jueves, 4 de julio de 2013

Capítulo 127.

Me acuerdo de las muchas duchas que hemos tenido juntos, pero la del Olympic es un recuerdo agridulce. Bueno, ahora puedo tocarlo. Le lavo en círculos suaves, limpiando a mi hombre, me traslado a las axilas, por encima de sus costillas, por su vientre firme y plano, hacia su sendero feliz, y la cintura de sus pantalones.

―Mi turno ―susurra y alcanza el champú, quitándonos fuera del alcance de la corriente de agua y solo cayendo algo de ella en la parte superior de mi cabeza.

Creo que esta es mi señal para detener su lavado, así que engancho los dedos en su pretina. Aplica el champú en mi cabello, sus dedos largos y firmes masajeando mi cuero cabelludo. Gimiendo en gratitud, cierro mis ojos y me entrego a la sensación celestial. Después de todo el estrés de la tarde, esto es justo lo que necesitaba.

Él se ríe y abro un ojo para encontrar que me está sonriendo.

—¿Te gusta?

—Mmm…

Sonríe.

—A mí también —dice y se inclina para besar mi frente, sus dedos continúan su firme y dulce fricción de mi cuero cabelludo.

—Date la vuelta —dice con autoridad.

Hago lo que me ha dicho, y sus dedos poco a poco trabajan sobre mi cabeza, limpiando, relajando, amándome a medida que avanzan. Oh, esto es una bendición. Él se estira para conseguir más champú y gentilmente lava las largas trenzas por mi espalda. Cuando ha terminado, me pone bajo la ducha de nuevo.

—Inclina tu cabeza hacia atrás —ordena tranquilamente.

Cumplo de buen grado, y enjuaga cuidadosamente la espuma. Cuando lo ha hecho, lo afronto una vez más y voy directo a sus pantalones.

—Quiero lavarte todo ―susurro.

Él sonríe con esa sonrisa torcida y levanta sus manos en un gesto que dice “Soy todo tuyo, nena”. Sonrío, se siente como Navidad. Me pongo a trabajar en su cierre, y pronto los pantalones y los calzoncillos se reúnen con el resto de nuestra ropa. Me paro y alcanzo la esponja del cuerpo y la loción corporal.

—Parece que estás encantado de verme —murmuro secamente.

―Siempre estoy encantado de verle, señorita Steele. —Me sonríe.

Enjabono la esponja, y luego vuelvo a mi viaje sobre su pecho. Está más relajado, tal vez porque no estoy realmente tocándolo. Me dirijo hacia el sur con la esponja, a través de su vientre, a lo largo de su sendero feliz, a través de su vello púbico, y otra vez hasta su erección.

Le doy un vistazo y me mira con los ojos entornados y una nostalgia sensual.

Mmm… me gusta esa mirada. Suelto la esponja y uso las manos, agarrándolo con firmeza. Cierra los ojos, lleva su cabeza hacia atrás, y gime, empujando sus caderas en mis manos.

¡Oh, sí! Es tan excitante. Mi Diosa interior ha vuelto a resurgir después de su noche de mecerse y llorar en una esquina, y está usando lápiz labial color rojo carmín de prostituta.

Sus ojos ardientes se cierran con los míos. Él ha recordado algo.

—Es sábado —exclama, con los ojos brillantes con maravilla lujuriosa, y agarra mi cintura, empujándome hacia él y besándome salvajemente.

¡Whoa! ¡Cambio de ritmo!

Sus manos barren hacia debajo de mi resbaladizo cuerpo húmedo, alrededor de mi sexo, sus dedos explorando, provocando, y su boca es implacable, dejándome sin aliento. Su otra mano está en mi cabello mojado, que me sostiene en su posición, mientras soporto toda la fuerza de su pasión desatada. Sus dedos se mueven dentro de mí.

―Ahh ―gimo dentro de su boca.

—Sí —me susurra y me alza, con sus manos detrás de mi trasero— Envuelve tus piernas alrededor de mí, cariño. —Mis pierdas se pliegan alrededor de él, y me agarro como una lapa a su cuello. Él me refuerza contra la pared de la ducha y se detiene, mirándome fijamente.

—Ojos abiertos —murmura— Quiero verte.

Parpadeo, mi corazón martillando, mi sangre latiendo caliente y pesada a través de mi cuerpo, el deseo, real y desenfrenado surgiendo a través de mí.

Luego se introduce en mí oh-tan-lentamente, llenándome, reclamándome, piel contra piel. Me empuja hacia abajo contra él y gime en voz alta. Una vez que está dentro de mí, su cara se tensa, intensa.

—Eres mía, Anastasia —susurra.

—Siempre.

Él sonríe victorioso y se menea, lo que me corta la respiración.

—Y ahora podemos hacérselo saber a todos, porque dijiste que sí. —Su voz es reverencial, y se inclina hacia mí, capturando mi boca con la suya, y comienza a moverse… lento y dulce.

Cierro mis ojos e inclino mi cabeza hacia atrás mientras mi cuerpo se arquea, mi voluntad sumiéndose a la de él, esclava de su ritmo lento y embriagador.

Sus dientes mordisquean mi mandíbula, el mentón, y abajo hacia mi cuello mientras coge el ritmo, empujándome hacia adelante, hacia arriba, lejos de este plano terrenal, de la ducha, del miedo escalofriante de la noche. Sólo somos mi hombre y yo moviéndonos al unísono, moviéndonos como uno, completamente absorbidos en el otro, nuestros jadeos y gruñidos se mezclan. Me deleito en el exquisito sentimiento de su posesión mientras mi cuerpo estalla y florece alrededor de él.

Podía haberlo perdido… y lo amo… lo amo tanto, y de repente estoy sobrecogida por la enormidad de mi amor y la profundidad de mi compromiso con él. Pasaré el resto de mi vida amando a este hombre, y con ese pensamiento inspirador, detono alrededor de él, un sanador orgasmo de catarsis, gritando su nombre mientras las lágrimas fluyen por mis mejillas.

Él llega a su clímax y acaba dentro de mí. Con su cara enterrada en el cuello, se hunde hasta el piso, sosteniéndome con fuerza, besando mi rostro, y besando mis lágrimas mientras el agua caliente está a nuestro alrededor, lavándonos.

—Mis dedos están todos arrugados —murmuro, después del coito y saciada mientras me apoyo contra su pecho. Levanta mis dedos a sus labios y besa a su vez cada uno.

—Realmente debemos salir de esta ducha.

—Estoy cómoda aquí. —Estoy sentada entre sus piernas y él me mantiene cerca.

No me quiero mover.

Zayn murmura su asentimiento. Pero, de repente estoy cansada hasta los huesos, cansada del mundo. Muchas cosas han pasado esta semana pasada, lo suficiente para una vida de drama, y ahora me estoy casando. Una risita incrédula se escapa de mis labios.

—¿Algo divertido, señorita Steele? —pregunta con cariño.

―Ha sido una semana muy intensa.

Sonríe.

—Así es.

—Doy gracias a Dios que estás de vuelta de una sola pieza, Sr. Malik —susurro, viéndolo desde el punto de vista de lo que podría haber sido. Se tensa y de inmediato me arrepiento de recordarle.

—Estaba asustado —confiesa para mi gran sorpresa.

—¿Antes?

Asiente, con su expresión seria.

Santo cielo.

—¿Así que le quitaste importancia para tranquilizar a tu familia? 

—Sí. Volaba demasiado bajo para poder aterrizar bien. Pero lo conseguí, no sé cómo.

Oh, Dios. Levanto los ojos hacia él, con la cascada de agua cayendo sobre nosotros, y su expresión es muy grave. 

—¿Ha estado cerca? 

Me mira fijamente. 

—Muy cerca. —Hace una pausa— Durante unos segundos espantosos, pensé que no volvería a verte. 

Le abrazo fuerte.

―No puedo imaginarme la vida sin ti, Zayn. Te amo tanto que me da miedo.

—Yo también —suspira— Mi vida estaría vacía sin ti. Te amo tanto. —Sus brazos se tensan alrededor de mí y acaricia mi cabello—Nunca te dejaré ir.

―No me quiero ir, nunca. ―Beso su cuello, y se inclina y me besa gentilmente.

Después de un momento, se remueve.

—Vamos, sequémonos y vayamos a la cama. Estoy exhausto y tú luces abatida.

Me inclino hacia atrás y arqueo una ceja a su elección de palabras. Él ladea la cabeza hacia un lado y me sonríe.

—¿Tiene algo que decir, señorita Steele?

Niego con la cabeza y me paro de forma vacilante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario