lunes, 1 de julio de 2013

Capítulo 106.

Agarra la barra y mi mano, luego me lleva rápidamente fuera de la habitación.

¿Por qué nos estamos yendo? Miro detrás de mí a medida que salimos.

—¿Por qué no allí?

Zayn se detiene en las escaleras y mira hacia mí, su expresión seria.

—Anastasia, tú puedes estar lista para volver ahí, pero yo no lo estoy. La última vez que estuvimos allí, me dejaste. Te lo sigo diciendo, ¿cuándo entenderás?— Frunce el ceño, liberándome así él pueda gesticular con su mano libre— Toda mi actitud ha cambiado como resultado. Mi perspectiva completa de la vida ha cambiado radicalmente. Te he dicho esto. Lo que no te he dicho es… —Se detiene y se pasa la mano por el pelo, buscando las palabras correctas— Soy como un alcohólico en recuperación, ¿está bien? Esa es la única comparación que puedo sacar. La compulsión se ha ido, pero no quiero poner la tentación en mi camino. No quiero hacerte daño.


Él se ve tan lleno de remordimientos, y en ese momento, unas afiladas lanzas producen dolor a través de mí. ¿Qué le he hecho a este hombre? ¿He mejorado su vida? Él era feliz antes de conocerme a mí, ¿no?

—No puedo soportar hacerte daño, porque te amo —añade, mirándome, su expresión de sinceridad absoluta como un niño pequeño diciendo una verdad muy simple.

Él es completamente inocente, y me quita el aliento. Lo adoro más que a nada ni a nadie. Amo a este hombre incondicionalmente.

—¿Quieres que te folle en las escaleras? —murmura, su respiración es irregular— Porque en este momento, lo haría.

—Sí —murmuro y me aseguro que mi oscura mirada se encuentre con la suya.

Me mira, sus ojos entrecerradas y pesados.

—No. Te quiero en mi cama.

De repente me levanta sobre su hombro, haciéndome quejarme en voz alta y me pega con fuerza en el trasero, lo cual me hace quejarme de nuevo. Mientras baja las escaleras, se agacha para levantar la barra caída.

La señora Jones va saliendo del cuarto de servicio cuando pasamos por el pasillo.

Nos sonríe, y le dirijo una apologética inclinación de cabeza. No creo que Zayn la notara.

En el cuarto, me pone de nuevo en mis pies y tira la barra en la cama.

—No creo que vayas a herirme —suspiro.

—Tampoco creo que vaya a hacerlo —dice, toma mi cabeza entre sus manos y me besa, largo y con fuerza, incendiando mi sangre ya caliente— Te deseo mucho — susurra contra mi boca, jadeando— ¿Estás segura de esto? Después de lo de hoy…

—Sí, yo también te deseo. Quiero desvestirte. —No puedo esperar a tener mis manos en él, mis dedos pican por tocarle.

Sus ojos se ensanchan por un momento, duda, quizás reconsiderando mi petición.

—No te tocaré si no quieres que lo haga —susurro.

—No —responde rápidamente—, hazlo. Está bien, estoy bien —murmura.

Suavemente suelto un botón y mis dedos se deslizan en su camisa hasta el siguiente. Sus ojos están grandes e iluminados, sus labios entreabiertos para respirar. Es tan hermoso, incluso en su temor… por su temor. Me deshago del tercer botón y noto su suave vello entre la gran V de su camiseta.

—Quiero besarte ahí —murmuro.

Él inhala con fuerza.

—¿Besarme?

—Sí —murmuro.

Jadea mientras me deshago del siguiente botón y lentamente me inclino, dejando clara mi intención. Está conteniendo su aliento, pero se queda quieto mientras planto un suave beso en su pecho. Me deshago del último botón y levanto la mirada hacia él. Me está mirando fijamente, y hay una expresión de satisfacción, calma y maravilla en su rostro.

—Se vuelve más fácil, ¿cierto? —susurro.

Él asiente mientras lentamente saco su camisa sobre sus hombros y la dejo caer al piso.

—¿Qué me has hecho Anastasia? —murmura— Sea lo que sea, no te detengas.

Y me agarra en sus brazos, apretando ambas manos en mi cabello y tirando mi cabeza hacia atrás para poder tener libre acceso a mi garganta.
Desliza sus labios por mi mandíbula, pellizcando suavemente. Gimo. Oh, deseo a este hombre. Mis dedos vuelan a su cintura, quitando el botón y bajando el cierre.

—Oh nena —suspira y me besa detrás de la oreja. Siento su erección, firme y fuerte, tirante contra mí. Lo quiero… en mi boca. Me hecho hacia atrás abruptamente y caigo en mis rodillas.

—Whoa —jadea.

Tiro de sus pantalones y bóxers con fuerza, se libera. Antes de que pueda detenerme, lo meto en mi boca, succionando con fuerza, disfrutando su sorprendido asombro mientras su boca se abre. Baja la mirada a mí, observando cada uno de mis movimientos, sus ojos tan oscuros y llenos de felicidad carnal. Oh Dios. Cierro los dientes y succiono con más fuerza. Él cierra sus ojos y se entrega a ese placer carnal que está despertando. Sé que hacerle, y es hedonista, liberador, y candente como el infierno. El sentimiento es embriagador, no soy sólo poderosa, soy omnisciente.

—Dios —sisea y suavemente toma mi cabeza, flexionando sus caderas para meterse más profundo en mi boca. Oh sí, quiero esto y enrollo mi lengua alrededor de él, chupando con fuerza… una y otra vez.

—Anastasia… —Trata de alejarse.

Oh no lo harás, Malik. Te deseo. Tomo sus caderas firmemente, doblando mis esfuerzos, y puedo decir que ya está cerca.

—Por favor —jadea—. Me voy a correr, Anastasia —gime.

Bien. La cabeza de mi Diosa interna se lanza hacia atrás por el éxtasis, y él se corre, gimiendo y húmedamente en mi boca.

Abre sus brillantes ojos mieles, bajando su mirada hacia mí, y le sonrío, lamiendo mis labios. Él me sonríe, una malvada y sucia sonrisa.

—Oh, ¿este es el juego que estamos jugando, señorita Steele? —Se dobla, toma mis manos bajo sus hombros, y me pone de pie. De repente su boca está en la mía.

Gime.

—Estoy notando mi propio sabor. Tú sabes mejor —murmura contra mis labios.

Quita mi camiseta y la tira descuidadamente al piso, luego me levanta y me tira en la cama.

Tomando mi suéter lo jala tan abruptamente que se quita sin que yo siquiera me mueva. No llevo ropa interior, tendida sobre su cama. Esperando, esperando. Sus ojos me embriagan, lentamente se quita la ropa que aún tiene puesta, sin quitar sus ojos de mí.

—Eres una mujer hermosa, Anastasia—murmura con aprecio.

Mmmm… ladeo mi cabeza coquetamente hacia un lado y le sonrió.

—Tú eres un hombre hermoso, Zayn, y sabes poderosamente bien.

Me dirige una sonrisa malvada y alcanza la barra separadora. Tomando mi tobillo izquierdo, rápidamente lo agarra, apretando la hebilla con fuerza, pero no demasiado. Calcula cuánto espacio tengo, deslizando su dedo entre el brazalete y mi tobillo. No quita sus ojos de mí; no necesita ver qué está haciendo. Mmm… lo ha hecho antes.

—Tendremos que ver cómo sabes tú. Si mal no recuerdo, es un raro y exquisito manjar, señorita Steele.

Oh.

Agarrando mi otro tobillo, de manera rápida y eficiente también lo amarra, de esta manera mis pies están separados entre sí por sesenta centímetros de ancho.

—Lo bueno de este separador es que se expande —murmura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario