lunes, 13 de mayo de 2013

Capítulo 37.

Suaves labios rozan a través de mi sien, dejando dulces besos tiernos en su camino y parte de mí quiere girarse y responder, pero sobre todo, quiero seguir dormida. Gimo y me hundo en mi almohada.

—Anastasia despierta. —La voz de Zayn es suave, zalamera.

—No —me quejo.

—Tenemos que irnos en media hora para la cena con mis padres —dice divertido.

Abro mis ojos de mala gana. Está anocheciendo afuera. Zayn se inclina, mirándome fijamente.

—Vamos dormilona. Levántate. —Se inclina y me besa de nuevo.

—Te he comprado una bebida. Estaré abajo. No te vuelvas a dormir o estarás en problemas —amenaza, pero su tono es suave. Me besa brevemente y sale, dejándome despertar del todo en la habitación fresca oscura.

Estoy descansada pero de repente, me pongo nerviosa. ¡Santo cielo, voy a conocer a sus padres! Él acaba de darme con un látigo y atarme usando un amarra cables, el cual le vendí, por amor de Dios… y voy a conocer a sus padres. Será la primera vez que Kate los vea también… al menos ella estará allí de apoyo. Giro los hombros. Están rígidos. Su demanda de un entrenador personal no parece tan descabellada ahora, de hecho, es obligatoria si tengo alguna esperanza de mantenerme a la par con él.

Me bajo lentamente de la cama y noto que mi vestido está colgando fuera del armario y mi sujetador está en la silla. ¿Dónde están mis bragas? Compruebo debajo de la silla. Nada. Entonces recuerdo… las mantuvo escondidas en el bolsillo de sus pantalones. Me sonrojo ante el recuerdo: después de que él… ni siquiera me atrevo a pensar en ello, fue tan… bárbaro. Frunzo el ceño. ¿Por qué no me ha devuelto mi ropa interior?

Me escabullo al cuarto de baño, desconcertada por mi falta de ropa interior. Mientras me seco, después de mi ducha agradable pero demasiado breve, me doy cuenta de que lo ha hecho a propósito. Quiere que me avergüence, que pida de regreso mis bragas y él dirá sí o no. Mi diosa interior me sonríe. Demonios... dos pueden jugar ese juego en particular. Con la resolución allí, la de no pedírselas y no darle esa satisfacción, deberé ir a conocer a sus padres sin bragas. ¡Anastasia Steele! Mi subconsciente me regaña, pero no quiero escucharla… casi me abrazo con alegría porque sé que esto lo volverá loco.

De vuelta en el dormitorio, me pongo el sujetador, me deslizo dentro de mi vestido y me coloco mis zapatos. Remuevo la trenza y me apresuró a cepillarme el pelo, entonces miro hacia abajo a la bebida que ha dejado. Es rosa pálido. ¿Qué es esto? Arándano y agua con gas. Hmm... Sabe delicioso y sacia mi sed.

Corriendo de nuevo al baño, me miro en el espejo: los ojos brillantes, mejillas ligeramente ruborizadas, mirada un tanto petulante por mi plan de las bragas y me dirijo abajo. Quince minutos después. Nada mal, Anastasia.

Zayn está de pie junto a la ventana panorámica, usando los pantalones grises de franela que me gustan —los que cuelgan de sus caderas de esa manera increíblemente sexy— y por supuesto, una camisa de lino blanco. ¿No tiene otros colores? Frank Sinatra canta suavemente a través de los altavoces de sonido envolvente.

Zayn se da la vuelta y sonríe cuando entro. Me mira expectante.

—Hola —digo en voz baja y mi sonrisa de esfinge se encuentra con la suya.

—Hola —dice—. ¿Cómo te sientes? —Sus ojos arden con diversión.

—Bien, gracias. ¿Y tú?

—Me siento muy bien, señorita Steele.

Realmente está esperando a que yo diga algo.

—Frank. Nunca te imaginé como un fan de Sinatra.

Levanta las cejas en mi dirección, su mirada especulativa.

—Gusto ecléctico, señorita Steele —murmura y da pasos en mi dirección como una pantera hasta que está de pie delante de mí, su mirada tan intensa que me quita el aliento.

Frank comienza a cantar suavemente… una canción vieja, una de las favoritas de Ray. Witchcraft. Zayn traza lentamente con sus dedos mis mejillas y lo siento todo el camino hasta allí.

—Baila conmigo —murmura, su voz ronca.

Tomando el control remoto de su bolsillo, sube el volumen y extiende su mano hacia mí, su mirada miel llena de promesas, nostalgia y humor. Es totalmente seductor y estoy encantada. Coloco mi mano en la suya. Me sonríe tranquilamente y me estrecha en sus brazos, uno de ellos rodeando mi cintura y comienza a balancearse.

Pongo mi mano libre sobre su hombro y le sonrío, atrapada en su estado de ánimo contagioso, juguetón. Empieza a moverse. Hombre, sí que puede bailar. Cubrimos el suelo, desde la ventana de la cocina y de regreso, girando y girando al compás de la música. Y lo hace sin esfuerzo.

Nos deslizamos en torno a la mesa de comedor, el piano, de atrás y hacia delante frente a la pared de vidrio, Seattle brillando afuera, un mural oscuro y mágico para nuestro baile y no puedo evitar mi risa despreocupada. Me sonríe mientras la canción llega a su fin.

—No hay ninguna bruja más agradable que tú —murmura y luego me besa dulcemente—. Bueno, eso ha traído un poco de color a sus mejillas, señorita Steele. Gracias por el baile. ¿Vamos a encontrarnos con mis padres?

—De nada y sí, no puedo esperar para conocerlos —respondo sin aliento.

—¿Tienes todo lo que necesitas?

—Oh, sí —respondo con dulzura.

—¿Estás segura?

Asiento con la cabeza tan despreocupadamente como lo puedo hacer bajo su intenso y divertido escrutinio. Su rostro se divide en una enorme sonrisa y niega con la cabeza.

—Está bien. Si esa es la forma en la que desea jugar, señorita Steele.

Toma mi mano, recoge su chaqueta que cuelga en uno de los taburetes y me lleva a través del vestíbulo hacia el ascensor. Oh, las muchas caras de Zayn Malik.

¿Seré capaz alguna vez de entender a este hombre voluble?

Tomo un vistazo de él en el ascensor. Está disfrutando de una broma privada, el rastro de una sonrisa flirteando con su hermosa boca. Me temo que puede ser a costa mía. ¿Qué estaba pensando? Voy a ver a sus padres y no estoy usando nada de ropa interior. Mi subconsciente me da una expresión de: Te lo dije. En la relativa seguridad de su apartamento, parecía una idea divertida. Ahora, estoy casi afuera. ¡Sin bragas! Me mira fijamente y es allí donde la carga crece entre nosotros. La mirada divertida desaparece de su rostro y su expresión se nubla, sus ojos oscuros... oh Dios mío.

Las puertas del ascensor se abren en la planta baja. Zayn niega con la cabeza un poco como si intentara aclarar sus pensamientos y hace un gesto para que salga antes que él. ¿A quién engaña? No es un caballero. Tiene mis bragas.

Taylor arrastra el Audi. Zayn abre la puerta de atrás para mí y me subo dentro tan elegantemente como puedo, considerando mi estado de desnudez. Estoy agradecida de que el vestido de Kate sea muy ceñido y bloquee la parte superior de mis rodillas.

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