jueves, 4 de julio de 2013

Capítulo 128.

Estoy sentada en la cama. Zayn insistió en secar mi cabello, es algo hábil en eso. Cómo eso ocurrió es un pensamiento desagradable, así que lo desecho inmediatamente. Son pasadas las dos de la mañana, y estoy lista para dormir.

Zayn baja su mirada hacia mí y vuelve a examinar el llavero antes de subir a la cama. Sacude su cabeza, de nuevo incrédulo.

—Esto es tan increíble. El mejor regalo de cumpleaños que he tenido. —Me mira, sus ojos suaves y cálidos— Mejor que mi cartel autografiado de Guiseppe DeNatale.

—Te habría dicho antes, pero como era tu cumpleaños… ¿Qué le das al hombre que tiene todo? Pensé en darte… a mí.

Pone el llavero en la mesita de noche y se arrima atrás de mí, atrayéndome a sus brazos contra su pecho, así estamos en cucharita.

—Es perfecto. Como tú.

Sonrío con suficiencia, a pesar de que no puede ver mi expresión.

—Estoy lejos de la perfección, Zayn.

—¿Está sonriendo, señorita Steele?

¿Cómo sabe?

—Tal vez. —Río tontamente— ¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto. —Me acaricia el cuello.

—No llamaste mientras volvías de Portland. ¿Fue en realidad por culpa de Justin? ¿Te preocupaba que me quedara a solas con él?

Zayn no dice nada. Me giro para verlo, y sus ojos están anchos por mi reproche.

—¿Te das cuenta de lo ridículo que es eso? ¿En cuánto estrés nos pusiste a tu familia y a mí? Todos te amamos mucho.

Pestañea un par de veces y luego me da su tímida sonrisa.

—No tenía idea de que estarían todos tan preocupados.

Frunzo mis labios.

—¿Cuándo vas a hacer atravesar por tu cabeza dura que eres amado?

—¿Cabeza dura? —Sus ojos se ensanchan con sorpresa.

Asiento.

—Sí. Cabeza dura.

—No creo que los huesos de mi cráneo tengan una dureza significativamente mayor que cualquier otra parte de mi cuerpo.

—¡Hablo en serio! Deja de intentar hacerme reír. Sigo un poco enojada contigo, aunque está un poco eclipsado por el hecho de que estás en casa sano y salvo cuando pensé… —Mi voz se desvanece al recordar esas ansiosas horas— Bueno, sabes lo que pensé.

Sus ojos se suavizan cuando alcanza a acunar mi rostro.

—Lo siento. ¿De acuerdo?


—También tu pobre mamá. Fue bastante conmovedor, verte con ella —susurro.

Sonríe tímidamente.

—Nunca la había visto de esa manera. —Pestañea con el recuerdo— Sí, eso fue realmente algo. Normalmente está tan compuesta. Fue una sorpresa.

—¿Ves? Todos te aman. —Sonrío— Tal vez ahora vas a comenzar a creerlo. — Me inclino y lo beso suavemente— Feliz cumpleaños, Zayn. Estoy feliz de que estés aquí para compartir tu día conmigo. Y no has visto lo que tengo para ti mañana um… hoy. —Sonrío con suficiencia.

—¿Hay más? —dice, atónito, y su cara cambia a una sonrisa que quita el aliento.

—Oh sí, Señor Malik, pero vas a tener que esperar hasta entonces.


Fui repentinamente despertada por un sueño o pesadilla, y mi pulso está acelerado. Me giro, con pánico, y para mi alivio, Zayn está profundamente dormido a mi lado. Porque me giré, se remueve y se estira dormido, envolviendo su brazo sobre mí, y descansa su cabeza en mi hombro, suspirando suavemente.

La habitación está inundada con luz. Son después de las ocho. Zayn nunca duerme hasta tan tarde. Me recuesto y calmo mi acelerado corazón. ¿Por qué la ansiedad? ¿Es la secuela de anoche?

Me giro y lo miro fijamente. Está allí. Está a salvo. Tomo una profunda y tranquilizadora respiración y observo su bello rostro. Un rostro que ahora es tan familiar, todas sus hendiduras y sombras eternamente grabadas en mi mente. Luce mucho más joven cuando está dormido, y sonrío porque hoy es todo un año más viejo. Me abrazo, pensando en mi regalo. Oooh… ¿qué hará?

Tal vez debería comenzar por traerle el desayuno a la cama. Además, Justin tal vez todavía esté aquí.

Encuentro a Justin en el mostrador, comiendo un plato de cereal. No puedo evitar sonrojarme cuando lo veo. Él sabe que he pasado la noche con Zayn. ¿Por qué me siento repentinamente tan tímida? No es como si estuviera desnuda ni nada. Estoy usando mi bata de seda larga hasta el suelo.

—Buenas, Justin. —Sonrío vergüenza fuera.

—¡Hola, Anastasia! —Su rostro se ilumina, genuinamente feliz de verme. No hay pista de bromas o desdén lascivo en su expresión.

—¿Dormiste bien? —pregunto.

—Claro. Qué vista desde aquí arriba.

—Sí. Es algo especial. —Como el dueño de este departamento— ¿Quieres un desayuno de hombre real? —bromeo.

—Me encantaría.

—Es el cumpleaños de Zayn hoy, le haré el desayuno en la cama.

—¿Está despierto?

—No, creo que está frito por ayer.

Rápidamente giro la mirada lejos de él y me dirijo al refrigerador para que no pueda ver mi sonrojo. Jesús, es sólo Justin. Cuando tomo los huevos y tocino del refrigerador, Justin me está sonriendo abiertamente.

—Realmente te gusta, ¿no?

Frunzo mis labios.

—Lo amo, Justin.

Sus ojos se ensanchan momentáneamente y luego sonríe.

—¿Cómo no vas amarlo? —pregunta haciendo gestos alrededor de la habitación.

Frunzo el ceño.

—Vaya, ¡gracias!

—Oye, Anastasia, solo bromeo.

Hmm… ¿siempre tendré este prejuicio? ¿Qué me caso con Zayn por su dinero?

—En serio, estoy bromeando. Nunca has sido ese tipo de chica.

—¿Está bien el omelet para ti? —pregunto, cambiando el tema. No quiero discutir.

—Claro.

—Y a mí —dice Zayn mientras entra a la habitación. ¡Santa mierda, está usando solo los pantalones de su pijama que cuelgan de esa manera totalmente ardiente de sus caderas, Jesús!

—Justin. —Asiente.

—Zayn. —Justin devuelve solemnemente su asentimiento.

Zayn se gira hacia mí y sonríe con suficiencia mientras lo observo. Ha cumplido su propósito. Entrecierro mis ojos hacia él, desesperadamente intentando recuperar mi equilibrio, y la expresión de Zayn cambia sutilmente. Sabe que sé lo que trama, y no le importa.

—Iba a llevarte el desayuno a la cama.

Pavoneándose, envuelve su brazo alrededor de mí, levanta mi barbilla, y planta un sonoro y húmedo beso en mis labios. ¡Muy no Cincuenta!

—Buenos días, Anastasia —dice. Quiero fruncirle el ceño y decirle que se comporte, pero es su cumpleaños. Me sonrojo. ¿Por qué es tan territorial?

—Buenos días, Zayn. Feliz cumpleaños. —Le doy una sonrisa, y me sonríe complacido.

—Estoy esperando mi otro regalo —dice y eso es. Me sonrojo del color de la Habitación Roja del Dolor y miro nerviosamente a Justin, quien luce como si hubiera tragado algo desagradable. Me giro y comienzo a preparar la comida.

—Así que, ¿cuáles son tus planes hoy, Justin? —pregunta Zayn, aparentemente casual mientras se sienta en un taburete.

—Me dirijo a ver a mi papá y Ray, el papá de Anastasia.

Zayn frunce el ceño.

—¿Se conocen?

—Sí, estuvieron en el ejército juntos. Perdieron el contacto hasta que Anastasia y yo estuvimos en la universidad juntos. Es algo tierno. Son mejores amigos ahora. Se van a un viaje de pesca.

—¿Pesca? —Zayn está genuinamente interesado.

—Sí, hay buenas atrapadas en estas aguas de costa. Los salmones y truchas pueden crecer muy grandes.

—Cierto. Mi hermano Elliot y yo sacamos a uno de quince y medio kilos una vez.

¿Están hablando de pesca? ¿Qué tiene la pesca? Nunca lo he entendido.

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