lunes, 13 de mayo de 2013

Capítulo 39.

Zayn atraviesa la puerta de madera del cobertizo y hace una pausa para encender algunas luces. Las luces fluorescentes hacen un ruido metálico y zumban en secuencia mientras la fuerte luz blanca inunda el gran edificio de madera. Desde mi punto de vista, girada, puedo ver una impresionante lancha a motor en el muelle flotando suavemente en el agua oscura, pero sólo obtengo un breve vistazo antes de que él lleve por unas escaleras de madera hacia la habitación de arriba.

Se detiene en la puerta y toca otro interruptor —luces halógenas en esta ocasión, son más suaves, con un regulador de intensidad— y estamos en una habitación con techos inclinados. Está decorado con un tema náutico de Nueva Inglaterra, azul marino y crema con un toque de rojo. Los muebles son escasos, sólo un par de sofás es todo lo que puedo ver.

Zayn me pone sobre mis pies en el suelo de madera. No tengo tiempo para examinar lo que me rodea, mis ojos no pueden dejarlo. Estoy hipnotizada… viéndolo como alguien observaría a un depredador raro y peligroso, esperando a que le lance encima. Su respiración es dura, pero claro, acaba de cargarme a través del césped y hacia arriba por un tramo de escaleras. Ojos mieles arden con ira, necesidad y lujuria pura y sin adulterar. Podría quemarme de forma espontánea sólo por su mirada.

—Por favor, no me pegues —le susurro, suplicante.

Frunce el ceñ
o, sus ojos ampliándose. Parpadea dos veces.
—No quiero que me azotes, ni aquí, ni ahora. Por favor, no lo hagas.

Su boca se abre ligeramente en sorpresa y más allá de la valentía, levanto mi mano tentativamente y paso mis dedos por su mejilla, a lo largo del borde de su patilla hasta su mentón. Cerrando sus ojos lentamente, inclina el rostro ante mi tacto y su respiración se queda atrapada en su garganta. Levantando mi otra mano, recorro su cabello con mis dedos. Me encanta su cabello. Su suave gemido es apenas audible y cuando abre sus ojos, su mirada es cautelosa, como si no entendiera lo que estoy haciendo.

Dando un paso hacia adelante para quedar contra él, jalo suavemente su cabello, bajando su boca hacia la mía y lo beso, forzando a mi lengua a pasar entre sus labios y dentro de su boca. Gime y sus brazos me abrazan, apretándome contra él. Sus manos encuentran su camino hacia mi cabello y me devuelve el beso, duro y posesivo. Su lengua y mi lengua se retuercen y giran juntas, devorándonos el uno al otro. Sabe divino.
Retrocede de repente, nuestra respiración irregular y mezclándose. Mis manos caen en sus brazos y me mira.

—¿Qué estás haciéndome? —susurra confundido.

—Te beso.

—Dijiste que no.

—¿Qué? —¿No a qué?

—En la mesa del comedor, con tus piernas.

Ah… de eso se trata todo esto.

—Pero estábamos en la mesa del comedor de tus padres —lo miro, completamente desconcertada.

—Nadie me ha dicho alguna vez que no antes. Y es tan caliente.

Sus ojos se abren un poco, llenos de asombro y lujuria. Es una mezcla embriagadora. Trago instintivamente. Su mano se mueve abajo hacia mi trasero. Me tira fuertemente contra él y puedo sentir su erección.

—¿Estás enojado y excitado porque dije que no? —respiro, asombrada.

—Estoy enojado porque nunca mencionaste Georgia. Estoy enojado porque te fuiste a beber con ese tipo que trató de seducirte cuando estabas borracha y que te dejó cuando estabas enferma, con un casi completo extraño. ¿Qué clase de amigo hace eso? Y estoy enojado y excitado porque me cerraste tus piernas.

Sus ojos brillan peligrosamente y está subiendo lentamente mi vestido.

—Te quiero y te quiero ahora. Y si no vas a dejar que te azote, lo cual mereces, te voy follar en el sofá en este momento, con rapidez, para mi placer, no el tuyo.

Mi vestido está ahora apenas cubriendo mi trasero desnudo. Él se mueve repentinamente de manera que su mano está ahuecando mi sexo y uno de sus dedos se hunde poco a poco en mí. Su otro brazo me sostiene firmemente en su lugar alrededor de mi cintura. Reprimo mi gemido.

—Esto es mío —me susurra agresivamente—Todo mío. ¿Entiendes?

Mueve con facilidad su dedo adentro y afuera mientras me mira, midiendo mi reacción, con sus ojos ardiendo.

—Sí, tuyo —respiro mientras mi deseo, caliente y pesado, surge a través de mi torrente sanguíneo, afectando… todo.

Mis terminaciones nerviosas, mi respiración, mi corazón late con fuerza, tratando de salir de mi pecho, la sangre zumbando en mis oídos.

De repente, él se mueve, haciendo varias cosas a la vez. Retira sus dedos, dejándome con ganas, baja su cremallera y me empuja hacia abajo sobre el sofá, por lo que está recostado sobre mí.

—Las manos en la cabeza —ordena con los dientes apretados mientras se coloca sobre sus rodillas, obligando a mis piernas a ampliarse más y buscando en el bolsillo interior de su chaqueta. Saca un paquete de aluminio, mirándome, su expresión oscura, antes de encogerse de hombros para quitarse la chaqueta y que caiga al suelo. Rueda el condón hacia abajo sobre su impresionante longitud.

Pongo mis manos sobre mi cabeza y sé que es para que no vaya a tocarlo. Estoy muy excitada. Siento que mis caderas ya se mueven hacia arriba para encontrarlo, deseándolo dentro de mí, así, rudo y duro. Oh... la anticipación.

—No tenemos mucho tiempo. Esto será rápido y es para mí, no para ti. ¿Lo entiendes? No te vengas o te azotaré —dice entre dientes.

Mierda... ¿cómo me detengo?

Con un impulso rápido, está totalmente dentro de mí. Gimo en voz alta, guturalmente y celebro la plenitud de su posesión. Pone sus manos sobre las mías en la parte superior de mi cabeza, sus codos sostienen mis brazos hacia fuera y abajo, sus piernas inmovilizándome. Estoy atrapada. Él está en todas partes, abrumándome, casi sofocante. Pero también es celestial, este es mi poder, esto es lo que le hago y es un sentimiento hedonista y triunfante.

Se mueve rápido y furiosamente dentro de mí, su respiración agitada en mi oído y mi cuerpo responde, fundiéndose a su alrededor. No debo venirme. No. Pero me encuentro con él, empuje a empuje, un contrapunto perfecto. De repente y muy pronto, golpea dentro de mí y se queda quieto cuando encuentra su liberación, con el aire silbando a través de sus dientes. Se relaja momentáneamente, por lo que siento todo su peso delicioso sobre mí. No estoy lista para dejarlo ir, mi cuerpo deseando el alivio, pero él es muy pesado y en este momento, no puedo empujar contra él. De repente, él se retira, dejándome adolorida y con ganas de más. Me mira.

—No te toques. Te quiero frustrada. Eso es lo que consigues por no hablar conmigo, por negarme lo que es mío. —Sus ojos brillan de nuevo, enojado otra vez.

Asiento con la cabeza, jadeando. Se levanta y se quita el condón, anudándolo al final, y lo pone en el bolsillo de su pantalón. Lo miro, mi respiración todavía es errática e involuntariamente aprieto mis muslos, tratando de encontrar algo de alivio. Zayn se sube la cremallera y pasa sus manos por su cabello mientras se agacha para recoger su chaqueta. Se da la vuelta para mirarme, su expresión más suave.

—Será mejor que regresemos a la casa.

Me siento un poco inestable, aturdida.

—Aquí. Puedes ponerte estos.

De su bolsillo interior, saca mi ropa interior. No sonrío mientras la tomo, pero por dentro, sé que he tenido una follada como castigo, pero ganado una pequeña victoria sobre la ropa interior. Mi diosa interior asiente en acuerdo, una sonrisa de satisfacción en su rostro, no tuviste que pedirla.

—¡ZAYN! —grita Mia desde el piso de abajo.

Él da vuelta y levanta las cejas en mi dirección.

—Justo a tiempo. Cristo, ella puede ser tan irritante.

Le frunzo el ceño en respuesta, me apresuro a devolver mi ropa interior a su lugar correcto y me pongo de pie con tanta dignidad como puedo en mi estado de recién follada. Rápidamente, intento suavizar mi cabello.

—Aquí arriba, Mia —grita— Bueno, señorita Steele, me siento mejor por eso, pero todavía quiero azotarla —dice en voz baja.

—No creo que lo merezca, señor Malik, especialmente después de tolerar su ataque sin provocación.

—¿Sin provocación? Me besaste. —Él hace todo lo posible para lucir herido.

Frunzo mis labios.

—Fue un ataque como forma de defensa.

—¿Defensa contra qué?

—De ti y tú agitada palma.

Él ladea la cabeza hacia un lado y me sonríe mientras Mia viene haciendo ruido por las escaleras.

—¿Pero era tolerable? —pregunta en voz baja.

Me sonrojo.

—Apenas —le susurro, pero no puedo evitar mi sonrisa.

—Oh, ahí están. —Nos sonríe con alegría.

—Le estaba mostrando los alrededores a Anastasia. —Zayn extiende su mano hacia mí, sus ojos mieles intensos.

Pongo mi mano en la suya y él le da un apretón suave.

—Kate y Elliot están a punto de irse. ¿Puedes creerlo? No pueden mantener sus manos apartadas el uno del otro. —Mia finge indignación y mira de Zayn a mí— ¿Qué han estado haciendo ustedes aquí?

Por Dios, que discreta. Me pongo escarlata.

—Mostrándole a Anastasia mis trofeos de remo —dice Zayn sin perder un momento, con el rostro completamente en blanco—Vamos a decirle adiós a Kate y a Elliot.

¿Trofeos de remo? Me tira suavemente delante de él y mientras Mia se vuelve para irse, me aplasta el trasero. Jadeo con sorpresa.

—Voy a hacerlo de nuevo Anastasia, y pronto —amenaza bajito cerca de mi oído, entonces me atrae en un abrazo, con mi espalda pegada en su pecho y besa mi cabello.

De vuelta en la casa, Kate y Elliot están despidiéndose de Grace y el señor Malik.

Kate me abraza fuerte.

—Necesito hablar contigo porque estás haciendo enojar a Zayn —le digo en voz baja al oído mientras me abraza.

—Necesita enojarse, así puedes ver cómo es realmente. Ten cuidado, Anastasia, es demasiado controlador —susurra—. Nos vemos más tarde.

¡SÉ COMO ES REALMENTE, TÚ NO! le grito en mi cabeza. Estoy plenamente consciente de que sus acciones provienen de un buen lugar, pero a veces, simplemente se pasa de la raya y ahora mismo lo ha hecho tanto que está en el estado vecino. Le frunzo el ceño y ella me saca la lengua, haciéndome sonreír a regañadientes. La Kate juguetona es nueva, debe ser la influencia de Elliot. Los despedimos en la puerta y Zayn se vuelve hacia mí.

—Tenemos que irnos también, mañana tienes entrevistas.

Mia me abraza cálidamente mientras nos despedimos.

—¡Pensábamos que nunca iba a encontrar a nadie! —dice efusivamente.

Me sonrojo y Zayn vuelve a poner los ojos en blanco. Frunzo mis labios. ¿Por qué puede hacer eso cuando yo no puedo? Quiero ponerle los ojos en blanco en respuesta, pero no me atrevo, no después de su amenaza en el cobertizo.

—Cuídate, Anastasia, querida —dice Grace amablemente.

Zayn, avergonzado o frustrado por la atención generosa que estoy recibiendo de parte de los Malik, toma mi mano y me atrae a su lado.

—No la ahuyenten ni le den tanto afecto —masculla.

—Zayn, deja de bromear —lo regaña Grace con indulgencia, sus ojos brillando con amor y afecto por él.

De alguna manera, no creo que esté bromeando. Disimuladamente observo su interacción. Es obvio que Grace lo adora con el amor incondicional de una madre. Él se inclina y la besa con rigidez.

—Mamá —dice y hay un trasfondo en su voz, ¿reverencia, tal vez?

—Señor Malik, adiós y gracias. —Extiendo mi mano hacia él y ¡también me abraza!

—Por favor, llámame Carrick. Espero que nos veamos de nuevo, muy pronto, Anastasia.

Con nuestras despedidas dichas, Zayn me lleva al automóvil, en donde Taylor está esperando. ¿Ha estado esperando aquí todo el tiempo? Taylor me abre la puerta y me deslizo en la parte trasera del Audi.

Siento un poco de tensión dejando mis hombros. Por Dios, qué día. Estoy agotada, física y emocionalmente. Después de una breve conversación con Taylor, Zayn se sube a mi lado. Se vuelve hacia mí.

—Bueno, parece que a mi familia le gustas, demasiado —murmura.

¿Demasiado? El deprimente pensamiento acerca de cómo llegué a ser invitada aparece inesperada e inoportunamente en mi cabeza. Taylor pone en marcha el automóvil y sale del círculo de luz en el camino de entrada hacia la oscuridad de la calle. Le doy un vistazo a Zayn y él está mirándome fijamente.

—¿Qué? —pregunta, con voz tranquila.

Me quedo momentáneamente sin saber qué decir. No, se lo diré. Siempre está quejándose de que no hablo con él.

—Creo que te sentiste comprometido a traerme para conocer a tus padres. —Mi voz es suave y vacilante—Si Elliot no hubiera invitado a Kate, nunca me habrías invitado. —No puedo ver su rostro en la oscuridad, pero inclina la cabeza, mirándome boquiabierto.

—Anastasia, estoy encantado de que hayas conocido a mis padres. ¿Por qué estás tan llena de falta de confianza en ti misma? Nunca dejas de sorprenderme. Eres una mujer fuerte y autosuficiente, pero tienes estos pensamientos negativos sobre ti misma. Si no hubiera querido que los conocieras, no estarías aquí. ¿Es así como te sentiste todo el tiempo que estuviste allí?

¡Oh! Me quería allí y esa es una revelación. No parece incómodo contestándome como lo haría si estuviera ocultando la verdad. Parece realmente contento de que esté aquí... una cálida sensación se extiende lentamente por mis venas. Sacude la cabeza y alcanza mi mano. Miro a Taylor, nerviosa.

—No te preocupes por Taylor. Háblame.

Me encojo de hombros.

—Sí. Creí eso. Y otra cosa, sólo mencioné Georgia porque Kate estaba hablando de Barbados, no he tomado mi decisión.

—¿Quieres ir a ver a tu madre?

—Sí.

Me mira de forma extraña, como si estuviera teniendo una lucha interna.

—¿Puedo ir contigo? —pregunta finalmente.

¿¡Qué!?

—Ehh… no creo que esa sea una buena idea.

—¿Por qué no?

—Tenía la esperanza de tener un descanso de toda esta… intensidad y así tratar de pensar bien las cosas.

Se me queda mirando.

—¿Soy demasiado intenso?

Rompo a reír.

—¡Eso es decir poco!

Bajo la luz de las farolas que pasamos en la calle, veo a sus labios curvarse.

—¿Se está riendo de mí, señorita Steele?

—No me atrevería, señor Malik —contesto con fingida seriedad.

—Creo que te atreves y creo que te ríes de mí, con frecuencia.

—Eres muy gracioso.

—¿Gracioso?

—Oh, sí.

—¿Curioso o gracioso?

—Oh… un montón de uno y un poco del otro.

—¿Cuál prefieres?

—Dejaré que descifres eso.

—No estoy seguro de si puedo descifrar algo a tu alrededor, Anastasia —dice sardónicamente y luego continúa en voz baja— ¿Sobre qué necesitas pensar en Georgia?

—Nosotros —susurro.

Se me queda mirando, impasible.

—Dijiste que lo intentarías —murmura.

—Lo sé.

—¿Tienes dudas?

—Posiblemente.

Se mueve, incómodo.

—¿Por qué?

¿Cómo se convirtió esto de repente en una conversación tan intensa y significativa? Ha surgido de golpe, como un examen para el que no estoy preparada. ¿Qué digo? Porque creo que te amo y tú sólo me ves como un juguete. ¿Por qué no puedo tocarte, porque estoy demasiado asustada de mostrarte algo de afecto por si te echas atrás o me regañas o peor… me golpeas? ¿Qué puedo decir?

Me quedo mirando momentáneamente por la ventana. El automóvil está atravesando el puente. Los dos estamos envueltos en la oscuridad, encubriendo nuestros pensamientos y sentimientos, pero no necesitamos la noche para eso.

—¿Por qué, Anastasia? —Zayn me pide insistentemente una respuesta.

Me encojo de hombros, atrapada. No quiero perderlo. A pesar de todas sus exigencias, su necesidad de controlar y sus espeluznantes depravaciones. Nunca me he sentido tan viva como ahora. Es muy emocionante estar aquí, sentada junto a él. Es tan impredecible, sexy, inteligente y divertido. Sin embargo, sus estados de ánimo... oh… y quiere hacerme daño. Dice que pensará en mis reservas, pero a pesar de eso, me asusta. Cierro los ojos. ¿Qué puedo decir? En el fondo, me gustaría mucho más afecto, más del Zayn travieso, más... amor.

Me aprieta la mano.

—Háblame, Anastasia. No quiero perderte. Esta última semana... —Se va apagando.

Estamos llegando al final del puente y la calle está una vez más bañada en la luz neón de las farolas de la calle, por lo que su rostro está de forma intermitente en la luz y la oscuridad. Y es una metáfora apropiada. Este hombre, a quien alguna vez consideré un héroe romántico, un valiente y brillante caballero blanco o el caballero oscuro, como dijo él. No es un héroe, es un hombre con deficiencias emocionales serias y profundas y me está arrastrando a la oscuridad. ¿No puedo guiarlo hacia la luz?

—Aún quiero más —susurro.

—Lo sé —dice—Voy a intentarlo.

Parpadeo hacia él, suelta mi mano y tira de mi barbilla, liberando mi labio atrapado.

—Por ti, Anastasia, voy a intentarlo. —Está rebosando sinceridad.

Y esa es mi señal. Me desabrocho el cinturón de seguridad, me muevo hacia él y trepo a su regazo, tomándolo completamente por sorpresa. Envolviendo mis brazos alrededor de su cabeza, lo beso, profunda y prolongadamente y en un nanosegundo, está respondiendo.

—Quédate conmigo esta noche —susurra—. Si te vas, no te veré en toda la semana. Por favor.

—Sí —acepto—. Y voy a intentarlo también. Firmaré el contrato. —Y es una decisión espontánea.

Él me mira.

—Firma después de Georgia. Piensa en ello. Piensa en lo duro, nena.

—Lo haré. —Y nos quedamos en silencio durante dos kilómetros o tres.

―Realmente deberías usar tu cinturón ―susurra Zayn desaprobadoramente entre mi cabello, pero no hace ningún movimiento para apartarme de su regazo.

Me afianzo contra él, con los ojos cerrados, mi nariz en su garganta, bebiendo de su sexy perfume: Zayn con especias, almizcle y gel de baño, reposando mi cabeza en su hombro. Dejo que mi mente divague y me permito fantasear con que él me ama. Ah y es tan real, casi tangible y una pequeña parte de mí actúa totalmente fuera de carácter y se atreve a tener esperanza. Tengo cuidado de no tocar su pecho, sino que sólo me acurruco en sus brazos mientras me sostiene con fuerza.
Demasiado pronto, soy arrancada de mi sueño imposible.

―Ya estamos en casa ―murmura Zayn y es una frase tentadora, llena de mucho potencial.

En casa, con Zayn. Excepto que su apartamento es una galería de arte, no una casa.

Taylor abre la puerta para nosotros y le doy las gracias tímidamente, consciente de que nuestra conversación ha estado al alcance de su oído, pero su sonrisa amable es tranquilizadora y no da nada por sentado. Una vez fuera del automóvil, Zayn me evalúa críticamente. Oh, no... ¿Qué he hecho ahora?

―¿Por qué no tienes una chaqueta? ―frunce el ceño mientras se quita la suya y la pliega sobre mis hombros. El alivio me inunda.

―Está en mi auto nuevo ―le contesto medio dormida, bostezando.
Él me sonríe.

―¿Cansada, señorita Steele?

―Sí, señor Malik. ―Me siento tímida bajo su escrutinio burlón. No obstante, siento que quiere a una explicación―He podido prevalecer de maneras que nunca pensé posible hoy en día.

―Bueno, si realmente eres tan desafortunada, puedo prevalecer sobre ti un poco más ―promete mientras toma mi mano y me lleva al interior del edificio. Santo Dios… ¿Otra vez?

Lo miro en el ascensor. He supuesto que le gustaría que duerma con él y entonces recuerdo que no duerme con nadie, a pesar de que lo ha hecho conmigo un par de veces. Frunzo el ceño y de repente, se oscurece su mirada. Extiende su mano y toma mi barbilla, liberando mi labio de entre mis dientes.

―Un día voy a follarte en este ascensor, Anastasia, pero ahora estás cansada, así que creo que debemos atenernos a una cama.

Inclinándose, aferra sus dientes alrededor de mi labio inferior y tira suavemente. Me derrito en contra de él y mi respiración se detiene cuando mis entrañas se despliegan con nostalgia. Le respondo, fijando mis dientes sobre su labio superior, jugando con él y gime. Cuando las puertas del ascensor se abren, toma mi mano y me empuja en el hall de entrada, a través de las puertas dobles y hacia el pasillo.

―¿Necesitas una bebida o algo?

―No.

―Bien. Vamos a la cama.

Levanto mis cejas hacia él.

―¿Te vas a conformar con una simple y llana vainilla?

Él ladea la cabeza hacia un lado.

―No hay nada simple y llano acerca de la vainilla, es un sabor muy interesante ―suspira.

―¿Desde cuándo?

―Desde el pasado sábado. ¿Por qué? ¿Esperabas algo más exótico?

Mi diosa interna asoma su cabeza por encima del muro.

―Oh, no. Ya he tenido suficiente de lo exótico por un día. ―Mi diosa interna me hace pucheros, fallando miserablemente al ocultar su decepción.

―¿Segura? Estamos para atender a todos los gustos… por lo menos treinta y un sabores ―dice sonriéndome lascivamente.

―Me he dado cuenta ―le contesto secamente.

Sacude la cabeza.

―Vamos, señorita Steele, tienes un gran día mañana. Mientras más pronto estés en la cama, más pronto podrás ser follada y más pronto puedes dormir.

―Señor Malik, eres todo un romántico innato.

―Señorita Steele, tiene una boca inteligente. Puede que tenga que someterla de alguna forma. Ven. ―Me conduce por el pasillo a su habitación y cierra la puerta de una patada.

―Manos en el aire ―ordena.

Me obligo y en un movimiento increíblemente rápido, me quita el vestido como un mago, capturándolo por el dobladillo, tirando de él con suavidad y sacándolo velozmente por encima de mi cabeza.

―¡Ta Da! ―dice en broma.

Me rio y aplaudo educadamente. Se inclina agraciadamente con una sonrisa. ¿Cómo puedo resistirme cuando se comporta así? Pone mi vestido en la silla solitaria al lado de su cómoda.

―¿Y para el siguiente truco? ―sugiero, burlonamente.

―Oh, mi querida señorita Steele. Entra en mi cama ―gruñe― y te mostraré.

―¿Crees que por una vez debería hacerme de rogar? ―pregunto con coquetería.

Sus ojos se abren con sorpresa y veo un atisbo de emoción.

―Bueno… la puerta está cerrada. No estoy seguro de cómo me vas a evitar ―dice sardónicamente―Creo que es un hecho.

―Pero soy una buena negociadora.

―Yo también. ―Me mira, pero mientras lo hace, su expresión cambia, la confusión se apodera de él y la atmósfera en la sala cambia abruptamente, tensándose― ¿No quieres follar? ―pregunta.

―No ―suspiro.

―Oh ―frunce el ceño.

Bueno, aquí va… respiro profundamente.

―Quiero que me hagas el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario