miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 114.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfadado, mirándome fijamente.

—No. ¿Qué estás haciendo tú?

—No puedes estacionar aquí.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué lo has hecho?

—Porque me he cansado de tus órdenes ladradas. ¡O conduces o te callas sobre mi conducción!

—Anastasia, entra en el coche antes de que consigamos una multa.

—No.

Parpadea hacia mí, perdido completamente, después pasa sus manos por su cabello, y su enfado se convierte en desconcierto. Es tan cómico de repente, y no puedo evitar sonreírle. Frunce el ceño.

—¿Qué? —dice bruscamente una vez más.

—Tú.

—¡Oh, Anastasia! Eres la mujer más frustrante del planeta. —Lanza sus manos al aire— Bien, conduciré yo.

Agarro los bordes de su chaqueta y lo empujó hacia mí.

—No, tú eres el hombre más frustrante del planeta, señor Malik.

Me mira, sus ojos oscuros e intensos, enreda sus brazos alrededor de mi cintura y me abraza, sujetándome cerca.

—Puede que estemos hechos el uno para el otro entonces —dice suavemente e inhala profundamente, su nariz en mi cabello. Envuelvo mis brazos a su alrededor y cierro los ojos. Por primera vez desde esta mañana, siento cómo me relajo.

—Oh… Anastasia, Anastasia, Anastasia —respira, sus labios presionados contra mi cabello.

Aprieto mis brazos a su alrededor, y nos quedamos de pie, inmóviles, disfrutando un momento de inesperada tranquilidad, en la calle. Soltándome, abre la puerta del pasajero. Entro y me siento en silencio, mirándolo dando la vuelta al coche.

Volviendo a encender el coche, Zayn sale al tráfico, tarareando distraídamente con Van Morrison.

Whoa. Nunca lo he escuchado cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el ceño. Tiene una voz preciosa, por supuesto. Hmm… ¿me ha escuchado cantar? ¡Si fuera así, no te habría pedido que te casaras con él! Mi subconsciente tiene los brazos cruzados, vestida con estampado de cuadros Burberry. Termina la canción y Zayn sonríe satisfecho

—Sabes, si hubiésemos conseguido una multa, el coche está a tu nombre.

—Bueno, es algo bueno que me hayan ascendido, puedo permitírmelo —digo con suficiencia, observando su adorable perfil. Sus labios se mueven…

Otra canción de Van Morrison empieza a reproducirse mientras coge la vía de acceso a la I-5, dirigiéndose al norte.

—¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa. ¿Qué más dijo Flynn?

Suspiro.

—Habló sobre FFFSTB o algo.

—STBT. La última opción terapéutica —murmura.

—¿Has probado otras?

Zayn bufa.

—Nena, me he sometido a todas. Cognitiva, freudiana, funcionalista, Gestalt, del comportamiento… Escoge la que quieras, que durante estos años seguro que la he probado —dice en un tono que delata su amargura.

—¿No crees que este último acercamiento vaya a ayudar?

—¿Qué dijo Flynn?

—Dijo que no escarbara en tu pasado. Que te concentraras en el futuro, donde quieras estar.

Zayn asiente pero se encoge de hombros a la vez, su expresión cuidadosa.

—¿Qué más? —insiste.

—Habló sobre tu miedo a ser tocado, aunque lo llamó de otra manera. Y sobre tus pesadillas y tú auto odio.

Lo miro, y en la luz de la tarde, está pensativo, mordiéndose la uña del pulgar mientras conduce. Me mira rápidamente.

—Los ojos en la carretera, señor Malik —lo amonesto, mi ceja levantada hacia él. Parece divertido, y ligeramente exasperado.

—Has estado hablando con él eternamente, Anastasia. ¿Qué más dijo?

Trago.

—No cree que seas un sádico —susurro.

—¿De verdad? —dice Zayn en voz baja y frunce el ceño. La atmósfera en el coche desciende en picado.

—Dice que el término no está reconocido en psiquiatría. No desde los noventa — murmuro, rápidamente intentando rescatar el ánimo entre nosotros.

La cara de Zayn se oscurece, y exhala lentamente.

—Flynn y yo tenemos opiniones discrepantes en eso —dice en voz baja.

—Dice que siempre piensas lo peor de ti mismo. Sé que eso es verdad — murmuro— También mencionó sadismo sexual, pero dijo que eso era una elección de estilo de vida, no una condición psiquiátrica. Puede que eso sea sobre lo que estás pensando.

Sus ojos mieles van hacia mí otra vez, y su boca se asienta en una línea sombría.

—Así que… una charla con el buen doctor y eres una experta —dice ácidamente y gira sus ojos al frente.

Oh querido… Suspiro.

—Mira, si no quieres escuchar lo que ha dicho, no me preguntes —murmuro suavemente.

No quiero discutir. De todos modos él está en lo cierto, ¿qué demonios sé yo sobre toda esa mierda? ¿Quiero siquiera saber? Puedo hacer una lista con sus puntos salientes, su obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección, y comprendo completamente de dónde viene. Puedo incluso entender por qué no quiere ser tocado, he visto las cicatrices físicas. Solo puedo imaginar las mentales, y sólo he echado un vistazo a sus pesadillas una vez. Y el doctor Flynn dijo…

—Quiero oír lo que hablaron.

Zayn interrumpe mis pensamientos mientras sale de la I-5 en la salida 172, dirigiéndose al oeste hacia el sol que se está hundiendo lentamente.

—Me llamó tu amante.

—¿Ah, sí? —Ahora su tono es conciliador—Bueno, es bastante maniático con los términos. A mí me parece una descripción bastante exacta. ¿A ti, no?

—¿Pensabas en tus sumisas como amantes?

La frente de Zayn se arruga una vez más, pero esta vez está pensando. Gira el Saab suavemente al norte otra vez. ¿A dónde vamos?

—No. Eran compañeras sexuales —murmura, su voz cuidadosa otra vez— Eres mi única amante. Y quiero que seas más.

Oh… ahí está esa palabra mágica otra vez, rebosante de posibilidades. Me hace sonreír, y por dentro me abrazo a mí misma, mi Diosa interior irradiando alegría.

—Lo sé —susurro, intentando mucho esconder mi entusiasmo— Sólo necesito un poco de tiempo, Zayn. Para entender estos últimos pocos días.

Me mira extrañamente, perplejo, su cabeza inclinada a un lado.
Después de un latido, el semáforo en el que estábamos parados se vuelve verde. Él asiente y sube el volumen de la música, y nuestra conversación se ha acabado. Van Morrison está todavía cantando, más optimistamente ahora, sobre ser una noche maravillosa para bailar a la luz de la luna. Miro por la ventana a los pinos y los abetos espolvoreados de oro por la luz que se desvanece del sol, sus largas sombras estirándose a través de la carretera. Zayn ha entrado en una calle más residencial, y estamos dirigiéndonos al oeste hacia el Sound.

—¿A dónde vamos? —pregunto otra vez mientras gira en la carretera.

Capto una señal de tráfico, 9th Ave NW. Estoy perpleja.

—Sorpresa —dice y sonríe misteriosamente.

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