miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 123.

Su expresión es una de absoluto desconcierto. Deposita su chaqueta y zapatos en el suelo justo a tiempo para atrapar a Grace, quien lanza sus brazos alrededor de su cuello y lo besa con fuerza en la mejilla.

—¿Mamá?

Zayn la mira, completamente perdido.

—Pensé que nunca te vería otra vez —susurra Grace, expresando nuestro miedo colectivo.

—Mamá, estoy aquí. —Escucho la consternación en su voz.

—Morí de mil formas hoy —susurra ella, su voz apenas audible, haciendo eco de nuestros pensamientos.

Ella jadea y solloza, sin ser capaz ya de reprimir sus lágrimas. Zayn frunce el ceño, horrorizado o mortificado —no sé cuál de las dos— y luego, después de un segundo, la envuelve en un enorme abrazo, sosteniéndola cerca.

—Oh, Zayn —se ahoga ella, envolviendo sus brazos a su alrededor, sollozando en su cuello —todo el auto control olvidado— y Zayn no se opone. Sólo la sostiene, balanceándolos de atrás hacia adelante, consolándola. Produciendo una piscina de lágrimas en mis ojos.

Carrick grita desde el pasillo:

—¡Está vivo! ¡Dios… estás aquí! —Aparece desde la oficina de Taylor, sosteniendo su móvil, y los abraza a ambos, con los ojos cerrados en dulce alivio.

—¿Papá?

Mia chilla algo inteligible a mi lado, y luego está de pie, corriendo, uniéndose a sus padres, abrazándolos a todos, también.
Finalmente las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas. Él está aquí, está bien. Pero no puedo moverme.

Carrick es el primero en separarse, limpiándose los ojos y palmeando el hombro de Zayn. Mia los libera y Grace da un paso atrás.

—Lo lamento —murmura.

—No, mamá, no pasa nada —dice Zayn, la consternación todavía evidente en su rostro.

—¿Dónde estabas? ¿Qué sucedió? —Grace llora y apoya su cabeza en sus manos.

—Mamá —murmura Zayn. La atrae hacia sus brazos otra vez y besa la parte superior de su cabeza— Estoy aquí. Estoy bien. Simplemente me ha costado horrores poder volver de Portland. ¿A qué viene todo este comité de bienvenida?

Levanta la mirada y escanea la habitación hasta que sus ojos se traban con los míos.

Parpadea y mira brevemente a Justin, quien suelta mi mano. La boca de Zayn se tensa. Bebo de su vista y el alivio se dispersa a través de mí, dejándome agotada, exhausta, y completamente eufórica. Sin embargo mis lágrimas no se detienen. Zayn regresa su atención a su madre.

—Mamá, estoy bien. ¿Qué está mal? —dice Zayn de forma tranquilizadora.

Ella pone sus manos a cada lado de su rostro.

—Zayn, has estado desaparecido. Tu plan de vuelo… nunca llegaste a Seattle. ¿Por qué no nos contactaste?

Las cejas de Zayn se levantan en sorpresa.

—No pensé que me fuera a tomar todo este tiempo.

—¿Por qué no llamaste?

—Mi móvil se quedó sin batería.

—¿No te detuviste… a llamar por cobrar?

—Mamá… es una larga historia.

—¡Oh, Zayn! ¡Nunca te atrevas a hacerme eso otra vez! ¿Entiendes? —casi le grita ella.

—Sí, mamá. —Él limpia sus lágrimas con su pulgar y la abraza una vez más.

Cuando ella se compone, él la libera para abrazar a Mia, quien lo golpea con fuerza en el pecho.

—¡Nos tenías tan preocupados! —suelta ella, y, también, está llorando.

—Estoy aquí ahora, por el amor de Dios —murmura Zayn.

A medida que Elliot avanza, Zayn le entrega a Mia a Carrick, quien ya tiene un brazo alrededor de su esposa. Enrosca el otro alrededor de su hija. Elliot abraza a Zayn brevemente, para gran sorpresa de Zayn, y lo golpea con fuerza en la espalda.

—Me alegro de verte —dice Elliot en voz alta, aunque un poquito brusco, intentando ocultar su emoción.

Mientras las lágrimas corren por mi rostro, puedo verlo todo. La gran sala está bañada en ello: amor incondicional. Él lo tiene en abundancia; sencillamente nunca lo ha aceptado antes, e incluso ahora está totalmente perdido.

¡Mira, Zayn, todas estas personas te aman! Tal vez ahora comenzarás a creerlo.

Kate está de pie detrás de mí —debe haber dejado el cuarto de TV— y acaricia suavemente mi cabello.

—Realmente está aquí, Anastasia —murmura de forma reconfortante.

—Ahora voy a saludar a mi chica —le dice Zayn a sus padres.

Ambos asienten, sonríen, y dan un paso al costado.
Él se mueve hacia mí, sus ojos mieles brillantes, aunque todavía cansados y aturdidos. Desde algún lugar profundo en mi interior, encuentro la fuerza para ponerme de pie y saltar a sus brazos abiertos.

—¡Zayn! —sollozo.

—Tranquila —dice él y me sostiene, enterrando su rostro en mi cabello e inhalando profundamente. Levanto mi cara llena de lágrimas hacia la suya, y me besa demasiado brevemente.

—Hola —murmura.

—Hola —susurro en respuesta, un bulto en la parte posterior de mi garganta ardiendo.

—¿Me extrañaste?

—Un poquito.

Él sonríe.

—Ya lo veo. —Y con un suave toque de su mano, limpia las lágrimas que se niegan a dejar de correr por mis mejillas.

—Pensé… pensé… —me ahogo.

—Lo sé. Tranquila… estoy aquí. Lo lamento—murmura, y me besa castamente de nuevo.

—¿Estás bien? —pregunto, liberándolo y tocando su pecho, sus brazos, su cintura —oh, la sensación de este cálido, vital, sensual hombre bajo mis dedos— me reasegura que él está aquí, de pie frente a mí. Está de regreso. Ni siquiera se inmuta. Sólo me mira intensamente.

—Estoy bien. No iré a ninguna parte.

—Oh, gracias Dios. —Lo aferro por la cintura otra vez, y él me abraza una vez más— ¿Tienes hambre? ¿Necesitas algo de beber?

—Sí.

Doy un paso atrás para ir a buscarle algo, pero él no me deja ir. Me acomoda bajo su brazo y extiende una mano a Justin.

—Sr. Malik —dice Justin de manera uniforme.

Zayn resopla.

—Zayn, por favor —dice.

—Zayn, bienvenido de regreso. Me alegro de que estés bien… y um, gracias por dejar que me quede aquí.

—No hay problema.

Zayn entorna sus ojos, pero es distraído por la señora Jones, quien está repentinamente a su lado. Sólo se me ocurre ahora que ella no tiene su apariencia habitual. No lo había notado antes. Su cabello está suelto, y está usando unos suaves leggins grises y una enorme sudadera con Cougars WSU estampadas al frente. Se ve años más joven.

—¿Puedo traerle algo, Sr. Malik? —Ella limpia sus ojos con un pañuelo.

Zayn le sonríe con cariño.

—Una cerveza, por favor, Gail, una Budvar, y algún bocado para comer.

—Yo lo iré a buscar —murmuro, queriendo hacer algo por mi hombre.

—No. No te vayas —dice él en voz baja, apretando su brazo a mí alrededor.

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