lunes, 13 de mayo de 2013

Capítulo 34.

Kate está saliendo de su coche cuando llego a casa.

—¿Qué es eso? —dice en tono acusador, apuntando hacia el Audi. No puedo resistirlo.

—Es un coche —digo en broma. Entrecierra los ojos y por un breve momento, me pregunto si ella también quiere ponerme sobre sus rodillas— Mi regalo de graduación. —Trato de actuar indiferente. Sí, recibo automóviles caros todos los días. Su boca se abre.

—Generoso y que hijo de puta, ¿no?

Asentí con la cabeza.

—Traté de no aceptarlo, pero, francamente, no vale la pena luchar.

Kate frunce los labios.

—No es de extrañar que estés tan abrumada. Me di cuenta que se quedó.

—Sí. —Sonrío con tristeza.

—¿Vamos a terminar de empacar?

Asiento con la cabeza y la sigo adentro. Reviso el correo electrónico de Zayn.

De: Zayn Malik
Asunto: Domingo
Para: Anastasia Steele

¿Te veo a la una de la tarde del domingo?

El médico estará en Escala para verte a la una y media.

Me voy a Seattle ahora.

Espero que tu mudanza vaya bien y espero con ansias el domingo.

Zayn Malik
Gerente General, Enterprise Malik Holdings Inc.

Dios, él podría estar hablando del clima. Decido que le enviaré un correo electrónico una vez que haya terminado de empacar, él puede ser tan divertido un minuto y luego puede ser tan formal. Es difícil mantener el ritmo. Honestamente, es como enviarle un correo electrónico a un empleado. Pongo los ojos en blanco, desafiante y me uno a Kate para hacer las maletas.

Kate y yo estamos en la cocina cuando hay un golpe en la puerta. Taylor se encuentra en el porche, viéndose impecable en su traje. Noto la huella del ejército en su corte de cabello, su físico y en su fría mirada.

—Señorita Steele —dice—, he venido por su coche.

—Oh, sí, por supuesto. Venga, voy a recoger las llaves.

Seguramente esto está por encima y más allá del llamado del deber. Me pregunto de nuevo cuál es la descripción del trabajo de Taylor. Le doy las llaves y caminamos en un silencio incómodo para mí, hacia el Beetle de color azul claro. Abro la puerta y retiro la linterna de la guantera. Eso es todo. No tengo nada más que sea personal en Wanda. Adiós, Wanda. Gracias. Acaricio su techo mientras cierro la puerta del pasajero.

—¿Cuánto tiempo ha trabajado para el señor Malik? —pregunto.

—Cuatro años, señorita Steele.

De repente, tengo la imperiosa necesidad de bombardearlo con preguntas. Lo que este hombre debe saber acerca de Zayn, todos sus secretos. Pero entonces, él probablemente firmó un acuerdo de confidencialidad. Lo miro nerviosamente. Tiene la misma expresión taciturna que Ray y es caliente como él.

—Es un buen hombre, señorita Steele —dice y sonríe ligeramente.

Con eso, me da una leve inclinación de cabeza, se sube a mi coche y se aleja.

*
Apartamento, Bettle, Clayton, todo es distinto ahora. Sacudo la cabeza mientras vuelvo adentro. Y el cambio más importante de todo es Zayn Malik. Taylor piensa que es un buen hombre. ¿Puedo creerle?

Justin se une a nosotros con comida china para llevar a las ocho. Ya hemos terminado. Hemos empacado y estamos listas para irnos. Él trae varias botellas de cerveza y Kate y yo nos sentamos en el sofá mientras él está con las piernas cruzadas en el suelo entre nosotras. Vemos televisión basura, bebemos cerveza y mientras transcurre la noche, recordamos con cariño y en voz alta mientras la cerveza hace efecto. Han sido unos buenos cuatro años.

El ambiente entre Justin y yo ha vuelto a la normalidad, el intento de beso olvidado. Bueno, ha sido barrido bajo la alfombra en la que mi Diosa interior esta recostada, comiendo uvas y moviendo los dedos, esperando no tan pacientemente el domingo. Hay un golpe en la puerta y mi corazón salta en mi garganta. ¿Es él?
Kate abre la puerta y casi cae al suelo gracias a Elliot. Él la toma al más puro estilo de Hollywood, que cambia rápidamente a un abrazo. Honestamente... consíganse una habitación. Justin y yo nos miramos el uno al otro. Estoy consternada por su falta de modestia.

—¿Deberíamos caminar hacia el bar? —le pregunto a Justin, quien asiente con la cabeza frenéticamente.

Estamos demasiado incómodos con la determinación del sexo sin límites que se desarrolla en frente de nosotros. Kate me mira, sonrojada y con los ojos brillantes.

—Justin y yo nos vamos a tomar una copa rápida. —Pongo los ojos en blanco ¡Ja! Todavía puedo poner los ojos en blanco cuando quiera.

—Está bien —sonríe.

—Hola Elliot, adiós Elliot.

Me hace un guiño con un gran ojo verde y Justin y yo estamos fuera de la puerta, riendo como adolescentes.

Mientras caminamos hacia el bar, uno mi brazo al de Justin. Dios, él es tan sencillo. No había apreciado realmente esto antes.

—Todavía vienes a la apertura de mi exhibición, ¿no?

—Por supuesto, Justin, ¿cuándo es?

—El 9 de Junio.

—¿Qué día es ese? —Repentinamente, entro en pánico.

—Es un jueves.

—Sí, debería poder llegar… ¿Y nos visitarás en Seattle?

—Intenta detenerme. —Sonríe.

Es tarde cuando vuelvo del bar. Kate y Elliot no están donde pueda verlos, pero Dios, se les puede escuchar. Espero no ser tan bullosa. Sé que Zayn no lo es. Me sonrojo con el pensamiento y escapo a mi habitación. Después de un corto abrazo no-tan-incómodo-gracias-a-Dios, Justin se ha ido. No sé cuándo lo veré de nuevo, probablemente en su exhibición fotográfica y una vez más, estoy sorprendida de que finalmente tenga una. Lo extraño a él y su encanto juvenil. No pude decirle sobre mi Beetle, sé que enloquecerá cuando se entere y sólo puedo lidiar con un hombre al tiempo enloqueciéndose ante mí. Una vez que estoy en mi habitación, reviso la computadora y, por supuesto, hay un e-mail de Zayn.

De: Zayn Malik
Asunto: ¿En dónde estás?
Para: Anastasia Steele

“Estoy en el trabajo. Te enviaré un mail cuando llegue a casa”.

¿Todavía estás en el trabajo o has empacado tu teléfono, Blackberry y MacBook? Llámame o puede que me vea forzado a llamar a Elliot.

Zayn Malik
Gerente General, Malik Enterprise Holdings Inc.

Mierda… Justin… mierda.
Tomo mi teléfono. Cinco llamadas pérdidas y un mensaje de voz. Tentativamente, escucho el mensaje. Es Zayn.

“Creo que necesitas aprender a manejar mis expectativas. No soy un hombre paciente. Si dices que vas a contactarme cuando termines de trabajar, entonces deberías tener la decencia de hacerlo. De lo contrario, me preocupo, no es una emoción con la que estoy familiarizado y no la tolero muy bien. Llámame.”

Oh por Dios ¿Alguna vez me dejará descansar? Frunzo el ceño al teléfono. Me está sofocando. Con un profundo miedo desenredándose en mi estómago, busco su número y lo llamo. Mi corazón está en mi boca mientras espero que responda. Probablemente le gustaría sacarme siete sombras de mierda. El pensamiento es deprimente.

—Hola —dice suavemente y su respuesta me desequilibra porque estoy esperando su rabia, pero si acaso, él suena aliviado.

—Hola —murmuro.

—Estaba preocupado por ti.

—Lo sé. Lamento no responder, pero estoy bien.

Él hace una pausa por un momento.

—¿Tuviste una noche placentera? —Es secamente cortés.

—Sí. Terminamos de empacar y Kate y yo compartimos comida China a domicilio con Justin.

Cierro los ojos fuertemente cuando digo el nombre de Justin. Zayn no dice nada.

—¿Qué hay de ti? —pregunto para llenar el repentino abismo ensordecedor de silencio. No lo dejaré culparme por Justin.
Eventualmente, suspira.

—Fui a una cena de recaudación de fondos. Fue aburrida a muerte. Me fui tan pronto como pude.

Suena tan triste y resignado. Mi corazón se aprieta. Lo imagino todas esas noches atrás, sentado frente al piano en su enorme sala y la insoportable melancolía amarga de la música que estaba tocando.

—Desearía que estuvieras aquí —susurro, porque tengo una urgencia de sostenerlo. Calmarlo. Incluso aunque no me dejará. Quiero su proximidad.

—¿De verdad? —murmura suavemente. ¡Dios mío! Esto no suena como él y mi cuero cabelludo pica con naciente agarro.

—Sí —susurro. Después de una eternidad, él suspira.

—¿Te veré el domingo?

—Sí, el domingo —murmuro y un escalofrío se desliza por mi cuerpo.

—Buenas noches.

—Buenas noches, Amo.

Mi tratamiento lo atrapa por sorpresa, puedo decirlo por su seca inhalación.

—Buena suerte con tu mudanza mañana, Anastasia. —Su voz es suave.

Y ambos estamos esperando en el teléfono como adolescentes, ninguno de los dos queriendo colgar.

—Cuelga tú —susurro. Finalmente, siento su sonrisa.

—No, cuelga tú. —Y sé que está sonriendo ampliamente.

—No quiero hacerlo.

—Tampoco yo.

—¿Estabas muy enojado conmigo?

—Sí

—¿Todavía lo estás?

—No.

—¿Así que no vas a castigarme?

—No. Soy más un tipo de en-el-momento.

—Lo he notado.

—Puedes colgar ahora, señorita Steele.

—¿De verdad quiere que lo haga, Amo?

—Ve a la cama, Anastasia.

—Sí, Amo.

Ambos permanecemos en la línea.

—¿Alguna vez crees que serás capaz de hacer lo que te dicen? —Está maravillado y exasperado a la vez.

—Tal vez. Lo veremos después del domingo. —Y presiono “finalizar” en el teléfono.

*


Elliot se levanta y admira su trabajo. Ha re-enchufado nuestra TV en el sistema satelital de nuestro apartamento en Pike Place Market. Kate y yo caemos en el sofá riendo, impresionadas por su destreza con un taladro. La pantalla plana luce rara contra el ladrillo del depósito convertido, pero no hay duda de que me acostumbraré a ello.

—Mira, nena, es fácil. —Él le sonríe con una amplia sonrisa de dientes blancos a Kate y ella casi se disuelve literalmente en el sofá.

Pongo los ojos en blanco.

—Me encantaría quedarme, pero mi hermana está de regreso de París. Hay una cena familiar obligatoria esta noche.

—¿Puedes pasar después? —pregunta Kate tentativamente, toda suave y no-como-Kate.

Me levanto y camino a la cocina con la pretensión de desempacar las cajas. Ellos se van a poner asquerosos.

—Veré si puedo escapar —promete él.

—Bajaré contigo. —Kate sonríe.

—Nos vemos, Anastasia. —Elliot sonríe.

—Hasta luego, Elliot. Saluda a Zayn de mi parte.

—¿Sólo lo saludo? —Sus cejas se levantan sugestivamente.

—Sí. —Me sonrojo.

Me guiña y yo me pongo carmesí mientras él sigue a Kate fuera del apartamento.

Elliot es adorable y tan diferente de Zayn. Él es cálido, abierto, físico, muy físico, demasiado físico con Kate. Apenas pueden mantener sus manos lejos del otro —para ser honesta, es vergonzoso— y estoy verde como un guisante por la envidia.

Kate regresa cerca de veinte minutos después con pizza y nos sentamos, rodeadas de cajas, en nuestro nuevo espacio abierto, comiendo directo de la caja. El papá de Kate nos ha dejado orgullosas. El apartamento no es enorme, pero lo suficientemente grande, con tres habitaciones y una gran sala que da hacia el mismo Pike Place Market. Tiene solidos pisos de madera, ladrillo rojo y los mesones de la cocina son de suave concretos, muy utilitarios, muy de estos tiempos. Ambas amamos el hecho de que estaremos en el corazón de la ciudad.

A las ocho, el teléfono de la entrada vibra. Kate se levanta de un salto y mi corazón salta a mi boca.

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