viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 140.

—Siento que tuvieras que aguantar todo esto.

—Esto no es tu culpa, Zayn. ¿Por qué ella estaba aquí? —Él me mira fijamente, y curva su boca excusándose.

—Ella es amiga de la familia.

Trato de no reaccionar.

—Ya no más. ¿Cómo está tu mamá?

—Mamá está jodidamente molesta conmigo ahora mismo. Estoy realmente contento de que tú estés aquí y que estemos en medio de la fiesta. De otra manera podría ser mi última respiración.

—¿Tan mal está? —Él asiente, sus ojos serios y siento su aturdimiento en su reacción.

—¿Puedes culparla? —Mi voz es tranquila, persuasiva.

Él me abraza fuerte y parece desconcertado, procesando sus pensamientos.

Finalmente él contesta:

—No.

¡Wow! Un gran avance.

—¿Podemos sentarnos? —pregunto.

—Claro. ¿Aquí? —Asiento y nos sentamos en lo alto de la escalera.

—¿Entonces, cómo te sientes? —pregunto, con inquietud agarrando su mano y mirando fijamente a su triste y serio rostro.

Él suspira.

—Me siento liberado— Él se encoge de hombros, luego sonríe, una gloriosa y despreocupada sonrisa de Zayn, el cansancio y la tensión presentes hace un momento han desaparecido.

—¿De verdad? —Sonrío de regreso. ¡Wow! Podría arrastrarme sobre vidrios rotos por esa sonrisa.

—Nuestra relación de negocios está terminada.

Lo miro con el ceño fruncido.

—¿Liquidarás el negocio del salón?

Él resopla.

—No soy vengativo, Anastasia —me increpa— No. Se lo voy a regalar a ella. Hablaré con mi abogado el lunes. Le debo mucho.

Arqueo una ceja a él.

—¿Se acabó la Sra. Robinson? —Su boca se tuerce en diversión y sacude su cabeza.

—Para siempre.

Sonrío abiertamente.

—Lo siento, perdiste una amiga.

Se encoge de hombros entonces sonríe maliciosamente.

—¿De verdad lo sientes?

—No —confieso, sonrojada.

—Ven. —Él está de pie y me ofrece su mano—Vamos a unirnos a la fiesta en nuestro honor. Aún podría emborracharme.

—¿Te emborrachas? —pregunto mientras tomo su mano.

—No desde que era un adolescente salvaje. —Caminamos escaleras abajo.

—¿Has comido? —pregunta.

—No.

—Bueno tú deberías. Por la apariencia y el olor de Elena, fue uno de los cócteles mortales de mi padre el que lanzaste sobre ella. —Me mira fijamente, intentando y fallando en mantener la diversión en su rostro.

—Zayn, yo…

Él levanta su mano.

—No discutas, Anastsia. Si vas a beber —y lanzar alcohol sobre mis ex—necesitas comer. Es la regla número uno. Creo que ya hemos tenido esta discusión después de nuestra primera noche juntos.

—Oh sí. El Heathman.

De vuelta en el vestíbulo, hace una pausa para acariciar mi rostro, sus dedos rozando mi mandíbula.

—Estuve sin poder dormir durante horas y te miré dormir —murmura él— Te podría haber amado incluso entonces.

Oh.

Se inclina hacia abajo y me besa suavemente y me derrito por todas partes, toda la tensión de la última hora o así rezumban lánguidamente de mi cuerpo.

—Come —él susurra.

—Está bien —consiento porque ahora mismo probablemente haría cualquier cosa por él. Tomando mi mano, él me conduce hacia la cocina donde la fiesta está en pleno apogeo.


—Buenas noches, John, Rhian.

—Felicidades otra vez, Anastasia. Ustedes dos estarán muy bien. —El Doctor Flynn nos sonríe amablemente, de pie, tomados del brazo en el pasillo mientras él y Rhian se despiden.

—Buenas noches.

Zayn cierra la puerta y sacude su cabeza. Él me mira fijamente, sus ojos de repente brillantes con entusiasmo.

¿Qué se propone?

—Sólo queda mi familia. Creo que mi madre ha bebido demasiado.

Grace está cantando karaoke en una consola de juego en la sala familiar. Kate y Mia están compitiendo con ella.

—¿La culpas? —Le sonrío con satisfacción, tratando de mantener la atmósfera ligera entre nosotros. Tengo éxito.

—¿Está sonriéndome, señorita Steele?

—Lo estoy.

—Ha sido un gran día.

—Zayn, recientemente, cada día contigo ha sido un buen día. —Mi voz es sardónica.

Él sacude su cabeza.

—Punto bien hecho, señorita Steele. Ven quiero mostrarte algo.

Tomando mi mano, me conduce por la casa a la cocina donde Carrick, Ethan y Elliot están hablando de Marineros, bebiendo el último de los cócteles y comiendo las sobras.

—¿Salen a dar un paseo? —Elliot se burla sugestivamente mientras hacemos nuestro camino por las puertas francesas. Zayn lo ignora. Carrick mira con el ceño fruncido a Elliot, sacudiendo su cabeza en un reproche silencioso.

A medida que hacemos nuestro camino por las escaleras hasta el jardín, me quito los zapatos. La media luna brilla intensamente sobre la bahía. Está brillante, echando todo en la miríada de sombras de color gris, mientras las luces de Seattle centellean dulcemente en la distancia. Las luces del cobertizo para botes están encendidas, un faro que brilla suavemente en la fría luz de la luna.

—Zayn, me gustaría ir a la iglesia mañana.

—¿Ah?

—Recé para que regresaras vivo y lo hiciste. Es lo menos que podría hacer.

—Bien.

Vagamos de la mano en un relajado silencio durante unos momentos. Entonces algo se me ocurre.

—¿Dónde vas a poner las fotos que Justin me tomó?

—Pensé que nosotros podríamos ponerlas en la nueva casa.

—¿La compraste?

Se detiene a mirarme fijamente, su voz llena de preocupación.

—Sí. Pensé que te gustaría.

—Me gusta. ¿Cuándo la compraste?

—Ayer por la mañana. Ahora necesitamos decidir qué hacer con ella —murmura él, aliviado.

—No la derribes. Por favor. Esta es una casa tan encantadora. Sólo necesita algo de cariño y atención.

Zayn me mira y sonríe.

—Bien. Hablaré con Elliot. Él conoce a un buen arquitecto; ella hizo algunos trabajos en mi casa en Aspen. Puede hacer la remodelación.

Resoplo, recordando de repente la última vez que cruzamos el césped bajo la luz de la luna hacia el cobertizo para botes. Ah, quizás esto es lo que vamos a hacer ahora. Sonrío.

—¿Qué pasa?

—Recuerdo la última vez que me llevaste al cobertizo para botes.

Zayn ríe relajadamente.

—Ah, eso fue divertido. De hecho... —Él se detiene repentinamente y me lleva sobre su hombro y chillo, aunque no tengamos que ir muy lejos.

—Tú estabas realmente enfadado, si recuerdo correctamente —jadeo.

—Anastasia, siempre estoy realmente enfadado.

—No, tú no lo estás.

Él aplasta mi trasero mientras se detiene afuera de la puerta de madera. Me desliza bajo su cuerpo hasta el suelo y toma mi cabeza en sus manos.

—No, nunca más.

Inclinándose, me besa con fuerza. Cuando se retira, estoy sin aliento y el deseo corre alrededor de mi cuerpo. Me mira fijamente y en el resplandor de un rayo de luz que viene desde el interior del cobertizo para botes, puedo ver que está ansioso. Mi hombre ansioso, no un caballero blanco ni un caballero oscuro, sino un hombre... un hermoso-hombre-no-demasiado-jodido-a quien amo. Lo alcanzo y acaricio su rostro, mis dedos corriendo a través de sus patillas y a lo largo de su mandíbula hasta su barbilla, luego dejo a mi índice tocar sus labios. Él se relaja.

—Tengo algo aquí para mostrarte —murmura él y abre la puerta.

La luz intensa de los fluorescentes ilumina la impresionante lancha a motor en el muelle, flotando suavemente sobre las oscuras aguas. Hay un bote de remos al lado.

—Ven. —Zayn toma mi mano y me conduce encima de la escalera de madera.

Abriendo la puerta en lo alto, se aparta para dejarme entrar. Mi boca se cae al piso.

El ático está irreconocible. La habitación está llena de flores... hay flores por todas partes. Alguien ha creado una pérgola mágica de flores de prado hermosas, salvajes mezcladas con el encendido de bombillas de colores y linternas en miniatura dando un resplandor suave y pálido alrededor de la habitación.

Mi rostro gira rápidamente alrededor para encontrar el suyo y él me mira fijamente, su expresión ilegible. Se encoge de hombros.

—Tú querías corazones y flores —murmura.

Parpadeo ante él, no creyendo exactamente lo que estoy viendo.

—Tú tienes mi corazón. —Él hace un gesto hacia la habitación.

—Y aquí están las flores —susurro, completando su oración— Zayn, esto es hermoso.

No puedo pensar qué más decir. Mi corazón está en mi boca mientras las lágrimas pinchan mis ojos. Tirando de mi mano, me arrastra dentro de la habitación y antes de darme cuenta, se hinca en una rodilla delante de mí.

Dios Santo... ¡No esperaba esto! Dejo de respirar. Del interior del bolsillo de su chaqueta extrae un anillo y me mira, sus ojos mieles brillantes y salvajes, llenos de emoción.

—Anastasia Steele. Te amo. Quiero amarte, quererte y protegerte por el resto de mi vida. Sé mía. Siempre. Comparte mi vida conmigo. Cásate conmigo.


Parpadeo hacia él mientras mis lágrimas caen. Mi Cincuenta, mi hombre. También lo amo y todo lo que puedo decir mientras la ola gigante de emociones me golpea es:

—Sí.

Él sonríe abiertamente, aliviado y suavemente desliza el anillo en mi dedo. Es hermoso, un diamante oval en un anillo de platino. Por Dios, es grande... grande pero, ah-tan-simple y sorprendente en su simplicidad.

—Oh, Zayn —sollozo, de repente abrumada con la alegría y me uno a él sobre mis rodillas, mis dedos cerrándose en su cabello mientras lo beso, lo beso con todo mi corazón y alma. Beso a este hombre hermoso, que me ama como yo lo amo; y entonces él envuelve sus brazos a mi alrededor, sus manos se mueven sobre mi cabello, su boca sobre la mía. Sé dentro de mí que siempre seré suya y él siempre será mío. Juntos hemos llegado tan lejos, tenemos mucho camino por recorrer, pero estamos hechos el uno para el otro. Estamos destinados a estar juntos.

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