miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 125.

—Quédense —ofrece Zayn.

—No, cariño, quiero ir a casa. Ahora que sé que estás a salvo.

Zayn me deja en el sofá a regañadientes y se pone de pie. Grace lo abraza una vez más, presiona su cabeza contra su pecho y cierra sus ojos, contenta. Él envuelve sus brazos alrededor de ella.

—Estaba tan preocupada, querido —susurra.

—Estoy bien, mamá.

Ella se aparta un poco y lo estudia atentamente mientras él la sostiene.

—Sí, creo que lo estás —dice lentamente, me mira, y sonríe. Me sonrojo.

Seguimos a Carrick y Grace mientras se abren paso hacia el vestíbulo. Detrás de mí, me doy cuenta que Mia y Ethan están teniendo una acalorada conversación en susurros, pero no puedo escucharla.
Mia está sonriéndole tímidamente a Ethan, y él está boquiabierto ante ella y sacudiendo su cabeza. De repente, ella se cruza de brazos y se da la vuelta en sus tacones. Él se frota la frente con una mano, obviamente frustrado.

—Mamá, papá… espérenme —llama Mia hoscamente. Tal vez es tan volátil como su hermano.

Kate me abraza fuerte.

—Puedo ver que alguna mierda seria ha estado pasando desde que estuve felizmente ignorante en Barbados. Es obvio que ustedes dos están locos el uno por el otro. Me alegra que esté a salvo. No sólo por él, Anastasia, también por ti.

—Gracias, Kate —susurro.

—Sí. ¿Quién sabría que encontraríamos el amor al mismo tiempo? —Sonríe.

Guau. Lo ha admitido.

—¡Con hermanos! —Me río tontamente.

—Podríamos terminar siendo cuñadas —bromea.

Me tenso, luego mentalmente me pateo mientras Kate me mira con su mirada de qué-es-lo-que-no-me-estás-diciendo-Steele. Me sonrojo. Maldita sea, ¿debería decirle que él me lo ha preguntado?

—Vamos, nena —la llama Elliot desde el elevador.

—Hablamos mañana, Anastasia. Debes estar cansada.

Estoy exhausta.
—Claro. También tú, Kate… has viajado una larga distancia hoy.

Nos abrazamos una vez más, luego ella y Elliot siguen a los Malik en el ascensor.

Ethan aprieta la mano de Zayn y me da un rápido abrazo. Parece distraído, pero los sigue hacia el ascensor y las puertas se cierran.
Justin está dando vueltas en el pasillo cuando salimos del vestíbulo.

—Miren. Me iré a acostar… los dejaré solos —dice.

Me sonrojo. Jesús, ¿por qué esto es incómodo?

—¿Sabes a dónde ir? —pregunta Zayn.

Justin asiente.

—Sí, la ama de llaves…

—La Sra. Jones —digo de pronto.

—Sí, la Sra. Jones, ella me mostró antes. Un gran lugar el que tienes aquí, Zayn.

—Gracias —dice cortésmente Zayn mientras viene a mi lado, poniendo su brazo alrededor de mis hombros. Inclinándose, besa mi cabello.

—Voy a comer lo que sea que la Sra. Jones haya hecho para mí. Buenas noches, Justin. —Zayn camina de regreso al gran salón, dejándonos a Justin y a mí en la entrada.

¡Guau! Sola con Justin.

—Bueno, buenas noches. —Justin parece incómodo de repente.

—Buenas noches, Justin, y gracias por quedarte.

—Ningún Problema, Anastasia. Cada vez que tu rico novio ejecutivo se pierda… estaré ahí.

—¡Justin! —lo reprendo.

—Sólo bromeo. No te enojes. Me iré temprano en la mañana… ya nos veremos, ¿sí? Te he extrañado.

—Claro, Justin. Espero que sea pronto. Lamento que esta noche fuera tan… de espantosa. —Sonrió a modo de disculpa.

—Sí. —Él sonríe— Espantosa. —Me abraza— En serio, Anastasia, me alegra que seas feliz, pero estoy aquí si me necesitas.

Lo miro.

—Gracias.

Me regala una triste y amarga sonrisa, y luego sube las escaleras.
Me doy vuelta hacia el gran salón. Zayn está junto al sofá, observándome con una expresión indescifrable en su rostro. Finalmente estamos solos y nos miramos el uno al otro.

—Él sigue loco por ti, ¿sabes? —murmura.

—¿Y cómo lo sabes, Sr. Malik?

—Reconozco los síntomas, señorita Steele. Creo que tengo la misma aflicción.

—Pensé que jamás te vería de nuevo —susurro. Allí, las palabras han salido. Todos mis peores temores empacados en una corta oración ahora exorcizada.

—No fue tan malo como suena.

Recojo su chaqueta y sus zapatos de donde yacen en el piso y me muevo hacia él.

—Yo llevaré eso —susurra, extendiéndose por su chaqueta.

Zayn me mira como si yo fuera la razón de la vida y refleja mi mirada, estoy segura. Él está aquí, realmente aquí. Me empuja en sus brazos y se envuelve a mí alrededor.

—Zayn —jadeo, y mis lágrimas empiezan a caer de nuevo—. Tranquila —me calma, besando mi cabeza— Sabes… en los pocos segundos de puro terror antes de que aterrizara, todos mis pensamientos fueron de ti. Eres mi talismán, Anastasia.

—Pensé que te había perdido —susurro.

Nos quedamos ahí, sosteniéndonos uno al otro, y reasegurándonos. Mientras aprieto mis brazos a su alrededor, me doy cuenta que todavía sostengo sus zapatos. Los dejo caer al piso.

—Ven y dúchate conmigo —murmura.

—De acuerdo. —Levanto la mirada hacia él. No quiero soltarlo. Estirándose, levanta mi barbilla con sus dedos.

—Sabes, incluso manchada de lágrimas eres hermosa, Anastasia Steele. —Se inclina y me besa suavemente— Y tus labios son tan suaves.

Me besa de nuevo, profundizando el beso. Oh, dios… y pensar que podría haberlo perdido… no… dejo de pensar y me rindo.

—Necesito poner mi chaqueta a un lado —murmura.

—Tírala —murmuro contra sus labios.

—No puedo.

Me aparto y levanto la mirada hacia él, perpleja.
Me sonríe son suficiencia.

—Es por esto. —De dentro de su bolsillo delantero saca la pequeña caja que le di, que contiene mi regalo. Cuelga la chaqueta en la parte trasera del sofá y pone la caja sobre él.

Aprovecha el día, Anastasia, me dice mi subconsciente. Bueno, es más de media noche, así que técnicamente es su cumpleaños.

—Ábrela —susurro, y mi corazón empieza a palpitar con fuerza.


—Estaba esperando que dijeras eso —murmura— Esto me ha estado volviendo loco.

Sonrío pícaramente. Jesús, me siento mareada. Él me regala una tímida sonrisa, y me derrito a pesar de mi corazón golpeteando, deleitándome con su divertida e intrigada expresión. Con hábiles y largos dedos, desenvuelve y abre la caja.

Su ceja se enarca mientras saca un pequeño llavero rectangular de plástico que lleva la imagen de pequeños pixeles que destellan como una pantalla LED. Representa el cielo de Seattle, enfocándose en el Space Needle, con la palabra SEATTLE escrita audazmente a través del paisaje, destellando.

Él se lo queda mirando por un momento y luego me mira con desconcierto, un ceño fruncido estropeando su adorable ceja.

—Dale la vuelta —susurro, conteniendo el aliento.

Lo hace y sus ojos se disparan a los míos, amplios y mieles, vivos con maravilla y alegría. Sus labios se entreabren con incredulidad.

La palabra ‘Sí’ destella en el llavero.

—Feliz cumpleaños —susurro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario