte de atrás de mis rodillas. Tira su toalla, pero no puedo alejar mis ojos de su rostro. Su expresión es ardiente, llena de deseo.

—Oh Anastasia, ¿qué te haré? —Susurra mientras me baja hacia la cama, acostándose a mi lado y poniendo mis brazos sobre mi cabeza—. Mantén tus manos aquí arriba, no las muevas, ¿entiendes?

Sus ojos arden en los míos y estoy sin aliento por su intensidad. Este no es un hombre con el que me querría cruzar… nunca.

—Respóndeme —exige, su voz suave.

—No moveré mis manos. —Estoy sin aliento.

—Buena chica —murmura y deliberadamente lame su labio lentamente.

Estoy fascinada por su lengua, mientras ésta se desliza lentamente sobre su labio superior. Me está mirando a los ojos, evaluándome. Se inclina y me da un beso limpio, un rápido beso en mis labios.

—Te voy a besar por completo, señorita Steele —dice suavemente y toma mi barbilla, alzándola, dándole acceso a mi garganta.

Sus labios se deslizan por mi garganta, besando, chupando y mordisqueando, desde la pequeña caída hasta la base de mi cuello. Mi cuerpo demanda atención en todas partes. El reciente baño ha dejado mi piel hipersensible. Mi sangre caliente baja hacia mi vientre, entre mis piernas.

Quiero tocarlo. Muevo mis manos con bastante torpeza, dado que estoy restringida y siento su cabello. Deja de besarme y alza la mirada hacia mí, agitando su cabeza de un lado al otro, haciendo un sonido de desaprobación. Alcanza mis manos y las pone de nuevo sobre mi cabeza.

—No muevas tus manos o tendremos que empezar desde el principio. —Me regaña suavemente. Oh, es todo un bromista.

—Quiero tocarte. —Mi voz es entrecortada y fuera de control.

—Lo sé —murmura—Mantén tus manos sobre tu cabeza —exige, su voz fuerte.

Toma mi barbilla de nuevo y empieza a besar mi cuello como antes. Oh… es tan frustrante. Sus manos bajan por mi cuerpo y sobre mis pechos, mientras alcanza la inclinación en la base de mi cuello con sus labios. Gira la punta de su nariz alrededor de ella y entonces, empieza una travesía muy placentera con su boca, dirigiéndose al sur, siguiendo el camino de sus manos, desde mi esternón hasta mis pechos. Cada uno es besado y mordido suavemente y mis pezones son chupados tiernamente. Mis caderas empiezan a balancearse y a moverse bajo su propia voluntad, con el mismo ritmo que lleva su boca en mí y estoy tratando de recordar desesperadamente mantener mis manos sobre mi cabeza.

—Quédate quieta —advierte, su aliento se siente cálido contra mi piel. Llegando a mi ombligo, mete su lengua y luego roza suavemente mi vientre con sus dientes. Mi cuerpo se arquea sobre la cama.

—Eres muy dulce, señorita Steele. —Su nariz se desliza sobre la línea entre mi vientre, mordiéndome suavemente, jugueteando con su lengua. Se sienta de repente, se arrodilla a mis pies, tomando mis tobillos y abriendo mis piernas.

Toma mi pie izquierdo, dobla mi rodilla y lleva mi pie hasta su boca. Observando y evaluando cada una de mis reacciones, besa con ternura cada uno de mis dedos y luego muerde cada uno suavemente bajo las almohadillas. Cuando llega a mi dedo pequeño, lo muerde con más fuerza y convulsiono, gimiendo. Desliza su lengua por mi empeine. Y no puedo mirarlo más. Es demasiado erótico. Voy a quemarme. Aprieto mis ojos y trato de absorber y manejar todas las sensaciones que él está creando. Besa mi tobillo y hace un sendero de besos desde mi pantorrilla hasta mi rodilla, justo un poco más arriba. Luego, empieza con el pie derecho, repitiendo todo el seductor y alucinante proceso.

—Oh, por favor —gimo cuando muerde mi dedo pequeño, la acción resonando profundamente en mi vientre.

—Todas las cosas buenas, señorita Steele —respira.

Esta vez no se detiene en mi rodilla, sigue hasta el interior de mi muslo, separando mis muslos mientras lo hace. Y sé que va a hacer y parte de mi quiere alejarlo porque estoy mortificada y avergonzada. Me va a besar ¡ahí! Lo sé. Y parte de mi está haciendo gala de la anticipación. Se gira hacia mi otra rodilla y me besa hasta los muslos, besando, lamiendo, chupando y luego está entre mis piernas, deslizando su nariz arriba y abajo sobre mi sexo, muy suave, muy dulce, me retuerzo… Oh Dios…

Se detiene, esperando a que me calme. Lo hago y alzo mi cabeza para mirarlo, mi boca abierta mientras los latidos de mi corazón se esfuerzan por salir.

—¿Sabes cuán intoxicante hueles, señorita Steele? —murmura y mantiene sus ojos en mí, empuja su nariz en mi vello púbico y aspira.

Me pongo de un color escarlata, por todas partes, sintiendo desmayo e instantáneamente cierro mis ojos. No puedo verlo haciendo esto.

Lame suavemente la longitud de mi sexo.

—Me gusta esto. —Suavemente tira de mi vello púbico—. Quizás mantengamos esto.

—Oh, por favor —ruego.

—Mmm, me gusta cuando me ruegas Anastasia.

Gimo.

—Ojo por ojo no es mi estilo habitual, señorita Steele —susurra mientras me lame suavemente de arriba abajo—Pero me has complacido hoy y deberías ser premiada.

Escucho la maliciosa sonrisa en su voz y mientras mi cuerpo está cantando por sus palabras, su lengua empieza lentamente a hacer círculos en mi clítoris mientras sus manos sostienen mis muslos.

—¡Ahhhh! —gimo mientras mi cuerpo se arquea y convulsiona bajo el toque de su lengua.

Da vueltas con su lengua, una y otra vez, manteniendo la tortura. Estoy perdiendo todo el sentido de mí misma, cada átomo en mi cuerpo muy concentrado en ese pequeño y potente vértice entre mis muslos. Mis piernas se ponen rígidas, él desliza su dedo en mi interior y escucho su gruñido.

—Oh, nena. Me encanta que estés tan mojada para mí.

Mueve su dedo en un gran círculo, estirándome, tirando de mí, su lengua repitiendo sus acciones y gimo. Es demasiado… mi cuerpo pide ayuda y no lo puedo negar más. Lo dejo ir, perdiendo todo pensamiento coherente mientras mi orgasmo se apodera de mí, retorciéndose en mi interior una y otra vez. Grito y el mundo se derrumba y desaparece de vista mientras la fuerza de mi clímax hace todo nulo y vacío.

Estoy jadeando y vagamente escucho el sonido del empaque abriéndose. Lentamente se acomoda sobre mí y empieza a moverse. Oh… Dios. La sensación es dolorosa y dulce, fuerte y suave a la vez...

—¿Cómo se siente esto? —dice sin aliento.

—Bien, muy bien —digo. Y empieza a moverse en serio, rápido, fuerte y grande, entrando y saliendo de mí una y otra vez, implacable, empujándome y empujándome hasta que estoy de nuevo cerca del límite. Gimo.

—Vente para mí, nena. —Su voz es dura, áspera, cruda en mi oído y exploto alrededor de él.

—Gracias, joder —susurra, la mete duro una vez más y gime cuando llega a su clímax, apretándose contra mí. Luego se queda quieto, su cuerpo rígido.

Colapsando sobre mí, siento todo su peso apretándome contra el colchón. Tiro mis manos atadas sobre su cuello y lo sostengo lo mejor que puedo. Sé en este instante, que haría lo que fuese por este hombre. Soy suya. La maravilla que él me ha presentado está más allá de cualquier cosa que pudiese haber imaginado. Y él quiere llevarlo más lejos, mucho más lejos, a un lugar que no puedo, en mi ignorancia, siquiera imaginar. Oh, ¿qué hacer?
Se apoya en sus codos y me mira con sus mieles e intensos ojos.

—¿Ves cuán buenos somos juntos? —Murmura— Si te entregas a mí, será mucho mejor. Créeme, Anastasia, puedo llevarte a lugares que ni siquiera sabes que existen. —Sus palabras hacen eco en mis pensamientos. Roza su nariz contra la mía. Todavía me estoy recuperando de mi extraordinaria reacción física hacia él y alzo la mirada en su dirección, sin comprender, buscando algún pensamiento coherente.

De repente, nos damos cuentas de las voces en el pasillo afuera de su dormitorio. Me toma un momento procesar lo que he escuchado.

—Pero si todavía está en la cama entonces debe estar enfermo. Nunca está en la cama a estas horas. Zayn nunca se queda dormido.

—Señora Malik, por favor.

—Taylor. No puedes alejarme de mi hijo.

—Señora Malik, él no está solo.

—¿A qué te refieres con que no está solo?

—Tiene a alguien con él.

—Oh. —Incluso yo escucho la incredulidad en su voz.

Zayn parpadea rápidamente, mirándome, con los ojos muy abiertos y llenos de horror.

—Mierda, es mi madre.

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